Ni tu sabías lo que querías,
solo buscabas romper con la rutina,
intentar cosas nuevas.
Pero terminaste engañándome,
mintiéndome,
escondiéndome cosas.
Y cuando intentaba enojarme,
me mirabas con esa mirada acaramelada,
y me mostrabas tus clavículas,
me tocabas con fuego,
me quemaba,
y me encantaba.
Te perdonaba, y tu prometías mentiras,
siempre volvías a hacerme daño.