Parte 1

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Capítulo 1

Inglaterra, 1806.

Alessandra Jefferson, marquesa de Winchester, estaba sentada junto a Anelis Henderson, vizcondesa de Bath, en la salita con vista al jardín, desde donde eran capaces de apreciar el paisaje y vigilar a sus hijos. A pesar de la diferencia entre sus títulos, ambas mujeres se tenían gran estima, aunque a lord Winchester no les gustaba que socializasen, debido a que el señor Henderson ganaba dinero ejerciendo su profesión de abogado, antes de heredar su reciente título de vizconde.

Alessandra y Anelis se conocieron al debutar al mismo tiempo, eran de exquisita belleza y modales, distintas entre sí. La primera en casarse fue Alessandra; sus padres arreglaron un matrimonio de conveniencia con lord Winchester ganando el título de marquesa a cambio de dinero. Aquel matrimonio se limitaba al respeto y la sinceridad; cariño y amor constituían atributos que el marqués rechazaba y que tampoco entregaba. Alessandra aceptó el matrimonio, dio luz a una niña a la cual nombraron Teresa, sin embargo, como necesitaba un heredero, al año estaba nuevamente embarazada. En esa oportunidad, dio a luz a Stephen, Conde de Stanford.

Sus hijos eran la luz de su vida, pues al encontrarse desprovista del afecto de su esposo, se volcó por completo a ellos, con quienes hallaba el cariño necesario.

Muy distinta era la situación de Anelis, quien tuvo un matrimonio por amor, algo muy difícil de entender entre sus pares. Pasaron los años y dio a luz a una revoltosa niña de ojos cafés y cabello negro, cuyo nombre correspondió a Brooke.

Anelis junto a Alexa estaban observando a sus hijos, o por lo menos lo que habían visto hasta que la puerta del saloncito se abrió con estrépito.

— Madre — entró un joven de cabello castaño claro y mirada plateada. — Necesito que me ayudes a que la señorita Henderson comprenda que no puedo aceptar su propuesta — hablaba como si estuviera en la cámara de lores.

Segundos después, apareció Teresa, o Tessa como le decían de cariño, de la mano con una niña de seis años.

— Pero Stephen ¿cómo no vas a aceptar? — Lo aguijoneó su hermana, observándolo a los ojos — no creo que nadie más te lo proponga — dijo intentando contener la sonrisa, sin éxito.

— ¿Qué propues... —comenzó a preguntar lady Alessandra.

— Mami pedí a Steve que se casara conmigo — Interrumpió jubilosa la pequeña.

Ambas mujeres se sonrojaron intentando contener la risa, mientras Stephen resoplaba contemplando a su madre, para que no se riera y lo ayudara con su dilema.

— Hija... las damas no le piden matrimonio a los caballeros — Anelis miraba con cariño a su niña.

— ¿Por qué no? — Inquirió, viéndola con el ceño fruncido.

— Los hombres son quienes proponen matrimonio a las damas. — Intentó inculcarle.

— Pero él no me lo pidió después de salvarme — miraba a su madre sin comprender. La vizcondesa observó a Stephen con interés.

— Sólo evité que se cayera al lago, no sabía si sabe nadar, así que hice lo que me pareció correcto, milady.

— Muchas gracias milord, ¿mi niña, por eso le propusiste matrimonio? — preguntó estrechándola.

— Sí — asentía enérgica— ¿no piden matrimonio quienes rescatan a las damas en apuros? —Cuestionó con los ojos bien abiertos.

— ¿De dónde has escuchado eso? — Replicó la marquesa, asombrada.

¿Te casarías conmigo?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora