Capítulo 16

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CAPÍTULO 16

Siempre había tomado a mi mamá de exagerada cuando hablaba de nosotros, sus hijos. En serio, ya saben, diciendo en cada uno de nuestros cumpleaños que somos lo mejor que le ha pasado en su vida y por supuesto, contándonos todo lo que sintió desde la primera vez que supo que estaba embarazada. Al menos yo he escuchado hasta los detalles del parto y el estado en que se encontraba la placenta en donde vivía antes de nacer. Asco, lo sé.

Yo nunca he entendido eso del amor instantáneo por un hijo. He visto miles de programas en donde las madres, al ver por primera vez a los hijos, comienzan a llorar y a sollozar que los aman más que nada. Es algo fuera de mi comprensión, sobre todo porque ni siquiera creo en el amor a primera vista. Bueno, excepto la primera vez que vi a Brad Pitt en Entrevista con el Vampiro, pero eso era potencialmente diferente.

Pero este es el día en que probablemente eso cambie, según mi mamá, ya que es mi primera consulta obstétrica. Debo de decir que de tétrica tiene mucho, ya que nunca he ido al ginecólogo. Nada más de imaginarme a un tipo viendo y escarbando mi "tesoro”, me pone muy nerviosa. Me da mucha vergüenza. No es como si fuera muy pudorosa que digamos, pero al menos necesitaría saber su nombre si el tipo o tipa me va a espiar allá abajo.

Caroli hizo un excelente trabajo informándome acerca del doctor que va a atenderme, pues resulta que quien lo hará es un tipo guapo que le encanta. Es su residente en las prácticas en el hospital público en el que trabaja. Si, aquel que dice parece modelo de tinte para las canas (No sé porqué mi hermana tiene una obsesión con tipos mayores). Nunca había visto a Caroli tan feliz, risueña y de buen humor como este día. Al menos no desde que asesinaron a la mamá de Bambi.

Al principio de la consulta, Roberto (Así se llama mi futuro cuñado), me pregunta cosas que no quiero que mi mamá escuche:

—¿Desde cuándo eres sexualmente activa?

—Desde el veinticuatro de enero, ¿no, Cecilia?—contesta mi mamá por mí, muy profesionalmente.

Típico, siempre pasa eso cuando voy a consulta en su compañía. Mi mamá se crispa al decir la fecha, ya que prácticamente apenas descubre que le mentí para salirme a tener sexo con JoaquínYo solía decirle que iba a todos lados con Andy y con David, pero en realidad eran puras mentiras piadosas. ¿Mi favorita? “Mañana tengo examen. Debo estudiar como loca” Es por eso que me sentí culpable y en un ataque de locura, se me ocurrió confesarle a mi familia el nombre del verdadero padre. Mi mamá estuvo aliviada de que no fuera ningún finlandés, y al menos saber se nombre le hizo sentirse un poquitín mejor. En alguien tenía que fijar su odio, ¿no?

Como sea, luego de las preguntas indiscretas, procedemos al tan secretamente anhelado ultrasonido. Es algo que me tiene emocionada, pero a la vez hace que me haga pis encima. Al fin sabré que esto no es un sueño (O al menos que no se trata de un bebé de comida). Roberto prende el famoso ecógrafo, y pasa otro instrumento raro en mi vientre, revolviéndolo y haciéndome cosquillas. No puedo evitar reír como loca, aunque el gel pegajoso que embarró me hace sentir incómoda.

—Niña, por Dios, ¡compórtate!—dice mi mamá, pellizcándome mientras esboza una sonrisa, como en los viejos tiempos.

Cuando mi estupidez me permite poner atención, veo que la pantalla negra se va aclarando poco a poco. Bueno, al menos eso es lo que dice Roberto ya que según él, el bebé también se estaba moviendo mucho. Si, seguro también estaba riendo, creo.

—Muy bien señoritas, al parecer todo está en orden—comenta el él, y luego, señala un punto en la pantalla. —Ahora, si se fijan en donde está mi dedo, podrán ver al protagonista de la tarde: el bebé de Ceci.

Yo, Cecilia...Where stories live. Discover now