Capítulo 19

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CAPÍTULO 19

Hay un dicho sabiondo que dice que si la vida te da limones, hagas limonada. Otro, que si te da la espalda, le agarres las nalgas. ¡Al diablo con esa frase! En realidad, son dichos campiranos inventados por gente mediocre que piensa que la vida es muy fácil. Aquí entre nos, puedo decirles que yo he tratado de hacer de todo con los jodidos limones y las nalgas de la vida, pero aún así sigo estancada en lo mismo. Ya saben: depresión, opresión o como quiera que le llamen a eso de sentirse triste la mayor parte del tiempo. No es una tristeza que se pueda opacar cantando a Cat Stevens una tarde entera. Esta vez presiento que es algo terapéuticamente más serio.

A pesar de todo eso, hoy no es precisamente un buen día para actuar suicida o psicótica, menos cuando mi mejor amiga está a punto de vivir una de sus glorias soñadas.

—¡Rómpete una pierna Andy!—alcanzó a gritarle, y ella me manda un beso.

Creo que en las películas gritan eso para desear buena suerte a la hora de salir al escenario. Han pasado tres tortuosas semanas y estamos en el Concurso Intercolegial de Baile Estatal. Suena importante, ¿verdad?, aunque no es tan espectacular como los concursos de baile de la televisión.

Sonrío al despedirme de mi amiga solo para no poner mi cara obvia de tristeza, sobre todo porque antes de irse, me ha dicho algo muy cierto:

—Cómo me hubiera gustado que tú también bailaras hoy.

Andy tiene razón, deberíamos estar juntas, pasando exactamente por lo mismo: tonteando por los nervios de salir a escena, sacarnos fotografías con esos disfraces ridículos que diseñó Becky. Cagué todo, incluso mi participación en el condenado concurso al lado de mi mejor amiga.

Me dirijo a las gradas del gran auditorio junto con Iker y David un poco antes de que comience el evento. Apartándonos los lugares, está un chico, no sé quién es. Olvidé su nombre.

—Cada día eres más astuta a la hora de ignorarlo—susurra Iker en mi oído.

El presentador ha comenzado, los aplausos impiden que escuche hasta mi pensamiento, o en este caso, la afirmación dramática de Iker.

—¿A quién dices que ignoro?—pregunto, haciendo que él suelte una carcajada.

—A Nicolás. Mi mejor amigo, tu ex novio, derramaban miel, etcétera, etcétera. Si lo recuerdas, ¿no?

—Ah, claro. Él...—señalo a Nicolás deliberadamente, rodando los ojos.

Nico voltea mirándome feo, no puede creer que le haya lanzado mi famosa mirada de odio. No me importa lo que piense de mí, mucho más si como dijo Iker, lo ignoro desde hace días. Es lo único que puedo hacer en este caso: pasar de él para no sentirme mal. Hacer como que no existe se me da muy bien. Iker no puede evitar reírse ante mi desplante y me alborota el cabello para tratar de molestarme. Juro que si no fuera ya parte de la manada, ya mismo me hubiera encargado de regresarle su broma con uno de los trucos que Chris me ha enseñado.

Me olvido de la venganza hacia Iker cuando presentan al primer grupo, que por el recatado atuendo es obvio que son de la Preparatoria Católica del Centro. No bailan mal, pero la falta de movimientos sexys y la canción de "Jesús es la Onda" seguro les restará puntos. Es obvio, la mayoría de los jueces son hombres. Además, por la cara que ponen al escuchar la canción, seguro también son ateos.

Los demás grupos van pasando uno a uno, seguidos de muchísimos aplausos y porras de sus respectivas escuelas.  El despliegue de talento y parafernalia es apabullante, haciéndonos saber al instante que se gastaron el presupuesto escolar en glitter y mallas de baile. Después de ver otras actuaciones, todos ponen atención al que parece el grupo estelar de la tarde: el Colegio Español—No sé porqué cada que escucho ese nombre, siento que saldrán bailando flamenco—, las grandes favoritas del concurso.

Yo, Cecilia...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora