Parte XII: Liberación

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Parte XII: Liberación

Kiera's POV

Mis labios estaban hinchados y húmedos, no podía parar de besar a Caleb. Era dulce, excitante, exquisito. Respiraba entrecortadamente cada vez que nos alejabamos, y aprovechaba para perderme en sus ojos miel y verde.

Era tan perfecto.

Acaricié su marcada mandíbula, subiendo hasta su mejilla y perfilando el contorno de su ceja. Sentía que al fin era libre; que no debía esconderme más, que no debía volver a tener miedo ni de rechazarme a mi misma. La sangre que fluye por mis venas... ¿por qué debía rechazarla? Entonces, al pensar eso, un calor comenzó a emanar en mi pecho, extendiéndose al resto de mi cuerpo.

-Cumpliré con tu orden cuando amanezca -sonreí, totalmente convencida de lo que iba a hacer-. ¿Te vas o quieres mirar?

Su burlona sonrisa me dio a entender que elegía la segunda opción, y le devolví la ancha sonrisa. Me separé de su lado y me puse en pie para ir hasta el baño personal que había en mi habitación. Vi mi rostro en el espejo, brillante y sonrojado, y sentí mi corazón palpitar expectante.

¡Estaba ansiosa!

Rápidamente, dividí mi cabello en dos mitades e hice dos pequeñas trenzas en mi dorado pelo, una a cada lado. Luego, ante la expectante mirada de Caleb, mirándome sentado desde mi cama, corrí hasta mi armario y lo abrí para rebuscar en el fondo de mis cosas. Aún recordaba cuando entré en el almacén de mi padre y los robé, escondiéndolos bajo mi ropa por si los necesitaba algún día.

Ese día había llegado. Y, joder, cuánto deseaba que llegara.

Los puños americanos, con pinchos en cada curva de los dedos, relucían en la oscuridad. Me relamí cuando los puse en ambas manos y apreté mis puños, sintiendo el frío metal en mi piel.

Caleb me miró con los ojos brillosos al ver mi arma y yo sólo pude sonreír como desquiciada al imaginar lo que podría hacer con ellas.

-Prepara tus cosas, nos iremos después de que hagas lo que vayas a hacer al amanecer -dijo, con una sonrisa en la boca-. Estoy deseando ver qué tienes en mente.

***

Cuando escuché el tan familiar sonido de la puerta de entrada cerrarse, supe que mi padre se había ido al trabajo. Por lo tanto, volvía a estar sola con mi madrastra de nuevo, y eso sólo significaba que no tardaría nada en subir hasta aquí.

"Perfecto".

Volví a acariciar el rostro de Caleb, que dormía plácidamente a mi lado. Abrió los ojos con lentitud cuando rocé sus labios, y a continuación quedó mirándome fíjamente mientras yo sonreía como loca. No pude pegar ojo, y mucho menos hacer desaparecer esa mueca de alegría en mi rostro.

Escuché el crujir de las escaleras con fuerza, y cuando ella pisó el pasillo, comenzó a gritar mi nombre con fuerza. Para mi era algo normal; una costumbre cada mañana, pero para Caleb que me miró con duda, le debía parecer algo increíble.

-¡Niña, despierta de una maldita vez! ¡Quiero que te vayas cuanto antes de aquí o te saco de los pelos! -vociferó ella.

Caleb frunció su ceño ante las palabras de mi madre adoptiva, y con una aún más extensa sonrisa, posé mi dedo índice sobre sus labios en señal de que guardara silencio. Me levanté de un salto del colchón e hice chocar mis puños entre sí, haciendo un eco metálico resonar en la habitación. Di dos vueltas mientras caminaba con alegría, totalmente eufórica, y desbloqueé la puerta para abrirla.

Ella empujó de ésta con fuerza para entrar en el interior a por mí, pero cuando dirigió su vista a la cama y vio a Caleb, su ceño fruncido cambió a una expresión de perplejidad.

El despertar de Caleb |PAUSADA|Where stories live. Discover now