Capítulo 9.

112 5 2
                                    

—No. Me. Jodas. —Dice Alexa mientras entramos al restaurant que hemos decidido visitar hoy después de que pasara por mí al bufete.

—¿Qué pasa? —Digo después de que el encargado nos da la autorización para ir a la mesa que he reservado antes de salir con mi mejor amiga. Miro hacia donde ella lo hace y me congelo en el sitio.

Damian y Olivia vienen hacia nosotros y... Él tiene su mano en la espalda ajena.

Pero, ¿por qué me sorprende tanto? Si al caso vamos es más que obvio que volvieron, y me alegra. Sólo espero que no le cuente sobre nuestro desliz, estaban separados, pero aún así resultaría desagradable.

Ambos deparan en nosotras y creo que quiero esconder mi cabeza bajo la primera mesa que está al alcance. Su novia me da una mirada y yo maldigo a mi amigo internamente, ya lo sabe. Se lo ha contado. La manera en la que me ha estudiado me dice que así es.

—Señoritas, ¿sucede algo? —Pregunta quien nos atendió antes, debemos dar la impresión de ser dos estatuas aquí paradas. Alexa le responde con amabilidad y cuando termina yo empiezo a caminar, ella me sigue.

Tendremos que pasar junto a ellos y justamente ahora es de las cosas que menos me apetece.

Siento la mirada de Damian sobre mi y reprimo las ganas de golpearle su lindo rostro. Imbécil. Mantengo la compostura y sigo caminando.

—Buenas tardes. —Murmuro y sigo mi camino. Alexa viene detrás de mí y cuando tomo asiento en nuestra mesa evito mirar en la dirección de la pareja re-formada. Casi quiero reír por mi tontería.

—Se han ido, y él no ha quitado la mano de su cuerpo. —Chilla Alexa indignada y yo me dedico a hablar con el camarero y darle a conocer lo que querré—. Mel, ¿no te molesta?

La miro y después niego.

—¿Por qué debería hacerlo? Es su vida. —Señalo hacia el hombre todavía de pie junto a nosotras—. Ahora pide y deja de hacerlo esperar que debe tener otras cosas que hacer.

El camarero sonríe aún cuando ella pide y hasta al retirarse. Luce su inmaculada dentadura con orgullo.

—¿Hablas enserio? ¿No te molestó? —Le doy una expresión cansada—. ¿Ni un poco?

—Te dije que no, es su vida.

—¡Pero ustedes se acostaron! —Habla más fuerte de lo que hubiese querido y yo miro a todas partes, afortunadamente o nadie nos escuchó o se hacen los que no lo hicieron.

Ahora si me molesto un poco.

—Podrías bajar la voz y dejar el tema de una buena vez, Alexa, por favor. —Gruño.

—Lo siento, no quise gritarlo. —Se disculpa con el ceño fruncido—. Sólo que pensé que como no se hablan desde el fin de semana, verlo, y más aún encontrarlos juntos, crearía una reacción en ti.

—Pero no lo hizo. —Bufo cuando con su rostro me indica que no me cree—. Como te dije el viernes, lo sospechaba así que no es sorpresa alguna. ¿Qué pensabas que haría? ¿Gritarle, insultarlo, tirarle agua al rostro...? —Me burlo.

—Esto es un tema serio, Melinda.

—¿Por qué?

—Porque ustedes —Esta vez sí se mide—, lo hicieron y su relación cambió.

—Nada ha cambiado. —O eso quiero creer.

—¿No? ¿Me crees retrasada?

—Alexa, ya para con esto. —Veo al camarero venir con nuestras órdenes y creo que es un ángel, por lo menos me salvará de la lengua de mi mejor amiga unos minutos, y tendré la excusa para mandarla a callar: La hora de la comida es sagrada y en ésta no se discute.

El DeslizWhere stories live. Discover now