4 - Agosto - 2016

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Le miré y no noté en sus ojos el dolor y el peso de todo lo que estaba obligada a cargar, lo ignore. La rabia de mi propia impotencia nublaba mis ojos mientras ella sufría entre toda esa mierda de vida que había decidido soportar, ¿Cómo es que fui tan ciego? ¿Cómo es que no la arropé entre mis brazos? ¿Cómo es que sólo me vi a mi? Tal vez fue mí propio dolor y mí egoísmo, pero ahí estaba, sufriendo, pidiendo a gritos que la protegiera, rogando que corriera a sus brazos y le jurara que nada podría lastimarla mientras se encontrará en medio de nuestro pequeño infinito, pero sólo la miré recrinandole que prefiriera sufrir lejos de mi.

No negaré que deseaba que fuera ella quien me gritara que necesitaba de mi protección, de la paz que conseguía en mis labios, pero la verdad ella sólo deseaba que le viera su dolor, que sintiera con mis dedos lo atrapada que se sentía en medio de una guerra que no deseaba vivir, que entendiera que detrás de su mirar comprensivo y su paciencia, también se escondía una tristeza que nada ni nadie podría desaparecer...

LECTURAS RÁPIDAS SENTIMIENTOS CLAROSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora