Capítulo VIII: Las preguntas me confunden (Creo... ¿?)

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Tenía un fuerte dolor de cabeza que me punzaba las sienes, sentía que mis puños ardían y cada sonido me retumbaba en la cabeza.

Abrí mis ojos lentamente, estaba en mi habitación la reconocí de inmediato, aunque esta se hallara en penumbras. 

-¡Sophie! – la voz de Gerard retumbó fuertemente en mi cabeza. No me había dado cuenta, pero él estaba sentado a los pies de mi cama. - ¿te sientes bien?

-Me sentiría mejor si dejaras de hablar tan fuerte –cerré los ojos y comencé a hacer pequeños círculos con las yemas de mis dedos en las sienes. 

-Lo lamento…- su voz fue un murmullo. – iré a buscar a tu mamá.

-¡no! Su voz me hará doler más la cabeza, no vayas.

-Ok, Ok. 

-¿Qué me pasó? – pregunté aún medio confundida.

-Em…te desmayaste - su voz sonó un tanto extraña.

-¿me desmayé? ¿por qué me…? – no alcancé a formular la pregunta pues todo vino a mí con claridad. La carta, la canción, las paredes, el llanto y por sobre todo el dolor…

-¿Sophie? ¿Qué tienes?

Gerard se puso a mi lado. Quien sabe que cosa estaba reflejando mi cara pues noté que en la suya había mucha preocupación.

-Sophie, háblame, ¿Sophie?

-No debería haber leído esa carta…- murmuré.

-Tranquila, todo pasará…- Gerard me abrazó fuertemente y eso se sintió muy bien.

Hice que Gerard se acomodara junto a mí, me gustaba tenerlo cerca. Y pensar que antes lo único que quería era que se alejara.

-parece que alguien tiene hambre – Gerard se rió del gruñido de mi estómago. – iré a buscarte algo para comer. – él se puso de pie pero antes de salir encendió la luz.

Al verme sola en la habitación sentí que las paredes se me hacían más chicas, que el dolor me invadía nuevamente. Pero, otra vez, esto era producto de mi imaginación. 

Desde que Gerard me había encontrado en el parque sentía la necesidad de estar cerca de él todo el tiempo, me agradaba su compañía.

Él, se tardó bastante en regresar y eso no me gustaba porque quizá comenzaría con una nueva crisis y era lo que menos quería.

-ya regresé – Gerard entró por la puerta con un poco de dificultad, porque traía una bandeja con bastante comida.

-¿comerá un ejército? – pregunté cuando él se había sentado junto a mí en la cama.

-No, pero estoy casi seguro de que tú te comerás todo esto.

-No sé…parecer haber bastante…- miré la comida un poco insegura. – a ver…- iba a tomar el tenedor pero Gerard me lo quitó de las manos. 

-No, no, yo te daré la comida

-¿Qué?

-Que yo te daré la comida..

Estuvimos un rato discutiendo sobre el tema de la comida. Finalmente, Gerard resultó vencedor.

-y esta es la última – dijo Gerard y me dio la última porción de la comida. Era increíble pero yo me había comido TODO.

-No puedo comer más…- dije luego de haberme tragado la comida.

-Eres una buena niña! Te comiste toda la comida!

Dulce y AmargoOù les histoires vivent. Découvrez maintenant