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Escuché como alguien daba tímidos golpes a mi puerta y cuando me gire estaba Anna observandome con la boca abierta.
— Yo... Esperaré. — Dijo con la cara totalmente roja y tartamudeando.
Una sonrisa se me escapó, la chica era graciosa cuanto menos, simplemente me había visto sin camisa y ya actuaba como si todo estuviera mal. No negaré que una chica inocente tiene su atractivo, pero nunca conocí a nadie como Anna. ¿Habrían mas chicas así?

Finalmente salí de la habitación, su cara ya tenía un poco menos de color pero seguía siendo un poco rosada, le di una sonrisa que a mi parecer era tranquilizadora pero ella no debió entenderlo así por la mirada que me devolvió.
— Fue sin querer, — suspiró — lo prometo. Y ahora deja de burlarte. — Esta vez lo dijo un poco mas enfadada y el color volvió a sus mejillas. Lo cual causaba aún mas risa en mi.
— Y bueno tomatito que querías de mi, antes de darte cuenta de lo guapo que soy y de mis maravillosos... — Me cortó sin dejarme acabar la frase.
— Es que no sabía donde estaba la cocina. — Comentó como si fuera lo mas lógico del mundo y yo fuera estúpido - que tenía razón, pero para variar no se la daría tan fácilmente. - Suspiré.

— Sígueme, que poco aventurera eres de verdad. — Escuche su dulce risa de niña pequeña mientras yo seguía murmurando maldiciones sin sentido.

Cuando llegamos a la cocina estaba Andy tratando de cocinar unos crepes.
Y digo tratando por que había quemado la gran mayoría.

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