Capítulo doce

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Cuando Stiles escucha que tocan el timbre de la puerta en su casa, se extraña por completo, ya es tarde y su papá nunca toca el timbre. A tientas, rebusca en el armario su apreciado bate, lo ase con fuerza entre sus manos y se acerca al borde de las escaleras para escuchar mejor. No tiene idea de lo que va a hacer pero lanzará golpes a diestra y siniestra de ser necesario hasta acabar con el peligro.

Baja con cuidado el primer escalón, logra escuchar a su madre preguntar «¿Quién es?», está bajando el segundo escalón cuando escucha la respuesta.

Se queda congelado en el sitio.

Esperaba a un ladrón, un secuestrador, un pandillero, al mismísimo presidente, pero no esperaba a Talia Hale.

Durante un instante, duda entre regresar a su habitación o bajar a la sala; sin embargo, sospecha que bajar sólo hará que su madre lo regrese de nuevo a su habitación, así que se dispone a subir de nuevo pero la curiosidad le gana y se queda ahí parado, escuchando el intercambio de palabras entre su madre y la señora Hale.

Está completamente dispuesto a escuchar la plática entera, pero en ese momento su madre ofrece vino a la visita y sabe que para servirlo debe entrar a la cocina y para llegar a ella tiene que pasar frente a las escaleras, lo cual conlleva al hecho de ser descubierto fisgoneando.

Se dirige lo más rápida y silenciosamente posible a su habitación y ahí se encierra, no tiene una idea de para qué fue la mamá de Derek a su casa y la curiosidad lo está matando puesto que jamás antes su madre y ella habían hablado, mas no puede hacer nada para enterarse.

Se recuesta boca arriba en su cama, con las manos en la cabeza, escuchando los murmullos que llegan de la planta baja pero sin entender alguno.

Pasa tal vez una hora hasta que escucha que la señora Hale se va y otros diez minutos antes de escuchar a su madre subir las escaleras.

Él aún sigue molesto por lo de la mañana y espera que ella no quiera venir a darle un sermón sobre lo mal que está intentar cumplir sus sueños.

Su madre toca levemente con sus nudillos la puerta.

—Pasa —dice él, y escucha que abren la puerta.

—Stiles...

—¿Qué? —pregunta cortante.

—Estuve pensando... —El tono de voz de su madre es tímido y tranquilo.

—¿Sí, mamá?

—Estuve pensando que quizás sí podrías continuar corriendo con Derek.

Stiles se levanta de golpe de su cama, se sienta en ella y voltea la cara hacia donde proviene la voz de su madre. Está estupefacto, desconcertado, sorprendido y todos los sinónimos habidos y por haber.

¿De verdad su madre cede sin la intervención de su papá?

—Yo creo —continúa Claudia— que podemos darle otra oportunidad.

Stiles suelta una risa incrédula y se levanta para abrazar fuertemente a su mamá, ella corresponde gustosa el abrazo.

—Gracias, mamá —dice el chico, con el corazón en la mano, pero entonces nota un olor peculiar—. ¿Estás bien?

—Sí —responde Claudia y se separa un poco de él—, ¿por qué preguntas?

—Hueles como papá en las cenas navideñas.

Su mamá suelta una risita nerviosa.

—Sí, yo... Yo sólo... Quiero que sepas que estoy muy orgullosa de ti, ¿de acuerdo?

Running to your heartWhere stories live. Discover now