Capítulo segundo.

6.1K 462 3
                                    


No hay incendio
como la pasión, no hay
ningún mal como el odio.

Buda.


Capítulo Segundo: La pasión de las violetas.

8 de Septiembre de 2010.

Mya:

Se desperezó con un gemido y estiró su desnudez sobre las sábanas de seda. Era el día.

Se levantó de un salto y bajó las escaleras, atrapando una ligera bata corta del armario. Adoraba aquel caserón, le resultaba demasiado familiar y acogedor, como si hubiera vivido siempre allí.

Sacó una caja de galletas y se sirvió un gran tazón de café, que bebió con tranquilidad sentada sobre la encimera de la cocina. Cogió el diario que aún permanecía en la mochila desde el día de su llegada y lo abrió por una página cualquiera.

"5 de Agosto de 1730

El baile terminó de madrugada. Fue maravilloso.

Intenté que el resto de ladys no se percataran de nada, bailé con Lord Dodswroth, Lord Riverville y Lord Thysson, pero me retiré después al sentir su mirada en mí. Estaba segura de que él conocía la reacción que provocaban en mí sus ojos posesivos, sabía del tembleque de mis manos y mi sonrisa nerviosa.

Dios sabe que siempre supe controlar mis reacciones tal y como me habían enseñado... hasta que le conocí.

Ya creía que no se acercaría a mí cuando, derrotada, me senté junto a Lady Myrror. Estaba dispuesta a aguantar su parloteo constante para distraerme. No quería ver cómo bailaba con otras mujeres, no soportaba el hecho de que tocara a otra que no fuera yo.

De repente, sucedió. Sí. Su amplia mano se extendió frente a mí y se inclinó con una maravillosa sonrisa en los labios.

- ¿Me concede este baile, milady?

Su voz firme y seductora envió llamaradas de deseo por cada fibra de mi piel, y temí que Lady Myrror se diera cuenta, por lo que me levanté con rapidez y tomé su mano.

- Con gusto, milord.- contesté con un hilo de voz.

No puedo evitar comportarme indecorosamente cuando se acerca, y él lo sabe.

Me condujo con facilidad hacia el centro de la pista y nos unimos al resto de parejas, rodeó mi cintura con el brazo libre y nos hizo girar elegantemente.

- Borre esa sonrisa, milord, la gente nos mira.

Él sonrió aún más, mostrando los dulces hoyuelos de sus mejillas. Adora provocar mi vergüenza.

- Yo le pediré, al contrario, que sonría para mí.- me acercó más a su cálido cuerpo sin apartar la mirada- Ya sabe lo feliz que me hace.

Intenté controlar los temblores de mis manos, pero lo sintió.

No pude evitar apoyar la mejilla contra su pecho.

- Sois tan deliciosa, mi duquesa.

¿Cómo voy a olvidarlo? ¿Cómo voy a evitar amarlo así?"

- Deberías haberlo olvidado, Sophie.- musitó con odio.

La lectura le dio las fuerzas suficientes para vestirse con rapidez y salir a la calle dispuesta a afrontar su primer día social en aquella zona perdida.

Sábanas rojas, Sangre azul © FINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora