Capítulo 7 - Viaje a caballo

490 48 7
                                    

- En realidad, sería muy arriesgado - acordó, desesperada, pero incapaz de encontrar una solución. - Tengo que tratar de llegar al siguiente puesto de seguridad a ver si encuentro alguién con un sentido de primeros auxilios. Si ellos tiene un helicóptero ...

- Podemos ir juntos. Seguro usted, para que no caiga.

                    Silvia vaciló. Miró el avión y entonces el reloj y finalmente asintió:

- Muy bien, vamos!

                    Mientras Jorge estaba preparando el caballo, Silvia estaba esperando en la puerta.

                   Cuando Jorge volvió, ella montó en el animal con la ayuda de él, manteniendo las dos piernas en el mismo lado.

- Gracias - dijo.

- Pasa una pierna al otro lado.

                     Ella lo hizo, y luego Jorge también montó. Pronto el caballo estaba en movimiento, las piernas de Jorge tocaban la piel de Silvia, a dejando sin aire y muy perturbada.

                     Silvia sintió Jorge montando al mismo ritmo que ella y no pudo evitar pensar en lo mucho que era viril con esos músculos fuertes y el pecho largo.

                    Para su suerte, en los primeros veinte minutos Silvia aún se  mostraba dominada por temores de los niños. Sin embargo, poco a poco los alejo convenciéndose gradualmente que el caballo fue domesticado y Jorge podía dominarlo a la perfección. Entonces empezó a respirar normalmente.

                     Durante los siguientes veinte minutos observó el bosque y el paisaje salvaje. Relajando más, sintió la proximidad de Jorge.

                     Silvia comenzó a soñar despierta. Se veía secuestrada por un bandido atractivo, que se la llevó a un lugar que nunca antes fuera explorado. Allí se haría en su novia eterna, en una fiesta compartida con todos los demás bandidos, que comerían y beberían celebrando a su felicidad. Al final de la fiesta, él a llevaría en una tienda, y en una cama hecha de piel de animales le diría que en ese momento nada impediría que ella fuera suya.

                       Él la abrazaría y besaría apasionadamente y en medio a los gemidos quitaría su vestido rápidamente. Ella iba desabrochar los botones de su camisa mientras besaba cada parte de su perfecto abdomen. Por fin sacaría sus pantalones tan rápido como podía y cuando finalmente estuviesen desnudos ...
***************************
                    Jorge fue detenido por muchos pensamientos. En sus planes pasaría el resto del día leyendo uno de sus libros, y cuando por fin oscureciese prepararía algo para la cena. Pero cuando supo que en algún lugar en el cielo por encima de su cabaña un avión estaba con problemas, sabía que sus planes tendrían que cambiar un poco.

                       Cuando vio Silvia bajar del avión sintió un poco de alivio. Al menos no era alguien que no conocía. Ella estaba bién y eso también lo tranquilizó. Al ofrecer su caballo para que ella llevase la inyección nunca imaginó que terminarían allí en ese caballo y con ella sentada tan cerca de él. Los pechos de ella tocaban en su espalda y el calor de su aliento llegaba hasta su cuello y él hizo lo posible para centrarse en la manera de no perderse en pensamientos impuros. Ella estaba muy tranquila y el viaje ya había durado veinte minutos. Estaría despierta?

- ¡No duermas! - Jorge la despertó.

- No voy a dormir ... no esta noche - Silvia susurró en sueños.

- Estoy hablando de este momento. Usted está pesada - dijo bruscamente.

                    Silvia se enderezó en la celda, asustada por el animal que comenzó a galopar y también con Jorge.

                    Él al darse cuenta de que tenía miedo, le preguntó:

- ¿Qué te pasa?

- Lo siento ... estaba soñando despierta ... y no he visto que estaba a punto de caer sobre ti. ¿Está todo bien? - Ella preguntó, tratando de tranquilizarlo.

- Mejor nos detenemos un poco para que Rayo descanse - Jorge dijo, tirando las riendas.

                     Dio un salto y poco después la ayudó a hacer lo mismo. En los primeros momentos en el suelo, ninguno de ellos sabía qué decir ni qué hacer. Fue Silvia quien habló primero.

- Ese es su nombre?

                      Jorge desenganchó las riendas, guió al animal a un lugar donde había hierba y luego respondió:

- Sí.

- Parece ser dócil ... - dijo - ... como tú.

- No invente cualidades para mí - Jorge habló con dureza. Luego se sentó, sacó dos sándwiches de la bolsa y le dijo que se sentara también.

- No estoy equivocada. Puedo ver por mí misma que yo no estoy - dije, aceptando el sándwich de carne que él ofreció. - Fue una gran idea traer sándwiches. Debe haber deducido que yo no tenía tiempo para comer el almuerzo de hoy, porque tenía que ir a la ciudad para hablar con el médico antes de la aterrizaje en su casa. Gracias - añadió, decidida a demostrar gratitud.

                   Comieron en silencio, y luego después Silvia dijo:

- Mejor que nos vayamos. El suero ... - Y se puso de pie.

                   Pero en ese momento, Jorge también se puso de pie, y sus labios quedaron muy cerca del punto que se sentía su aliento. Luego él se inclinó hacia adelante, sosteniendo sus brazos y la besó con suavidad, pero con mucho deseo.

Entre las MontañasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora