Sueño

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No es más que una estúpida mocosa jugando a ser la heroína. Gendry salió corriendo del establo, dejando a Nymeria en el pequeño compartimento. Sería muy peligroso dejarla suelta si viera a su amiga en condiciones deplorables; y a la gente le asustaría bastante verla.

Siguió los pasos de Pastel Caliente que le conducieron a Antheny, donde el hombre recogía el pelo con su mano y miraba al suelo, preocupado. Arya, es todo en lo que Gendry podía pensar en ese momento. No podía encontrarla al borde de la muerte de nuevo; no puede pasar por todo eso de nuevo. Ha tenido bastante suerte todas esas ocasiones, con Jeyne como curandera y un pueblo dispuesto a curarla, pero esta vez... No había ningún maestre ni curandero entre los pueblerinos, y tampoco había nadie cerca de la posada. Todos los curanderos están muertos. Gendry apretaba tanto la mandíbula que le empezaba a doler.

—Hemos encontrado a la chica —dijo el panadero, inseguro de sus propias palabras—. No está muy lejos de aquí, pero no sé si podremos siquiera traerla. Está gravemente herida, Gendry, y podría ser una futura fuente de enfermedades. No sé... No sé si llegará a sobrevivir.

Sobrevivir, es una palabra tan desconocida para él y a la vez tan real. Cuando Arya lo abandonó por primera vez, le dijeron que la debería olvidar porque no iba a sobrevivir. Pero apareció de nuevo en su vida, y no la iba a dejar ir tan fácilmente esta vez.

—Me da igual. Quiero verla —tenía que estar con ella siempre, y ayudarla. Le faltaba tan poco para cumplir su sueño, pensó él, arrepentido. Tan poco...—.

Antheny le miró por última vez y después a sus compañeros, y ellos llevaron a Gendry fuera de la posada, para luego sumergirse en el bosque, amigable de nuevo. Pastel Caliente fue con ellos, alegando que era su amiga y quería ayudarla también, a pesar de que Gendry le avisó de que podría haber mucha sangre en el lugar.

—Soy un hombre, Gendry —dijo casi ofendido—. No todos somos tan brutos como tú, pero estoy acostumbrado a desangrar riñones; he visto bastante de sangre.

Como el panadero había dicho, Arya no estaba muy lejos de la posada, lo cual hizo sentir a Gendry peor. Podría haberla salvado sin desviarme mucho del bosque. Podía ver la huellas de mano grabadas con sangre y se imaginaba a Arya corriendo por los bosques, huyendo sigilosamente pero sus propias heridas la delataban. En ese momento quería pegar a alguien, o un árbol.

Cuando llegaron, la encontraron tirada en el suelo de costado, con la tierra empapada de sangre seca y oxidada. Su pelo castaño y largo que a Gendry tanto le gustaba estaba enredado como una maraña y tenía sangre aún saliendo de su pierna, indicando que la herida mortal había salido de ahí. Llevaba un vestido gris, y en ese momento comprendió que algo no encajaba; Arya no se llevó ni un vestido desde que se fueron de ese pueblo. Sospechoso, se acercó para mirar más detenidamente su rostro. La nariz es demasiado respingona donde la de Arya era mucho más recta, y sus labios eran muchos más voluminosos. Esos labios, con los que él soñaba tanto, su cuerpo adicto a ellos sin probarlos, no eran los finos labios que estaba viendo. Pastel Caliente se acercó también y observó durante un momento el rostro y sacó sus propias conclusiones.

—No parece Arya —parecía inseguro e incierto—.

—Es que no es Arya —Gendry se puso en pie para mirar por última vez su rostro. No es ella, para nada—. Y no está herida, está muerta.

Esta vez sí se acercó a un árbol y lo golpeó con todas sus fuerzas contra la corteza, dejando sus nudillos sangrando y el árbol intacto.

—-Mierda, mierda, mierda —Está perdida. La chica tenía un hilo de sangre colgando de la comisura de su boca, indicando que su muerte no fue amena ni rápida. Su rostro lleno de dolor lo explica—.

El Camino RealWhere stories live. Discover now