La muerte.

34 7 3
                                    

Si no les interesan las cosas personales que les pasan a los demás, simplemente no lean. No quiero malos comentarios después de esto. 



Les voy a contar una historia; comienza así:  


Han sido las dos peores semanas de mi vida, hasta ahora. 


Mi familia es muy grande. Tanto por parte de mamá y por parte de papá, pero estoy más apegada a la familia de mi mamá (esa es otra historia). En total, incluyendo mi mamá, mi nona o abuela, como quieran) tuvo siete hijos. Uno de ellos fue sacerdote, quien me bautizó, y lo mataron de un disparo en la cabeza cuando yo tenía uno o dos años. Estuvo desaparecido tres días y después lo encontraron tirado en un monte, al lado de un río. Yo tenía dos años, no me acuerdo de él, pero veo sus fotos, visito su tumba y siempre que se menciona en familia me pongo triste porque soy una persona demasiado sensible. 

A lo que quiero llegar con esto es que, yo nunca experimenté la muerte de cerca. Siempre supe que a mi tío lo habían matado, pero como yo era una bebé, no recuerdo nada. En los dieciocho años que tengo, no experimenté la muerte de un amigo, de un familiar cercano, de un conocido. Nada. 


Hace dos años el esposo de mi tía, quien es mi tío político en sí, pero era como un mejor amigo para mí, comenzó con un dolor en el cuello. Los médicos no le dieron importancia a eso hasta el año pasado, que una pelota horrible comenzó a crecerle por la parte de atrás de la cabeza. 

Entonces de la nada descubrieron que era un tumor, y que tenía cáncer. 

En sí no sabían qué tipo de cáncer era, pero ahí estaba. Comenzó con tratamientos, pastillas, inyecciones, hasta que el tumor creció tanto y el dolor era tan insoportable que tuvieron que operarlo. Luego de la operación él estuvo bien. No le dolía nada y podía trabajar sin problema, pero entonces le hicieron una radioterapia y desde allí las cosas empeoraron. 

Descubrieron que el tumor había alcanzado no sé cuántas vértebras y que había hecho metástasis en el cerebro y ambos pulmones en un 85% cada uno. 

Comenzó a perder peso, la masa muscular era tan mínima que a veces no era capaz de levantarse y sostenerse. La respiración comenzó a fallarle a tal punto que debía utilizar oxígeno las veinticuatro horas. Pastilla tras pastilla todo el tiempo. Inyección tras inyección para reducir los dolores. Mi tía trabajaba y la jefa fue una desgraciada que no le daba días para que cuidara de él, por lo que uno de mis tíos tuvo que viajar hasta allí y vivir con ellos para remplazarlo en el trabajo y ayudarlo mientras ella no estaba. Él y mi tía tenían una hija que hasta ahora solo tiene cinco años, mientras que mi tía tuvo un niño su anterior esposo, que ahora tiene catorce, y vive con ellos. 

Mi tía cumplió años hace dos semanas, así que mi mamá, otra tía y mi nona viajaron hasta allá, porque eran conscientes del estado de salud deplorable que pasaba mi tío. Él ya estaba en sus últimas, así que cuando iban a devolverse, mi nona se quedó allí. 

No fue hasta el miércoles en la noche que la noticia nos llegó a todos.

Yo venía de la clase de baile a la que iba todos los miércoles. Llegué a mi casa y encontré a mi mamá llorando, preguntándome si tenía clases importantes los siguientes días. Cuando le pregunté por qué, me dijo que él había muerto. Y yo no le creí, a pesar de que ella lloraba. 

Mi mente quedó en blanco después de eso. La casa estaba en silencio y nadie quería decir nada. Fui a mi cuarto, normal, como si no me hubiesen dicho nada y cuando me asomé al closet vi los CD's que él me había regalado el año pasado. Y me di cuenta de lo que había pasado finalmente. Había muerto, no estaba más aquí.

Siempre me pregunté qué se sentiría la muerte de alguien al que quieres: las películas y los libros mienten, el sentimiento es mucho peor. El estar ahí, frente al ataúd de esa persona, viéndolo tan blanco, como si estuviese dormido... ese dolor no se compara con nada. El saber que no vas a volver a verlo nunca más, que no vas a escuchar su risa, sus comentarios graciosos, sus regaños, sus consejos, su voz. El dolor de ver a tus familiares lamentándose por eso tampoco se compara con nada. 

Mi tía no es la misma desde ese día, tal vez mi familia tampoco, y estoy completamente segura de que yo no soy la misma, también.

Esta es una de las razones por las que no estuve activa aquí, además de un maldito bloqueo. Si llegaron hasta aquí, gracias por leer. Sé que a ustedes nada de esto les importa y que debería guardarme estas cosas para mí misma, pero yo simplemente no me aguanté. Tenía que escribirlo en algún lado, no quería guardármelo. 

Gracias otra vez, y perdón si las incomodé. 






Fanor, te voy a extrañar como a nadie. Siento que esto es imposible todavía. No parece real.  Cada vez que veo  un buzzlightyear me acuerdo de ti y la tristeza vuelve a consumirme. Todavía soy masoquista y veo tus fotos y vuelvo a recordarte. Cada vez que veo a Sara me pregunto qué hubiese pasado si no te hubieras ido; no vas a verla crecer, no vas a ver cuando se gradúe del colegio ni cuando entre a la universidad, ni cuando se case. Ella dice que estás en el cielo y que de noche eres la estrella más brillante, que la cuidas desde arriba y que nos estás viendo a todos nosotros todo el tiempo. Desearía con todo de mí que esto no hubiese pasado. Sé que ya no sientes dolor y que estás en un mejor lugar, donde ya no hay angustia, ni miedo. Tengo miedo de olvidar tu voz. Ya no dejo que nadie más me llame con el apodo con el que tú siempre me llamabas por miedo a olvidarla completamente. Escuchar rock ya no es lo mismo sabiendo que ya no estás. Gracias por todo, por tanto que hiciste por mi, por acompañarme, por dejarme acompañarte. Perdón por no decirte tantas cosas cuando estabas aquí. Te voy a extrañar. 

El blog de MilaDove le storie prendono vita. Scoprilo ora