⚔️Capítulo XII⚔️

6.2K 538 12
                                    

―Sabía que íbamos a encontrarnos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

―Sabía que íbamos a encontrarnos. Pero admito que no estaba preparada para verte tan... cambiado. Eres todo un adulto ahora, Kevin.

―No sé qué decir. Estoy impresionado―omito tocarme la frente y tomarme la temperatura por causa del tremendo dolor de cabeza que estoy sintiendo en este preciso instante. Sucede cada vez que intento indagar en mi memoria. Es por eso que solo me conformo con recordar su rostro y no pensar demasiado―. ¿Ella está aquí como cómplice o víctima?―cuestiono sin medir la frialdad con la que reproduje esa indagación, mirando al imperturbable sargento.

Lara aparece en mi campo de visión y parece muy decepcionada y en desacuerdo con lo que acabo de decir.

―No culpes a Maricela si no eras consiente de lo que pasaba en esa mansión. Ahora comprendo mucha de sus reacciones, su silencio y porqué actuaba de manera muy distante. La reconocía como la mucama extraña. Ella evitaba mi mirada e ignoraba mis preguntas y súplicas. Sin embargo―voltea hacia la mujer mayor que parece reflexiva y, al final, observa a Lara como si acabara de reconocerla―. Tú fuiste la única persona, entre los empleados de... ese sujeto, que se arriesgó por mí. Después de que me dejaras la llave para salir de aquel escalofriante sótano. Supe que escapaste, eso me dio cierto alivio. Por ti.

―Infringí las normas de la mansión, desobedecí a mi patrón, él iba a asesinarme como hizo con Victoria y Malfred.

―¿Victoria?

Al escuchar esos nombres, Lara comienza a ponerse nerviosa, lo noto en su tono de voz y en su alarmante palidez.

―¿Acaso ella era...?

―Sí muchacha, la mucama que el patrón asesinó la noche en que después envió a Héctor y Gerard a encerrarte en ese pozo en medio del bosque. Malfred era el mayordomo.

―No puede ser―retrocede Lara, cubriéndose la boca y llorando desesperadamente―. Perdón, perdón. Yo no quería, juro que no era mi intención...

―Lara, Lara, cálmate―la toma de los hombros Jimena. En realidad todos la estamos rodeando―. Haya ocurrido lo que haya ocurrido en esa mansión, debes olvidarlo.

―Pero es que yo...―solloza y se oculta entre los brazos de Jimena―. Yo lo maté...―admite y siento una opresión en el pecho.

La tensión en el ambiente puede romperse con un solo martillazo. Y esparcirse en el espacio como las piezas de un retorcido rompecabezas.

―No te culpes muchacha, tú no tienes la culpa de absolutamente nada. Malfred no era un buen tipo, si él habría tenido la oportunidad de defenderse no dudes que la muerta en su lugar hubieses sido tú. El patrón no iba a molestarse con él si fuera el caso, ya que no era problema conseguirse otra.

―No diga las cosas así, señora―gruñe Bruno, encarándola.

Maricela ni se inmuta.

―Pero es la lamentosa realidad que hemos tenido que atravesar. La joven no tiene la culpa de que su reacción sea defenderse. Eras tú o él. Piénsalo así.

El hijo de la Bestia © [Tomo 1 y 2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora