Ramo 4: Agonicemos juntos

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Multimedia: Aléjate de mi- Camila. (Lo sé, como le doy con esa banda últimamente)

-Chloe, amor mío. No sé porque ahora más que nunca te extraño...- las lágrimas empezaron a salir poco a poco. -Te traigo girasoles cada de que vengo porque es la única forma de seguir sintiéndote pero... con el paso del tiempo... empiezo a creer que solo lo hago para no morir.- tomó aire, no se podía permitir llorar en frente de su amada.- Agonicemos juntos...

...

*Manos, manos por todas partes. Su cuerpo siendo corrompido frente al hombre que le entregó su corazón, esto tenía que ser una pesadilla ¿Cuántos monstruos la rodeaban?

Sentía mordidas, ningún roce sutil que le hiciera sentir que su cuerpo realmente valía algo. Había sido intercambiada por drogas ¿Quién diría? Su veneno lo intercambio por otro veneno.

Su corazón dolía, su pecho se oprimía, las lágrimas permanecían retenidas en sus ojos con miedo a salir. Los gritos ya habían destruido su garganta y el sonido ya no escapaba.

Quería morir. No encontraba aire que respirar.*

La castaña empezó a retorcerse en su cama al sentirse asfixiaba, buscaba aire, buscaba ayuda. Lo peor de una pesadilla es darte cuenta que siempre estuviste despierto.

Nathanaël se despertó viendo como la joven a su lado se estrangulaba así misma. Tenía los ojos sellados pero aun así podía ver el miedo que ella sentía y la carcomía. Odiaba verla así, el miedo lo consumía igual, el terror a lo que esa chica ocultaba lo invadía.

-Lila.- inquirió con un nudo en la garganta formado por todas las emociones que sentía. -¡Lila!- gritó al ver que no reaccionaba, como si ella misma se estuviera obligando a seguir en ese sueño. -¡Liiiilaaaa!- colocó su mano sobre su cuerpo, grave error. La joven muerta del pánico encajo con fuerza sus uñas en el brazo del pelirrojo, lo único que quería era no sentir más manos sobre ella. El rasguño le dejó una herida con poca gravedad pero que ardía, eso no importaba, tenía que sacarla de donde estaba. -¡Lila, soy yo, Nathanaël!- y de repente en medio de sus sueños hubo algo de luz, un ángel la había salvado. Al abrir sus ojos, pudo ver en su mirada lo que en ella habitaba. Muerte.

-Nath.- a penas fórmula con ese peso en su corazón matándola. Sin pensarlo mucho se acercó y se ató al cuerpo del joven que la veía paralizado. Se pego a su pecho en busca de su protección, de que al sentirlo todas esas manchas en su cuerpo desaparecieran, en busca de que su luz le fuera transmitida.

Imposible. Ella solo era una sombra que todos pisaban.

Sabía que ella solo era un pasatiempo para el mientras sanaba su corazón roto pero que importaba, ella no quería volver a estar a merced de ese hombre. Quería sentirse necesitada por alguien de verdad y eso era lo que ese chico le ofrecía.

Ella era su necesidad.

Ella era su deseo.

Ella era su tentación.

Ella era su recinto anti-dolor.

Ella era su remedio.

Ella era su pequeña luz.

Pero ella no era lo único que quería ser. Ella no era el amor de su vida.

Ni para qué confesarle todo lo que en ella provocaba.

Solo quería su silencio, era el lugar en donde ella podía vivir sin sentir todo ese terror consumiendo cada rincón de su alma. Por desgracia sabía que ese monstruo la volvería a encontrar y con eso, el brillo que ese pelirrojo aún poseía se vería destruido hasta quedar solo cenizas.

Chloe, eternal // Ladrien// Donde viven las historias. Descúbrelo ahora