Los mejores amigos

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Inesperadamente, su fallida cita con Ralph, había ayudado mucho a Rose, al día siguiente, Scorpius la estaba esperando a la salida de su torre, la llevó al gran comedor y desayunó en su mesa, rodeado de Gryffindors que los veían intrigados, por ver una serpiente en su mesa, y no cualquier serpiente: era el infame Scorpius Malfoy, que había pasado de ser una paria social a héroe de quidditch, al más odiado del colegio, y todo gracias a precisamente Rose Weasley, ya que después de su rompimiento con la pelirroja se había comenzado a portar así, y ahora viéndolos llegar juntos, compartir mesa como sin nada y partir como mejores amigos a su clase de pociones, donde se sentaron juntos también, era realmente extraño.

A Rose no le importaban los murmullos, había logrado lo que quería: la atención del rubio, y ahora no podría estar más agradecida con Ralph Boot por ser un patan.

Ella y Scorpius pasaban todo el día juntos, exceptuando las clases que no tenían juntos, pero de ahí en más, eran como siameses. Era fantástico aunque sumamente contraproducente. Rose se sentía cada día más enamorada del chico, que aunque había perdido su aire infantil e inocente para siempre, ya volvía a ser amable y a sonreír desde el fondo de su alma.

A veces, los chicos se juntaban con Albus, Helga y Hanna, que ya al parecer por fin había superado a Scorpius, a veces con los Slytherin Cameron y Aaron, a veces con las Gryffindors amigas de Rose, Gina y Miranda. Pero lo mejor que ocurrió en esos meses, fue que Rose y Scorpius se convirtieron en mejores amigos. Se conocían a la perfección, se entendían, se divertían, compartían intereses, se complementaban, todo era perfecto, salvo por el hecho de que Scorpius seguía comprometido con la bruja americana sangre limpia, que ahora Rose sabía se llamaba Samantha Calderón.

Ellos se escribían cada semana, parecían ser buenos amigos, pero... Así fue como Draco Malfoy terminó casado con Astoria Greengras, porque era su amiga y era "linda" y "buena persona"... Pero Rose no estaba dispuesta a ser Hermione en esta historia, dejando a su verdadero amor casado con otra mientras ella estaba casada con alguien que aunque significaba mucho para ella, no era el amor de su vida.

El cambio de Scorpius a persona normal, había logrado, entre muchas cosas más, que hacía mucho que ellos no se besaban. Su contacto desde Navidad no había sido gran cosa tampoco, y ella anhelaba los besos y caricias del Slytherin, que aún cuando estuvo en su modalidad de patán le supieron a gloria ¿a caso él no la extrañaba igual? Pero ella no se atrevía a dar el paso, no quería que él mal interpretara sus intenciones, ahora sabía que quería besarlo porque lo amaba, antes quería besarlo para averiguar qué sentía por él.

Y aunque no lo aparentaba, para el rubio la situación no era mucho más fácil. Desde que conoció a Samantha, le cayó muy bien, le gustó, pues para que negar que la chica era bonita, pero como lo había reflexionado aquel día en la torre de astronomía con Rose, no era "ella". Scorpius decidió conservar sus distancias con Rose, pero la verdad, no era feliz, y tampoco se estaba olvidando de ella. Seguía pendiente de ella, se había sentido nuevamente enojado y violento cuando vio a Boot tratando de besar a Rose a la fuerza, y su resolución de mantenerse alejado de ella se había ido a la mierda. Ahora que eran amigos, se había dado cuenta que sólo era realmente feliz cuando estaba con ella, con Rose. Y no importaba si sólo era abrazándola por las noches (aunque no lo había vuelto a hacer desde Navidad) o paseando por los pasillos del colegio, comiendo a su lado, sentado en clases, jugando quidditch, hasta haciendo la tarea, si Rose estaba con él, era todo lo que necesitaba para ser feliz.

Pero de cuando en cuando la miraba, se hipnotizaba con su belleza y sus hermosos ojos azules y moría de ganas de besarla. Siempre se había sentido en el cielo con sus besos, aún cuando estaba en la oscuridad, y se quería convencer a sí mismo que la besaba por venganza o porque si, sólo porque besaba a todas las que se le antojaba, con ella era diferente. No había besado a ninguna chica que hiciera acelerar a su corazón, que le hiciera sentir ese vértigo, esa sensación de calidez en su pecho, más que a ella. Había llegado un punto donde había aceptado de más o menos buena gana que nunca se iba a olvidar de ella, pero no quería estancarse, quería buscar una chica que lo quisiera y que no le hiciera daño, pero a medida que pasaba el tiempo y su amistad con la pelirroja era más, mucho más de lo que algún día soño e imaginó, se dio cuenta que sería imposible. Era Rose o ninguna. No se conformaría con Samantha, como su padre se había conformado con su madre, aunque le doliera.

Sería valiente, hablaría con Rose otra vez. Si lo volvía a herir como lo había hecho antes... Era un riesgo que tenerla un minuto entre sus brazos besándola, valía la pena. Su determinación por olvidarla no fue suficiente, no lo había logrado, esperaba poder lograr recuperarla, después de cómo él se había comportado, el hecho de que ella lo hubiera dejado estar cerca de ella, aunque fuera como amigo, era ganancia, pero necesitaba más, la necesitaba a ella. Su amor no sólo no se había acabado. Había madurado. Esperaba que ella le diera la oportunidad de volver con él, y ahora sí, ser totalmente felices, sin prejuicios, sin dudas, sin mentiras, sin rencores...

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