32: Misterioso

2.6K 266 48
                                    

Antes de entrar, a la enorme sala de baile, veo como Hermes se pone el antifaz, entonces yo hago lo mismo. Me parece extraño y a la vez sexy verlo de esa manera. Es como... no sé cómo describirlo, pero de algo estoy segura, sigue serio en todo momento. Abren las puertas y pasamos, un lugar lleno de gente peligrosa, una fiesta elegante con muchas máscaras, aquí es mejor no perderse.

Hermes se reúne con el comerciante, al parecer tienen que cerrar unos números con algún tipo de venta de órganos, algo que me revuelve el estómago, pero igual escucho toda la conversación. Claramente, como aún me comporto como niña, aunque esté algo loca, me retiro a una mesa y los dejo charlar solos.

―Ya me aburrí. ―Bufo.

El mesero me ofrece una copa de vino y la tomo, mientras me sigo aburriendo. Miro a Hermes que continúa hablando, parece que aún no llegan a un acuerdo. Me levanto de la silla, pero antes de regresar con mi esposo, soy detenida.

―Disculpa, ¿te gustaría bailar?

Me giro y veo a un hombre alto. Debe tener más o menos la misma edad que Hermes. Claramente, tiene un antifaz, no obstante, la mitad de la cara se le nota como para saberlo.

Sonrío.

―No sé si lo has visto, pero... ―Levanto mi mano, mostrando mi anillo.

Él continúa alegre.

―Lo vi ―me interrumpe―. Aunque un baile no le hace mal a nadie.

―Lo siento, pero debo rechazar tu oferta, prefiero esperar a mi marido.

―Y yo debo insistir, solo una canción ―me aclara―. Además, seré breve, ya que me tengo que ir.

―Si valoras tu vida, debiste irte, ya hace rato, mi marido puede matarte ―le especifico también―. Es peligroso.

―Yo también lo soy, y además... ―Me ofrece la mano―. ¿Estás aburrida, no? Es solo un baile, ¿qué puedes perder?

Bufo, miro un segundo a Hermes que sigue hablando y luego vuelvo a observar al hombre.

―Bueno ―exclamo sin ganas―. Pero solo uno. ―Levanto el dedo―. Y después, no me digas que no te advertí. ―Antes de agarrar su mano me detengo―. ¿No serás un depravado, cierto?

―Soy muchas cosas, sobre todo un caballero y jamás un depravado, eso te lo puedo asegurar. ―Toma mi mano con delicadeza y me lleva a la parte del salón donde se baila.

Como él dijo, solo tenemos un corto baile justo cuando termina la música, entonces se separa de mí y le pregunto.

―Gracias. ―Sonrío―. Has sido muy gentil, aunque, ¿por qué tanta insistencia en bailar conmigo? Suena misterioso.

―Porque, Malya... ―¿Cómo sabe mi nombre? Yo no se lo dije―. Yo te conozco.

―¿Eh? ¿Cómo? ―Me sorprendo.

―Hace unos meses... ―Se detiene y se lo piensa―. En realidad, te diré quién soy. ―Se acerca a mi oído y me susurra―. Soy tu admirador secreto. ―Se aleja y se gira para irse, comenzando a caminar en dirección contraria hacia mí.

Quedo tildada un segundo.

Mi admirador... ¡Oh, mi acosador personal!

Cuando reacciono, ya está bastante lejos como para perseguirlo y saber qué está ocultando el desgraciado. Aunque ya casi no lo puedo ver entre la gente, decido seguirlo.

―Malya. ―Oigo a Hermes detrás y me detengo―. ¿Con quién hablabas?

Vuelvo a mirar en su dirección y ya no está más, lo perdí de vista.

―Con... con nadie.

¿De qué me sirve decirle si no sé quién es?

Se acerca hasta mi lado.

―Ese hombre te susurro algo al oído, ¿qué te dijo? ―insiste.

Bajo la vista.

―No le entendí.

―Mentirosa ―dice fríamente y aunque es el tono serio de siempre, puedo notar su enojo. Antes de que pueda hablar, agrega algo más, levantando una pequeña llave―. Ya cerré el contrato, lo guardé en la oficina de este lugar, con esto abrirás la caja, ve a por él.

―¿Eh? ―Me señalo―. ¿Yo? ¿Por qué? ―digo desconcertada―. ¿Por qué no mandas a un guardia?

―Primero, son papeles importantes y segundo, no me gusta que me mientan. ―Pone la llave en mi mano―. Haz algo productivo y ve.

Inflo los cachetes y me voy corriendo, enojada.

―Malo ―digo lo último mientras me retiro.

Camino por los pasillos, hasta llegar a la puerta de aquella oficina. La gente guarda cosas en cajas fuertes allí, como por ejemplo, el contrato de confidencialidad, que necesita para este trabajo turbio. Pongo la mano en la manija y entro, visualizo la caja que tengo que abrir, pero cuando paso por al lado de la mesa, me detengo.

Qué misterioso, ¿por qué hay una rosa aquí? Naturalmente, en este lugar no hay flores. La agarro y hay una pequeña nota atada al tallo de esta.

"Malya, me ha encantado bailar contigo, te regalo esta flor como muestra de mi gratitud. Atentamente, S".

Perversa Oscuridad: Imperio [#2]Tempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang