39: Locura

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Los días pasan. La verdad, que he estado tan depresiva, que aunque obtuve la llave, no la he usado. La única razón porque la que hice berrinches por esta, es para que Hermes me prestara algo de atención, sin embargo, ni así ha sucedido. Cada vez tiene más trabajo y menos tiempo para estar conmigo.

Todo es culpa de R, sigue entrometiéndose. Lo hace indirectamente, pero me frustra toda esta situación.

Me levanto de la cama y decido cambiarme. No puedo seguir metida bajo las sábanas, es estúpido. Si Hermes descubre que me he quedo deprimida en el colchón durante toda la mañana, se enojará conmigo.

Aunque no creo que se entere.

Ya ni siquiera toma su café a la mañana, se va directo y no lo logro ver.

Me pongo una remera rosa, junto con una falda con volados lilas y busco unas sandalias que hagan juego con el color del conjunto. Vuelvo a sentarme en la cama y miro el reloj. Debería bajar y comer, pero, ¿desayuno o almuerzo? Ya son la una de la tarde.

Si sigo en esta habitación me voy a pudrir. De acuerdo, bajaré.

Oigo los pasos de mis tacos tocar cada escalón. El presentimiento vuelve a mí, hago el último paso y llego al living.

No estoy sola y no es la mucama.

Giro despacio mi cabeza y como si mi corazón se paralizara, una sensación extraña se apodera de mí, cuando la veo.

Es ella, es Merche, mi hermana está en mi casa y me está mirando.

Sonríe.

―Malya ―pronuncia en un susurro.

Mi sorpresa es enorme, se suponía que había escapado, ¿qué hace aquí?

―¿Merche? ―Debo mantener la cordura, hace como cinco años que no la veo.

―S... sí. ―Me abraza y me sobresalto. No reacciono, así que me suelta―. ¿Estás bien? ―pregunta con esa cara de preocupación que siempre ha tenido cuando me mira.

Analizo la situación, observo su vestimenta de prostituta, pero a la vez está cubierta por un saco masculino. Levanto la vista y visualizo a Eiden en el sillón. ¿De qué me estoy perdiendo? ¿No se supone que él la sacó? Me lo pienso, ¿o el guardia me mintió? O quizás... Un pensamiento oscuro pasa por mi cabeza. Vino a vengarse, va a hacer justicia, debe ser una infiltrada. Sigue siendo policía, todo cuadraría si es Merche.

Sonrío.

―Perfecta ―respondo a su pregunta.

Aunque realmente en este momento no lo estoy. Al parecer nunca me encuentro bien en ningún lado. Esa palabra debería cambiarla. La perfección no existe.

―¿Qué quieres decir? ―Se nota que no le gusta mi contestación y no la culpo, una persona normal no estaría bien en esta situación, pero yo no soy normal.

Estoy loca.

―Que estoy muy bien. ―Continúo sonriendo.

Agarra mis manos.

―Te ayudaré a escapar. ―Esto confirma mi teoría.

Merche ha regresado como infiltrada. Está en contra de Hermes y piensa que soy una víctima de él.

Frunzo el ceño y me aparto de su agarre.

―¿Qué? ¿Estás loca? Te he dicho que estoy muy bien y dices bobadas. ―Ruedo los ojos.

Perversa Oscuridad: Imperio [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora