Confrontación

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—¡Aún no puedo creerlo!— gritó mi rubio amigo al recordar lo que paso hace muchos días.

Lo habían rechazado.

Creo que le duele más el ego que el que aquella chica lo rechazara.

—Si, y yo no sé porque tengo que tengo que escuchar esto— me quejé devuelta —No, espera, si lo sé. Soy tan buena amiga que necesitas de mi persona.

—¡Oye! No robes mis frases, no te sale imitar a mi persona— paso una mano por su cabello rubio mientras lo desordenaba hacia arriba.

—Cállate doradito— casi ordené a mi amigo mientras tomaba un papel con decoraciones.

Usaba diferentes papeles para las distintas cartas de apoyo que enviaba a Nico usualmente.

—¿De nuevo algo para ese chico? Debo admitirlo, me da envidia que alguien capte así tu atención, estoy casi seguro de que estas enamorada.

—No estoy enamorada— rebatí mientras borraba un poco unas palabras de aquella carta.

—Fingiré que te creo— Gilgamesh se retiró del lugar no sin antes cerrar un ojo en modo de juego como suele hacer.

Al momento en el que él salio me concentré en terminar la carta.

En el momento en el que estaba terminada y puesta en un sobre escuché unas risas femeninas, luego la puerta se abrió de golpe, me volteé para ver con desprecio a aquellas chicas que entraron. Podrían haber sido cualquier grupo de chicas de los buenos, pero, tenían que ser aquellas que apreciaban del sufrimiento de las demás.

—¿Eh? Miren que tenemos aquí chicas, es la putita de Gilgamesh— molestó una de ellas cinco como de costumbre.

Yo soy la puta de mi amigo cuando ella fue la chica de una noche de Gilgamesh hace mucho tiempo. Aún recuerdo que ella era una chica normal al igual que todas las del grupo, estoy casi segura de que cuando se enteren de que todas ahí han estado con Gil no se llevarían tan bien. Yo sé que ellas son así porque sufren por un chico que no las quería y porque ellas no podían quererse.

—Es un placer verte igualmente— respondí sin una pisca de interés.

—¡Escucha cuando te habla! ¿No creen que las zorras no escuchan?— cuestionó otra de las chicas.

Comencé a tomar mis cosas mientras ellas seguían hablando estupideces sobre mi persona, continué rápidamente hacia la puerta pero una mano agarró y enterró unas garras fieras en mi muñeca, no, eran sus uñas postizas.

—¡Suéltame!— reclamé con un chillido por el dolor, estaba segura de que me marcaría mi brazo.

—¡¡¡No te irás puta!!!— gritó la que me tenía agarrada y las otras también comenzaron a agarrarme con firmeza los brazos hasta inmovilizarme.

—Ahora te alejarás de Gilgamesh y te irás de esta escuela ¿entendido?

No respondí, no dirigiría una palabra a aquellas chicas, aún así quería molerlas a golpes.

—Responde— dijo con voz calmada mientras golpeaba mi estómago.

En ese momento alguien más entro en la sala y empujó a la chica que me estaba golpeando, las demás me soltaron por la sorpresa.

No sabía que estaba con mi vista baja hasta que la alcé para ver quien era; ahí se encontraba Nico Di Angelo ayudando a que me levantara y mirando con detenimiento y frialdad a aquellas chicas.

—Si veo que le hacen algo a alguien más no tendré piedad, a mi siempre se me enseño que no debía dañar chicas, pero ustedes son harpías humanas.

Me llevó con un brazo mio sobre su cuello y me tomaba de la cintura para que no cayera, los golpes en el estómago dejaron mis piernas demasiado débiles como para caminar sin ayuda.

—Tu brazo esta sangrando— dijo él y hasta ese momento no me había dado cuenta.

—E-es algo mínimo— logré decir cuando no tocia mientras hablaba.

—Te ayudaré en la enfermería y luego te llevaré a tu casa, debes descansar.

—Te tomas muchas molestias— respondí algo decaída. Me sentía rara en comparación a otras ocasiones, ahora me sentía inferior en fuerza con respecto a todas ellas.

—No es nada— respondió mirando hacia el frente.

[...]

—¿Qué te ocurrió en el brazo?— preguntó Gil inmediatamente cuando llegó y vio mi brazo vendado.

—¿Recuerdas las chicas con las que te acostaste— mientras decía eso hizo una mueca —, y ahora son unas perras?— terminé mi pregunta.

—Así es— respondió aún con desagrado.

—Ahí esta tu respuesta.

Casi como acto de reflejo Gil fue donde estaba aquel grupo y le brindó una fuerte cachetada a cada chica y en su propia cara de cada una hizo público el hecho de sus "noches" con cada una de ellas.

—Ese amigo tuyo no es tan caballeroso que digamos— comentó Nico sentándose frente a mí.

Me sonrojé levemente por el hecho de que ahora me hablara y no estuviera solo como de costumbre.

—Ese no es su fuerte— respondí de forma calmada —. Es un desgraciado, pero cuando te tiene aprecio puede llegar a ser menos imbécil.

Miró algo extrañado la escena anterior y yo también miré hacia ese lugar, ahora aquellas "chicas" estaban peleando entre ellas y Gil llegó a mi lado y se sentó en su lugar como corresponde.

—¿Qué se creen de dañar así a una amiga mía? Esas cosas inmundas no deben dañar lo que vale la pena. Ah, hola Di Angelo— saludó de paso al ver que Nico lo observaba.

—Puede que tengas razón— aportó Nico con seriedad y yo asentí.

Gil sólo nos miró confundido mas lo ignoró.

Dear NicoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora