Capítulo 4

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—¡¿Dónde demonios estaban?!

Los dos se dirigieron miradas culpables, llenas de temor y angustia. Star intentaba preguntarle a Marco con la mirada «¿Qué digo?» y Marco le transmitía un «No digas nada».

Y así era mejor, porque sinceramente Star no sabía mentir para nada, y si decía algo, los delataría a los dos y habría castigo.

—¿No van a responder? —su madre cada vez insistía más.

—Mamá...

—¡Nada de «mamá...»! —vociferó—. Me debes una buena explicación.

Marco se sintió mal de repente. Es decir, la chica iba a tener problemas por su culpa, porque fue él quien la llevó al parque en primer lugar, y ahora se sentía muy culpable. Tomó la mano de la chica y la acercó más a él.

—Bueno —dio paso a su explicación—, la cosa va así. Star tenía hambre, y quise llevarla por un sándwich —hablaba el chico sin ningún problema para mentir—, pero la tienda estaba cerrada, y no teniamos mucho tiempo, así que la llevé a otro lugar.

Star por un momento pensó que Marco le diría la verdad, pero sus pensamientos quedaron anulados por la distracción que le ofrecía el chico. La palma de su mano co tra la de ella, y el pulgar trazando pequeños círculos en el dorso de la mano de Star. Se mordió el labio inferior para no soltar un suspiro.

»Cuando compramos el sándwich, regresamos, y cuando faltaba poco para llegar, reparamos en que olvidamos nuestras mochilas en el mini-bar, así que volvimos por ellas —seguía hablando Marco—. A medio camino, nos dio mucha sed, y volvimos por unos refrescos. Sin darnos cuenta, ya habían empezado las clases, y casi iban por la mitad de la jornada, y no podíamos entrar ya, así que fuimos a pasarla en un parque y nos quedamos dormidos después de jugar. Eso es todo.

La madre de Marco parecía confundida, llena de dudas. Aquella no era una mentira creíble para nada, y no era la mejor excusa, pero podía dejarla pasar con una advertencia. No sabe mentir, pensó ella.

—Marco —se dispuso a sermonearlo su madre—, sabes que eso está mal, y no debiste haberlo hecho. Sabes bien que detesto las llamadas del director que no sean para felicitarte.

Marco fruncio el entrecejo. Jamás lo habían llamado del colegio a no ser que quisieran felicitar sus notas o su comportamiento. ¿Cómo podía quejarse su madre si no tenía experiencia con aquel tipo de llamadas?

—Lo dejaré pasar esta vez —continuó ella—, pero que no vuelva a pasar o se verán en grandes problemas.

Y luego pasó, su madre reparó en las manos unidas de los dos chicos. No podía quedarse sin preguntar, si lo hacía, estaría desempeñando mal su papel de madre responsable, así que preguntó:— ¿Por qué sostienes la mano de Star?

Los dos se pusieron tan rojos como dos tomates y se observaron de nuevo.

«Sueltame» le rogaba ella con la mirada, pero Marco sólo apretó más mano de la chica.

—Mamá por favor —dijo Marco con un muy bien fingido tono de indignación—, tan solo mira —señaló en pequeño brazo de Star y luego lo acarició con un dedo—, esta muerta de miedo, hasta tiembla.

Y esta vez su madre si se lo creyó. Star intento poner su cara más asustada, pero no lo consiguió, así que escondió la cara en el hombro de Marco. A la señora Diaz se le subió la vergüenza hasta las mejillas tiñendolas de un color carmesí.

—Star, querida —se acercó a ella y tomó sus hombros—, lo siento tanto.

—Está bien —sonrió ella soltando la mano de Marco y caminando hacia atrás.

Falling in Love © (Starco) [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora