Capítulo 36

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16 de Noviembre de 1944

Mi cabeza estaba apoyada su regazo. Mis ojos estaban cerrados, y sus manos estaban entre mis cabellos, acariciando con dulzura.

— No me dijiste que es lo que deseaste tú —habló él, depositando un beso sobre mi frente.

— ¿Cuando? —le pregunté, abriendo los ojos, y encontrándome con aquella mirada que tanta tranquilidad me transmitía.

— La estrella fugaz —me dijo él—. Me dijiste que pida un deseo. Yo te dije el mío, ahora tú tienes que decirme el tuyo.

Llevé una mano hasta su rostro, acariciando su mejilla con mi pulgar. Él cerró los ojos al sentir el contacto.

— Pedí por la paz mundial —le confesé—. De esa manera, esta guerra ya no seguiría en pie, por lo que podríamos estar juntos sin necesidad de ocultar nada.

Una sonrisa volvió a aparecer por su rostro e hizo un movimiento con sus dedos, sobre el cabello que caía de mi cabeza, de esa forma enrollándola en su dedo índice.

— Eres tan linda por dentro y por fuera —me dijo sin dejar de jugar con mi mechón de cabello.

Sonreí mientras mis mejillas ardieron por unos segundos. Stiles se inclinó y besó cortamente mis labios.

— Tú también lo eres, ¿sabes? —le digo—. Eres lindo por fuera, tanto como eres por dentro. Aún así sostengo que me enamoré de ti gracias a que eres la única persona que puede hacerme sentir de esta manera tan especial.

Stiles sonrió y acarició mi cabecera, enterrando sus dedos en mis cabellos.

— Quiero decir, tú me mostraste cosas de mí que ni siquiera sabía que tenía —le expliqué—. Eres tan único y especial, y tan buena persona, que puedes hacer ver a los demás un lado que no conocen con ellos mismos.

Stiles sonrió pero aún así negó.

— Creo que eso ocurre sólo contigo, Lyds. Mi padre, mi madre... Ellos no lo vieron de la misma manera.

— Puedo apostar a que tu madre lo hizo... —le dije y seguí acariciando sus mejillas aún más—. Pero si no lo hizo esta bien, nosotros solemos vivir rodeado de personas que no nos aprecian como deberían, pero eso no significa que nadie nunca lo hará

Él apretó los labios no tanto seguro.

— Es lo que hiciste por mi —proseguí—. Me apreciaste tanto como nadie hizo, por lo que yo te apreciaré tanto como nunca nadie hizo antes.

Finalmente logré lo que quería cuando él sonrió ampliamente. Me incorporé para sentarme a su lado. Volví a poner mi mano sobre su mejilla, y lentamente me acerqué a él, para darme el placer de volver a sentir sus labios, lo que era como una colisión cuando se encontraban con los míos.

Él respondió al instante llevando su mano a mi mejilla también e intensificando el beso. Cuando los labios se separaron solté un pequeño jadeo para luego darme impulso y rodear su cintura, sentandome en su regazo.

— Lyds... Debes irte —me susurró muy a su pesar, alejando sus labios de los míos.

— No quiero... Quiero quedarme contigo —le sonreí, tratando de convencerlo.

Él respondió al beso de todas formas cuando volví a acercarme, pero duró unos segundos y esta vez me alejó tomando mis mejillas con fuerza. Saqué el labio hacia afuera.

— Vamos, Stiles... —le susurré, sin embargo él empezo a dejar caricias en mis mejillas, deteniendo mis palabras, negando.

— No sabes lo mucho que me gustaría que te quedes... En realidad, haría de todo para que te quedes —me dijo y cerró los ojos un par de segundos, como si le costara decir las palabras que diría a continuación—. Pero si... Si tu prometido llega a tu casa y ve que no estás ahí, tengo miedo de que pueda lastimarte.

Love on a Hill || StydiaWhere stories live. Discover now