Capítulo 59

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14 de Diciembre de 1944

Jackson me llevó hasta casa sin soltarme un sólo segundo de la cintura, apretándola con fuerza, de forma amenazante. Trataba de no entrar en pánico, pero estaba consciente de lo que se avecinaba. Sabía que no me salvaría.

Nos habíamos despedido con prisa de mi madre, ni hablar del hecho que no pude ver a Malia ya que Jackson no me lo había permitido.

Con sus dedos apretaba la piel que podía agarrar tan sólo teniendo los dedos ajustados en mi cintura. No quería llegar a casa, temía horriblemente llegar a casa y ver lo que tenía enfrente a mi. Pero el trayecto no fue eterno. En un abrir y cerrar de ojos, yo había entrado a mi cabeza, y había escuchado con Jackson cerraba la puerta tras de mí. Suspiré al notar como se quedaba quieto, observándome.

Llegó hasta mí y metió sus manos bajo mi camisa. Me estremecí al instante, tensándome. Apoyó su boca en mi oreja. Mordió mi lóbulo con fuerza.

- Me explicarás por qué te has comportado de tal manera -me obligó-. Me lo dirás, y pagarás por ello.

- Yo... -susurré pero me quede a media palabra cuando los dedos de este empezaron a moverse por mi vestido, acariciando mis piernas, subiendo de este. Cerré los ojos-. Yo lo siento.

El enterró sus uñas en mis piel, y empezó a bajarlas por mis muslos, gemí de dolor y bajé la vista al instante.

- Jackson... no -intenté decir y él se detuvo, volvió a morder mi oreja. Chillé-. No era mi intención, es sólo que vi a Erica con Scott, coqueteándole y no pude permitirlo.

Aquellas palabras lo hicieron parar y hacerme girar, para luego pegarme a la puerta con fuerza. Gemí.

- ¿Estabas celosa? -cuestionó.

- No -negué, apretando la mandíbula, al igual que los labios-. No, no. Es sólo que no podía dejar que ella tratara de estropear la boda de Scott y Allison.

Jackson soltó aquella risa amarga que lograba siempre ponerme los pelos de punta y maldecir internamente mis palabras.

- ¿Te das cuenta de que no ha sido ella la que casi estropea la boda, sino que tú? ¿Tenías que llevar tu estupidez mental también a un nuevo público?

Sus manos empezaron a rasguñar mi vientre, enterrándolas y luego bajando y subiendo. Negué con la cabeza.

- Yo sólo... Yo sólo quería que todo saliera bien. Yo quería arreglar las cosas -admití, de una forma lamentable.

- Oh, Lydia, debes ser aún más estúpida de lo que pensaba -rió él. Sus palabras sonaron ásperas ante mi sensibilidad-. No puedes arreglar las cosas, porque para lo único que sirves, es para empeorarlas.

Apreté los labios y volví a gemir cuando sentí un rasguño.

- Nunca has servido para ayudar, nunca lo harás, eres... Patética e inservible en cada sentido -me apegó más a la pared con fuerza-. Ya eres consciente de que nadie nunca te querrá, pero... ¿Te quieres a ti misma, no es así?

- Yo... Si me quieren -contraataqué pero él quitó sus manos de mi cuerpo para llevarla a mi cabello. Tiro de él, grité.

- Ya habíamos hablado de eso, cariño -me susurró acercándose a mi oído, sin dejar de tirar mi mechón de cabello.

Las ganas de golpearlo me inundaron al escucharlo llamarme "cariño". Sin embargo, me contuve. Sabría que sino hubiera sido mucho peor.

- Yo... Yo sí me quiero -admití, tratando de aferrarme por lo menos a la seguridad que sentía de mi misma.

Love on a Hill || StydiaWhere stories live. Discover now