20. Dolor

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Mis pies se enterraban en la arena mientras corría en busca de ayuda, sentía mis propios músculos quejándose, mientras luchaba en contra del dolor, pero solo pensaba en una cosa. ¡Tenía que ayudarlos! Mis padres, mi hermana ellos estaban en ese carro, que estaba a punto de explotar, yo lo sabía y necesitaba detenerlo, corrí aun cuando sentía los quejidos de mis piernas, corrí aun cuando estaba a punto de quedar sin aire, escale el muro de piedra, llegando a la parte central de la plaza, ignore la mirada de todos mientras seguía mi camino, no podía ser demasiado tarde necesitaba salvarlos...esquive las dos paredes blancas atravesadas en mi camino, cuando lo escuche... el sonido que estaba intentando evitar... el único sonido que jamás movería mi alma... el único tono con el que no se puede escribir una canción. Mis rodillas comenzaron a flaquear, mis pies comenzaron a encorvarse, mientras lágrimas comenzaron a recorrer mis mejillas, ya era muy tarde, lo sabía...

Me levante con mis piernas aun jadeando y me acerque lo más que pude a la explosión, y fue cuando los vi, sus rostros cubiertos en sangre... no había música que acompañara el momento; si no un completo y tormentoso silencio, deje que el dolor invadiera mi alma; deje que las lágrimas segarán mi visión... los había perdido... unos brazos fuertes me agarraron y golpearon mi cabeza, me estrellaron contra el frío pavimento mientras se hablaban entre sí.
-El mocoso aún sigue vivo. Expreso el primero con algo de desdén, yo solo pensaba que nunca se conoce en verdad a las personas, ese hombre quien me había visto crecer, ahora era quien estaba apelando por mi muerte y la de mi familia. El otro se acercó más calmado hacia mí, embozando una sonrisa tan cruel que hacía que mi cuerpo se retorciera con más fuerza.

-De él me encargo yo. Exclamo este algo serio. -Ahora elimina toda la evidencia. ¡Ya abra tiempo para arreglar este asunto!. Dijo el, señalándome con la mirada.

-Está bien. Dijo el otro.

Cuando lo vi retirarse, sentí otros brazos que me tomaban y me subían en el carro, empecé a patalear y gritar me estaban separando de lo único que quedaba de mi familia, llore con fuerzas intentando que alguien me escuchara pero era muy tarde. El Sumer arranco dejando que mis gritos se los llevara el viento y apartándome de lo único que en realidad amaba mi familia.

Me desperté jadeando, lágrimas cubrían mi rostro. Otra vez la misma pesadilla, el único recuerdo de que mi familia estaba muerta y yo aún seguía con vida.

Los odiaba a todos, odiaba a los amigos porque siempre son falsos, odiaba a las canciones porque no encontraba a ninguna que pudiera expresar lo que siento. Me odiaba a mí mismo, por no haber podido salvar a mi familia. Envolví mis piernas, mientras me reclinaba para llorar, no era tan fuerte como muchos pensaban solo era una basura, una basura que se recordaba a diario. Que no pudo salvar a sus padres.

Desde hace dos años vivo así, envuelto en una burbuja de odio, en una familia falsa llena de completa hipocresía que me recuerdan a diario todo lo que perdí, me levante de la cama mientras restregaba mis ojos los cuales estaban acostumbrados a mis persistentes ojeras, me metí en el baño dejando que solo el sonido del agua cubriera mis oídos, tome el jabón mientras me enjuagaba y me acorde de ella. Anto su hermosa sonrisa, su forma de mirarme, lo más perfecto que había en mi vida.

-Nunca pudimos cumplir nuestra promesa, hermanita. Dije para mí mismo con una sonrisa de ironía y a la vez de tristeza.

Con solo 15 años, mi vida era una mierda. Quería ser mayor de edad para irme de este lugar. Cada vez que veo la cara de ese hombre me dan ganas de matarlo a él y a su estúpida familia. Pero sé que no vale la pena, mi padre hubiera odiado eso, así como sé que en estos momentos debe estar odiando mi comportamiento. Donde quiera que este! Y Anto, mi dulce niña, jamás podre componer, jamás miraré de nuevo un piano o una guitarra. Porque todo me recuerda a ella. Mi hermana y yo siempre fuimos muy unidos era como mi ángel guardián. Éramos cómplices, hermanos, amigos. Era mi todo. Tuve una excelente familia, una que me enseñó a amar la música, una que saco de mí las mejores sonrisas en cada despertar y una que ya no está conmigo, así de simple. Una que se fue, así como mi posibilidad de volver a amar dejando en mi corazón un total y completo vacío.

La Musica Que Guarda Mi Corazón Where stories live. Discover now