La Venganza del Príncipe Tritón - 2°Parte

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—¿Crees que tenemos suficiente agua dulce? —El capitán observaba a los marineros subir los barriles del vital líquido a la nave.

—Tomando en cuenta el tiempo que estaremos en Alta mar, es más que suficiente. En pocas semanas por la humedad del océano comenzará a podrirse...Así que es mejor llevar la cantidad justa y así ahorramos espacio. De todas formas el Ron y el Brandy no se pudren y mantienen felices a la tripulación...

—¡Sólo espero no tener que amarrar a todos los marineros para evitar que caigan al mar de las borracheras que agarran!

—¡Hay gente que no sabe beber! ¡Se merecen ahogarse entonces! —Clamó a gran voz Pol mientras sonreía.

Ultán, anotaba en una inmensa lista todo lo que requerían para zarpar. Tenían muchísima mercancía valiosa que debían entregar, pero para eso tenían que devolver al océano al "Dragón del Mar" y la nave no estaba en las mejores condiciones. Todos trabajaban afanados en distintas partes del barco para acondicionarlo, los hombres más fuertes ajustaban las velas y hacían mantenimiento de los mástiles, entre tanto otros raspaban los restos de conchas y cal del casco de la nave. Aun los más chicos limpiaban la cubierta y ayudaban a trasladar la mercancía hasta la bodega interna del "Dragón". El capitán Aldair se acercó a Ennis que venía junto a su hermano menor cargando un gran barril.

—¡Ennis! ¡Suelta eso! ¡Ven acá!

Al escuchar la voz del capitán que lo llamaba, soltó el barril y junto a su hermano se aproximaron a él.

—¡Mande, Capitán!

—Dime algo, Ennis, ¿cómo está mi huésped? ¿Pasó bien la noche?

—Pues...creo que no estaba muy acostumbrado al frio y está hambriento, pero al menos está bien. Aunque no nos dejó dormir en toda la noche golpeando las cadenas con todo lo que encontraba.

—¡Es un poco tonto, pero me gusta su actitud! Ve con tu hermano a la cocina y díganle a Fionnbar que le sirva un gran plato de lo mejor que tenga allí, como si fuera para mí.

—¡En seguida, Capitán! —Gritaron los chicos que corrieron a cumplir lo que se les encomendó.

Entretanto, Azaês había pasado la peor noche de toda su vida. Su cuerpo no estaba acostumbrado al frío ya que en las profundidades del océano la temperatura era más bien cálida. Sentía mucho cansancio y dolor, sobre todo en sus "piernas" ya que aún no se acostumbraba del todo a usarlas. Verse encadenado allí abajo en condiciones tan poco dignas para el otrora soberano de la Atlántida, era sumamente humillante y deprimente, además le atormentaba el hecho de que tenía muy poco tiempo para cumplir su misión y que mientras permaneciera encerrado allí sus esperanzas se desvanecían.

—Quizás debería aceptar la oferta de ese hombre, si me saca de aquí podría fingir obediencia hasta tener una oportunidad de escapar y retomar mi búsqueda. —Pensaba el tritón mientras se recostaba de la mohosa pared de la bodega.

En ese instante su nariz llegó a percibir un extraño aroma que le hizo incorporarse de inmediato. Esa mezcla de esencias despertaba su hambre y su estómago comenzaba a retorcerse desesperado. Cuando abrieron la puerta de la vieja bodega y vio entrar a los chicos con la bandeja de comida, por muy poco el hambriento tritón no logra liberarse de la cadena de la emoción.

—¿Qué es eso? ¡Lo quiero! ¡Denme de comer!

—¡Vaya que tienes hambre! —Sonrió Ennis mientras le extendía la bandeja de comida.

Azaês ni siquiera respiraba mientras tragaba a toda velocidad. Devoraba como una bestia las piezas de pavo y la guarnición de la bandeja que le trajeron los chicos. Ennis y su hermano Éamon reían al verlo comer de esa forma. En poco rato, el tritón sonreía satisfecho con la panza llena, la comida humana era algo sumamente exquisito y ya se había vuelto muy amante de la misma. Entonces el menor de los hermanos le extendió una copa de vino tinto y este la recibió con curiosidad.

Los Cuentos de Príncipes sin Princesas (Disponible Versión en Papel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora