La Leyenda de La Doncella Dragón -Parte Final-

23.2K 2.8K 2.6K
                                    

—Me alegro que estés bien y hayas vuelto al palacio

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Me alegro que estés bien y hayas vuelto al palacio. Dentro de poco te prometo que no vas a volver a pasar por todas estas cosas desagradables, me ocuparé de ti, te protegeré y serás mi consorte... ¿No te alegra esto?

Inari volteó a ver el rostro de Syaoran muy sorprendido de sus palabras. Caminaban por los hermosos jardines del palacio imperial. Era un espacio rodeado de los brazos del rio Min, donde estas aguas daban vida a la extensa vegetación, los bambús, cipreses y las exquisitas flores que adornaban la vista del palacio. Las estatuas de bronce de los dioses custodiaban los alrededores, algunos se veían nobles y compasivos, otros eran de aspecto temible y amenazador. Mientras la pareja caminaba frente a estos, parecían que les observaban con curiosidad, y ciertamente era una triste ironía el amor que Syaoran sentía por la misteriosa doncella, quien era en realidad su más terrible enemigo.

—¿Por qué haces esto por mí? ¿Por qué yo? —preguntó Inari con voz suave y dulce de doncella.

—Jia-Li, todo a mi alrededor era tan triste y sombrío que perdí la esperanza de vivir. Tantas muertes sin sentido, tanto odio, venganza, traición... ¿Acaso esto sería mi destino hasta la muerte? Me sentía terriblemente agotado de todo esto, todo este poder terminó siendo una gran maldición para todos, el precio a pagar es demasiado alto y no vale la pena si debes vivir temiendo perderlo. Mi padre está atrapado en su propia prisión aterradora y está tan ciego que no puede verlo. Y yo seguiría su terrible camino...de no ser porque te conocí.

—¿Yo? Pero...

—¡Jia-Li! ¡Tú eres mi esperanza! Creo que los dioses te han traído hasta mí para iluminar mi camino y hacerme feliz. Contigo a mi lado echaremos fuera todas las sombras, la muerte y el dolor que nos ahoga a todos. Yo gobernaré distinto a mi padre, traeré paz a esta tierra afligida por la guerra y tú serás mi emperatriz, mi luz, mi guía y mi fuerza para tomar estas decisiones que cambiarán el destino de todos. Nuestros hijos tendrán un legado diferente a toda esta maldición.

—¡No! ¡Syaoran! ¡Yo no soy a quien debes elegir! Escoge a otra, cualquiera de las jóvenes que están conmigo. Son nobles, hermosas, talentosas. ¡Cualquiera de ella puede hacerte feliz y darte muchos hijos!

—¡Jia! ¿Por qué dices eso? ¡Es a ti a quien amo! ¡Eres tú mi emperatriz, mi diosa!

—¡No! ¡Olvídame! Mi destino ya ha sido marcado y tú debes encontrar tu propio camino, sin mí.

—Ya lo encontré, eres tú. Jia, no puedo dejarte así me lo pidas. No puedes ser la escogida de mi padre, no sabes lo que significa ser una de las concubinas del Emperador. Es una vida terrible, lo sé porque mi madre lo fue. Además mi padre está enfermo y morirá pronto. Cuando esto suceda, todas sus concubinas serán enterradas vivas a su lado, como lo dicta la ley. ¿Cómo crees que voy a permitir que eso te suceda?

Inari se paralizó al escuchar aquello. Era el destino más terrible que podían vivir aquellas pobres mujeres. Se inclinó entonces ante Syaoran y trató de hacerle entender que debía cambiar de opinión.

Los Cuentos de Príncipes sin Princesas (Disponible Versión en Papel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora