Capítulo Extra III

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El fin de un ciclo. El fin de una vida. Cuando retornamos a ser lo que eramos al principio de los tiempos, almas puras y perdidas, intentando encontrar el momento para regresar.

Estoy muriendo. Lo sé. Puedo sentirlo en cada célula de mi cuerpo, y sé que el momento está cerca. Aún tengo algo de tiempo, el suficiente como para escribir la carta.

Llevaba mucho tiempo pensando en escribirla, pero nunca me había animado, no hasta hoy. Y ahora todo se había vuelto más real, más terrorífico.

Aún así, no tenía miedo a morir. Lo que provocaba mi miedo, mi pena, era todo lo que iba a dejar atrás. Eso me estaba consumiendo incluso más que la enfermedad.

Hacía más de un año que había acudido al médico, le había dicho a John que no se encontraba bien, había algo que no estaba bien. Cuando le realizaron las pruebas, el mundo se le cayó encima. Estaba enferma del corazón.

Con mi edad ya no merecía la pena operar, era mayor el riesgo que el beneficio.

Me recogí el pelo cano en un moño y subí a mi habitación, me senté en el escritorio y saqué mi agenda. En ella había estado escribiendo a todos aquellos que fueron determinantes en mi vida.

Muchas veces me he preguntado a mí misma: Si pudieras volver al pasado y cambiarlo, ¿lo harías? En otro momento de mi vida, cuando era una niña, habría dicho que sí sin dudarlo. Ahora es distinto. Hay cosas que he vivido que son terribles, que me marcaron de mala forma, pero también ha habido muchos momentos felices que no cambiaría. Todo ello me ha llevado a quien soy hoy, a quien siempre he querido ser.

Abro la agenda y releo todo lo que ya he escrito, es casi como un diario. Incluso he escrito a mis padres, aunque sé que ya no están, es algo simbólico. Les digo que les perdono, aunque no fueran buenos padres, sé que no siempre fueron así pero las cosas se torcieron. Y yo les perdono, por todo.

Una de las primeras personas sobre la que escribí fue Lexi.

Querida Lexi:
Mi mejor amiga, mi apoyo, hermana de otra madre. Quiero que cuando leas esto no estés triste, no te culpes, no te sientas mal. Sé que intentarás culparte y decirte aquello que no pudiste hacer por mí, pero hiciste TODO por mí.
La vida es así, a veces se gana y otras se pierde, y yo siento que esto es una victoria.
Eres la definición de amistad. Me ayudaste siendo una niña a huir de la pesadilla en la que vivía, y cuando crecí me soportaste cuando nadie lo hizo. Me curaste las heridas cada vez que me metía en peleas, me reñías y me abrazabas. Intentabas que fuese mejor, pero yo no quise cambiar.
Cuando por fin abrí los ojos, dejé de ser la violenta chica a la que nadie se atrevía a nombrar, cuando estuve en depresión... Tú siempre estuviste ahí y nunca podré agradecerte lo suficiente.
Te quiero más de lo que puedes imaginar y sabes que haría todo por ti. Cualquier cosa.
Y quiero agradecer un millón de veces a Mike, porque él consiguió hacerte feliz como nadie, por eso también le quiero.
Y Daisy, toda una mujer, de los pies a la cabeza. Me recuerda tanto a ti... Estoy orgullosa de ella y siempre la querré como si fuera una hija más.
Así que... esto es un adiós.
¿Sabes? Nunca creí en religiones, ni supersticiones, ni nada de eso, pero ahora desearía con todas mis fuerzas que de verdad hubiera algo más para poder estar con todos los que quiero algún día.
Te voy a echar de menos, intenta no extrañarme mucho. Eres la mujer más fuerte que he conocido.
Os quiero.

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Querido Dan:
Tú fuiste el primero, el primer escalón en mi vida.
Cuando nos conocimos, el tiempo que estuvimos juntos, fue maravilloso. Fuiste la primera persona que me quiso, a pesar de ser en ese entonces una persona tóxica. Siento mucho haberte roto el corazón, pero ahora me alegro porque pudiste conocer a tu maravillosa mujer.
Te agradezco mucho el haber cuidado de mí cuando estuve en Inglaterra, y te agradezco que cuidaras de Lara cuando estuvo allí también. Eres mi mejor amigo.
No importa los kilómetros que nos separen, sé que estarás ahí cuando lo necesite.

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A mis hijos:
No sé que decir... Sois lo mejor que me ha pasado en la vida, movería montañas por vosotros. Sé que estaréis tristes, durará un tiempo, pero saldreis adelante, siempre lo hacéis.
Sed vosotros mismos. Vivid de acuerdo a vuestra moral, con mente abierta. Quizá esté por ahí, en algun lugar, para seguir vuestros caminos.
Sé que ha habido veces en las que he gritado, os he reñido, me he equivocado, pero ese es el papel de una madre. No dudéis ni un momento de mi amor por vosotros.
Soy feliz. Lo único que me apena es no poder aconsejaros más. Me duele en el alma no poder ver a mis nietos crecer... Pero sé que lo haréis bien.
Os quiero con toda mi alma, mis niños.

A este punto, ya era un mar de lágrimas. Tocaba la parte más difícil. ¿Qué le dices al amor de tu vida? ¿Cómo expresas con palabras toda una vida? Limpio las lágrimas de mis arrugadas mejillas y sonrío.

A mi amor, mi compañero de vida:
Cuánto tengo que agradecerte, tanto que no tendría hojas suficientes para escribirlo. También te debo muchos lo siento, por muchas cosas que hice mal y lo sé, pero las relaciones son así, con sus altos y sus bajos. No me arrepiento ni un solo segundo de cada decisión que tomé puesto que todas me llevaron a ti.
Nuestra historia es larga... Pero hay un momento, un momento exacto que quiero que recuerdes. Es doloroso para mí pensar que hubo un tiempo en el que estaba tan mal que no valoraba la vida. Fue un proceso lento y doloroso el salir de ese círculo destructivo en el que estuve... Pero cada día que recaía, cada día que lloraba, que tenía esos horribles ataques de pánico, tú estabas ahí para ayudarme. Por eso me enamoré de ti.
No porque me ayudases, sino porque lo que tú hiciste conmigo, que era un caso perdido, no lo hubiera hecho nadie. Me aceptaste en tu casa, me curaste, me cuidaste. Porque tienes un gran corazón, eres un hombre maravilloso.
Hubo otra ocasión, en la que me equivoqué con mis palabras. Te dije que tenía miedo de perderte, que tú eras mi ancla y que sin ti estaría perdida. Oh, que gran error... Aunque te hubieras ido de mi vida, me marcaste tanto, que hubiera sido feliz con solo haberte conocido.
Tienes ese don, Yon. Ayudas a la gente.
Eres un padre fantástico. No sólo eres el amor de mi vida, también eres mi mejor amigo.
Y juntos creamos lo más maravilloso que hemos tenido: nuestros hijos.
Perdimos a nuestro pequeño la primera vez, y todavía después de tantísimos años aún me duele, y sé que a ti también. Pero el destino nos premió con tres niños preciosos.
Te quiero, nunca me cansaré de decírtelo.
Sabes que esto no es un adiós, no puede serlo. Sé que, de alguna forma, volveremos a encontrarnos.
Cuídate, mi vida.

Dejé la pluma sobre la mesa y cerré la agenda. La tomé entre mis manos mientras me levantaba, y me encaminaba al sillón para sentarme. Acaricié la cubierta de piel, suave entre mis dedos y me sentí en paz. Había hecho todo lo que tenía que hacer, había tenido una vida plena.
Era feliz.

Cerré los ojos y me concentré en el silencio que reinaba en mi hogar. En mi mente, recordé el sonido de nuestras risas, las discusiones, las charlas con mis hijos... Sonreí.

Y sujetando entre sus brazos aquella agenda, la que hablaba de todos aquellos a los que amaba, la vida se escapó de entre sus labios como un suspiro.

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¡Konnichiwa! ¿Qué tal? ¿Todo bien? Guay. Sé que esto ha sido triste, pero no todo puede ser felicidad, flores y arcoiris. Este ha sido el último capítulo especial que escribo, ya casi llegamos a los 20k de lecturas y os lo agradezco mucho.
Comentad tanto como queráis, votad si os ha gustado y gracias por leer.

Si os gustaría otra historia dadme ideas y veré que puedo hacer. Lluvia de ideas. Todo por ustedes.

¡Sayonara! :-)

La chica del cabello de fuegoWhere stories live. Discover now