Capítulo V

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Hermione seguía con los brazos alrededor de Draco, apoyando la cabeza en uno de sus hombros. Draco continuaba inmóvil pero a Hermione no le importaba, pensó que era Draco, que no se le podía pedir más.

Hacía tanto que Draco no recibía un abrazo que no supo cómo reaccionar. Estaba tan acostumbrado a no recibir muestras de afecto físico, que notar las temblorosas manos de Hermione entrelazadas alrededor de su cuello fue realmente reconfortante.  Cuando Draco estuvo apunto de hacer recíproco el abrazo, Kreacher irrumpió en el cuarto.

—Kreacher ha descubierto al traidor a la sangre, Kreacher ha visto con sus propios ojos como el joven Malfoy abrazaba a la sangre sucia, Kreacher ha visto con sus propios ojos como el joven Malfoy abrazaba a la sangre sucia —repitió Kreacher en bucle para después desaparecer indignado.

Al escuchar esto, Draco, asqueado, apartó a Hermione con brusquedad como si las manos de ésta le quemasen la piel. No podía creer que un elfo doméstico tuviera razón y se diese cuenta antes que él de lo que estaba haciendo. Hermione retrocedió unos pasos y le miró entre asustada y sorprendida. Draco no entendía porqué habían llegado a ese punto, le repugnaba la idea de haber estado abrazado a Hermione y lo peor, haber dejado que eso ocurriese. Él era un sangre pura y ella,  una simple hija de muggles que no merecía la magia que poseía. Él había huido de su casa para hacer feliz a su madre, no para convertirse en un traidor a la sangre. Draco se dio media vuelta dispuesto a irse cuando Hermione le sujetó de la mano.

—Draco...—dijo con tono de súplica. Esta vez, Draco se soltó de su mano tan pronto como sintió la mano de Hermione y se giró para saber qué quería.

—¿Qué quieres, Granger? Tengo mejores cosas que hacer que perder mi tiempo contigo —dijo Draco con desdén. Hermione sabía que habían vuelto a ser Granger y Malfoy y que la simple idea de pensar que Draco tenía sentimientos no fue más que imaginación.

—Esta tarde, fui al centro de Londres, hubo un ataque —dijo Hermione— los Creevey fueron asesinados, había mortifagos y entre ellos estaba tu padre.

—¿Sabes algo de mi madre? —preguntó Draco ignorando el dato sobre su padre.

—No, pero podemos intentar...— antes de que Hermione pudiese acabar lo que decía, Draco abandonó la biblioteca.

Hermione volvió a su habitación avergonzada por su comportamiento, por haber creído que podía tener una relación cordial con Draco, por haberse planteado que podía encontrar en él, alguien que la apoyara y entendiese. Cuando ya se estaba quedando dormida pudo escuchar como alguien tocaba su puerta.

—Malfoy, piérdete —dijo Hermione realmente enfadada. Cuando la puerta se abrió  quién entró no fue Draco sino Ron.

—¿El hurón suele entrar a tu cuarto con mucha frecuencia?— preguntó Ron extrañado. Hermione negó con la cabeza— ¿Qué tal por aquí?

—Creía que estabas enfadado —dijo Hermione sentándose y apoyando la cabeza en el cabecero de la cama.

—Después de estar dos días sin verte, te echo de menos lo suficiente como para no perder el tiempo en seguir enfadado contigo —dijo Ron sonriendo a la castaña.

—Yo también te he echado de menos, mucho —dijo depositando su mano en el lado de la cama que no ocupaba, invitando a Ron a que se sentara en ella. Ron hizo caso a su petición y se sentó.

—Lo siento —dijo Ron poniendo su mano encima de la de Hermione para acto seguido acariciarla.

—¿Por qué lo sientes? —preguntó Hermione.

Blood, tears and gold.Where stories live. Discover now