Capítulo 13: ¿Crees en el destino?

677 35 3
                                    

Mi amigo me miró sin entender, pero pronto vio a los Márquez y pasó mi brazo por mi cintura para acercarme a él.

- Gorda... Tenemos que pasar por ahí para llegar a mi coche... Vamos a pasar como si nada, a ver si tenemos suerte y no te reconocen...

Suspiré y asentí a sus palabras, no teníamos otra opción. Comenzamos a caminar el uno al lado del otro, en completo silencio y mirando siempre al frente. Ni siquiera era capaz de respirar, hacía tiempo que no vivía un momento de tensión como aquel.

- ¿Paula?

Mierda. Era la voz de Álex. Cerré los ojos con fuerza, y sentí cómo Ger cogía mi mano y prácticamente me obligaba a seguir andando.

- ¡Paula, sé que eres tú!

Suspiré y me giré para mirarle a los ojos, era ridículo huir de él, yo no había hecho nada malo y no tenía que avergonzarme de nada.

- ¿No estás con Carla? Pensé que vuestro romance iba viento en popa.

Él suspiró, Marc, que estaba a su lado, me miró sin entender lo que pasaba.

- ¡Marc, no me digas que no te has enterado de que mientras yo lloraba porque tu hermano acababa de dejarme él se dedicaba a pasárselo de puta madre y a follarse a una de mis mejores amigas!

Miró a Álex, esperando una explicación que nunca llegó. Me sentía idiota, él no hablaba y aquello se estaba convirtiendo en una especie de monologo en el cual sólo hablaba yo.

- Me encanta tener estas conversaciones tan participativas contigo, pero tenemos prisa. Así que si nos disculpáis...

Me giré para empezar a caminar de nuevo, pero la voz de Álex a mis espaldas me impidió mover un sólo pie de allí.

- Fue sólo sexo, Paula, estaba muy borracho y ya sabes que no acostumbro a beber, no sabía lo que hacía, ni siquiera me acuerdo de lo que pasó esa noche.

- ¡Bien! Pues como yo llevo todo el día a una altitud tremenda y mi cuerpo comienza a notarlo, yo tampoco sé lo que hago, y por eso voy a besar a Gerard, ¿Te parece bien?

Ni siquiera esperé una respuesta. Me abalancé sobre él y le di el beso más pasional que una persona con el corazón roto puede regalar. Agradecí que mi amigo no me apartara y alargara el beso.

Cuando me separé de él, vi que Marc no sabía cómo reaccionar ante todo aquello, y que Álex estaba al borde del ataque.

- Adiós Álex. No quiero volver a verte.

Y, tras pronunciar aquellas palabras, cogí de la mano a mi amigo y seguimos con nuestro camino. Me había dolido en el alma pronunciar aquellas palabras, pero tenía claro que, si permanecía al lado de Álex, sólo conseguiría salir herida, una y otra vez.

-Narra Álex-

No podía creer lo que acababa de pasar. Me había encontrado con Paula, había visto el dolor en su mirada y, por si fuese poco, había visto cómo se besaba con otro. Y no, no duele menos porque sea gay.

- Germà, ¿crees en el destino?

Miré a Marc sin entender sus palabras, y él me sonrió. Comenzó a caminar hacia su coche, y yo le seguí.

- Verás, el destino fue el que te subió a ti aquel día a la bicicleta e hizo que te encontrases con Paula después de tanto tiempo sin verla, y el destino fue el que la trajo hasta Andorra, concretamente hasta esta estación de esquí. No creo que vuelva a ponerla una vez más en tu camino, así que hazme un favor y buscate un buen discurso para que te perdone, porque honestamente ahora mismo no tiene motivos para hacerlo.

- Pero no sé dónde se está quedando Marc, a lo mejor vuelve a Cervera y todo...

- Bueno, vamos a seguirles entonces.

Sonreí, y apresuré el paso para llegar cuanto antes al coche de mi hermano mayor. Sólo esperaba que todo saliese bien, porque sabía que aquella era mi última oportunidad para recuperarla.

-Narra Paula-

No tardamos mucho en llegar a la casa de Ger. Nada más entrar por la puerta me tiré hacia él y le abracé como si no hubiese un mañana. Y ahí, en los brazos de mi amigo, me permití llorar como una niña pequeña. Ahora sí que se había acabado. Tenía gracia, yo siempre había pensado que mi historia con Álex no terminaría nunca, que siempre quedaría algo. Pero ahora... Ahora no quedaba nada. Ger fue a darse una ducha mientras yo preparaba algo de cenar. Y, como de costumbre, el timbre sonó mientras cocinaba. Sonreí para mis adentros, aquello me había pasado tantas veces en los últimos días...

Suspiré, y salí de la cocina. Recorrí el largo pasillo hasta llegar a la puerta, y nada más abrirla me encontré con la última persona que esperaba verme allí. Estaba completamente serio, me dolía verle así, pero no pensaba ablandarme. Debía terminar con aquella relación enfermiza cuánto antes.

- ¿Qué haces aquí, Álex?

- Esto... Os he seguido porque necesitaba hablar contigo...

- Genial, acabas de demostrarme que estás peor de lo que yo pensaba... No quiero hablar contigo, ya escuché todo lo que tenía que escuchar.

- Por favor, te prometo que no te robaré más de cinco minutos.

Me miró con esos ojos de cachorro que sólo sabía poner él y suspiré, sabía cómo ablandarme.

- Cinco minutos.

Sonrió y entró en la casa de Ger sin esperar mi invitación. Lo guié hasta el salón y le pedí que se sentase en el sofá. Pude notar que estaba temblando, y eso me generó muchísimas dudas. ¿Por qué estaba tan nervioso? ¿Realmente le importaba tanto? ¿Era yo la que causaba ese efecto en él? Me senté a su lado, aunque guardando algo de distancia, y vi cómo respiraba hondo antes de empezar a hablar.

- ¿Recuerdas como, de pequeños, hacía siempre de defensa cuando jugábamos a fútbol?

- Sí, y yo de portera, pero no entiendo...

- Espera, por favor... Hacía de defensa para poder protegerte, por eso me llevaba todos esos balonazos que iban dirigidos a ti... Cuando tú no jugabas, me ponía en otra posición, pero desde bien pequeño decidí que tú serías la persona que me haría daño, Paula... No sé si me sigues... Yo creo que todos nos equivocamos, y te juro que daría todo lo que tengo por retroceder en el tiempo y no haber hecho las tonterías que hice esa noche... Pero no puedo. Desde bien pequeño te di de poder de hacer conmigo lo que quisieses, Paula, porque siempre hay una persona especial por la que merece la pena sufrir de vez en cuando... Yo no voy a hacerte promesas que no puedo cumplir, así que no voy a prometerte que no volveré a cagarla, porque no sabemos qué pasará mañana, ni dentro de un mes... Pero sí que voy a prometerte que siempre estaré a tu lado para cuidar tus heridas, aunque las haya hecho yo mismo... Déjame ser tu persona especial, Paula, deja que cure tus heridas, dame otra oportunidad, la última... Por favor, te necesito a mi lado... Ya no sé vivir sin ti...

Secuelas del pasado |Álex Márquez| |EDITANDO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora