Capítulo 33: No es el momento

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Paula era lo único estable que había en mi vida en ese momento. A pesar de la distancia, de los problemas que habíamos tenido en el pasado y de que su mejor amigo, que al mismo tiempo estaba enamorado de ella, viviese en su casa, seguíamos juntos y estábamos bien. Por eso, me molestó y a la vez me asustó bastante que Aleix tuviese algo que contarme sobre ella.

- Aleix, te agradezco que quieras contarme algo sobre Paula, pero la situación en casa no es la mejor, en el trabajo me va mejor pero acabo de salir de un bache gordo y bueno... Digamos que no quiero tener problemas en esto también... Prefiero que te lo guardes para ti de momento y me lo cuentes en un tiempo, ¿vale?

- Pero Álex...

- Por favor... En serio, no es el momento.

Mi amigo me miró y suspiró antes de asentir y seguir con nuestro circuito habitual. Yo simplemente sonreí y fui tras él. Aquello era un buen amigo.

Hora y media después de haber salido de casa, volví a entrar por la puerta de esta pensando que mi madre volvería a estar pegada a la puerta esperando a mi hermano. Pero, en lugar de eso, me encontré con las espaldas de Marc y de una chica. Mi madre, que estaba frente ellos, me sonrió y me hizo un gesto para que me acercara a ella. Al estar frente a mi hermano y la chica, recordé que era la misma que me había presentado el día anterior, Alba.

- Mira cariño, ella es Alba, una amiga de Marc.

- Ya nos conocemos, mamá. Disculpa que no te de un beso, Alba, pero vengo de entrenar y no creo que te apetezca mucho tenerme cerca...

La amiga de mi hermano rió ante mi comentario y después de intercambiar alguna que otra palabra sin importancia, entabló una conversación con mi madre y yo aproveché para secuestrar a mi hermano y llevarlo hasta la cocina, donde ellas no podían escucharnos.

- Marc, ¿se puede saber dónde has estado las últimas veinticuatro horas? Y, sobretodo, ¿se puede saber por qué no has ido a entrenar? ¡Y no me digas que estabas con Alba, porque yo también tengo a mi novia y no por eso falto a entrenamientos, y menos sin avisar!

- Álex, relajate. He faltado al entrenamiento porque me sentía tan bien con ella que no quería separarme de su lado, hice caso a mi corazón y no a mi cabeza, y a lo mejor tú deberías hacer lo mismo que yo antes de que tu relación con Paula se vaya a la mierda, y esta vez, para siempre, porque por mucho que te quiera, todo el mundo se acaba cansando de dar oportunidades.

Entreabrí la boca para contestar al ataque de mi hermano mayor, me había dado en mi punto débil y sabía perfectamente el daño que me había hecho. Pero nuestra madre irrumpió en la cocina alegando que tenía que preparar la cena porque Alba se quedaba a cenar.

- Yo me voy a duchar. Por cierto, gracias por acompañarme esta mañana a la reunión con mi equipo. Que sepas que al final me han levantado el castigo, aunque sé que te importa una mierda.

Marc cerró los ojos al escuchar mis palabras, y yo abandoné la cocina antes de que pudiese contestarme.

Una vez en la ducha, mientras dejaba que el agua caliente corriese y me empapase, me arrepentí de haber sido tan duro con Marc. Todos hacemos tonterías y locuras por amor. Y, aunque siempre me he considerado una persona orgullosa a la que le cuesta pedir perdón, sabía que tenía que hablar con mi hermano y decirle que lo sentía. Así que decidí hablar con él después de la cena. El problema es que no sabía que esta iba a estar llena de sorpresas.

-NARRA PAULA-

Miré a los ojos a mi amigo por primera vez desde que conocía sus sentimientos hacia mi persona. Y comprobé que no mentía. Su miraba derrochaba amor. Ternura. Protección. Admiración. Lo mismo que transmitía la mía cuando veía a Álex... Me separé de él y suspiré, sabiendo que a mi amigo le iba a doler escuchar las palabras estaba a punto de escuchar de mi boca, pero a mí también me iba a doler pronunciarlas.

- No Ger, yo sólo siento un gran cariño hacia ti... Sabes que quiero muchísimo a Álex y que no tengo ojos para nadie más. Y bueno, creo que lo mejor para los dos es que dejemos de vivir juntos y que cada uno tenga su espacio... Al menos por un tiempo.

- Paula, te pedí que las cosas entre nosotros no cambiasen...

- ¡Y me lo pediste como si me estuvieses pidiendo la hora, Ger! Entiendo que esto no es fácil para ti, pero tampoco lo es para mí, y que vivamos bajo el mismo techo no nos ayudará ni a ti ni a mí.

Mi amigo me miró con resignación y después agachó la cabeza, sabía que tenía razón.

- Está bien... Pero deja que te lleve a casa, así de paso recojo mis cosas.

Asentí, y volví a entrar en el coche de mi amigo, que condujo hasta Cervera sin que ninguno pronunciase palabra durante todo el trayecto.

Secuelas del pasado |Álex Márquez| |EDITANDO|Where stories live. Discover now