Capítulo 3

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No era necesariamente un testigo, pero sí, una pieza clave en lo que sería mi captura porque me haría quedar como el único sospechoso. La idea de estar en la cárcel por diez o quince años, quizás más, no es algo que no quiera o que le tenga miedo; lo único que me preocupa es no poder estar al pendiente de mi Mariel, de que tenga que esperar un día específico para solo verla eso algo que rechazo en lo absoluto. Además, ella no es nada sin mí ¿no? Mariel me necesita y yo a ella.

Metí la pata al matar a esa prostituta, pero no me arrepentí. Hace tiempo que quería deshacerme de ella y no pude perder la oportunidad. En el momento en que la besé traté de imaginar que eras tú; fallé, los labios carnosos y asquerosos de Vanesa no se compararían jamás con los dulces y delgados como los tienes tú, mi Mariel, aunque digamos que eso me ayudó a no vomitar.

Ya estaba en el salón principal, todo lucía normal, quizá excepto por ese chico que rechazaba a cada otra mujer que se le acercaba por unos billetes; el muy iluso debe seguir esperando a Vanesa como todo un idiota, solo alguien tan tonto se enamoraría de una prostituta y solo por hacerle unos cuantos bailes repugnantes.

Fui al bar donde sirvo los tragos, tenía que deshacerme de él también. Preparé uno de los tragos más fuertes y más caros que se sirven en este inmundo lugar y le agregué algo más, no soy experto para nada pero eso no importa ahora. Luego me encaminé hacia ese joven.

-¿Qué tal joven? ¿No le gustaría un...?-lo saludé lo más cordial posible.

-¿D-dónde está Vanesa?-me interrumpió nervioso y desesperado, traté de no asquearme al ver como el chico se la jalaba en espera de Vanesa.

-Luego de que le diera el trago, se sentía cansada y se fue a descansar-mentí igual de cortés y con una sonrisa falsa.

-Ah ya veo-respondió algo triste y decepcionado-No la habrá hecho nada ¿cierto? Vanesa es mía.

Rodé los ojos.

-¿Bromea? Si ella me amenazó con un arma si planeaba tocarla de alguna forma-me victimicé.

-Entiendo-lamentó agachando la cabeza, la que piensa-entonces me iré-se levantó de la silla y se cerró su cierre del pantalón.

-¿Gusta que lo acompañe hasta la puerta?-le ofrecí.

-Está bien.

-Ah, pero antes tome esto-le doy el trago que hice-es uno de los más caros y delicioso que tenemos-me miró desconfiado-oh no se preocupe, es cortesía de la casa.

-Bueno...muchas gracias-sostuvo en el trago y se lo tomó de una.

-Ahora, acompáñeme por favor.

Aproveché que la puerta trasera estaba más cerca como excusa para llevarlo ahí y no a la puerta principal. Los síntomas de envenenamiento eran cada vez más evidentes en el chico. Rogaba como atragantado que lo llevara a un hospital, y yo solo esperé a que se muriera en el callejón a donde nos dirigía la puerta trasera, lejos de una mirada curiosa de algún otro testigo o de una cámara. Verlo agonizar sin duda me causó placer y gracia, que expresé conteniéndome en una sonrisa.

Podía poner el cadáver en una bolsa de basura y botarlo como tal, pero lo dejé ahí como hice con Vanesa. Prefiero que den a estas personas por muertas que por desaparecidas, las investigaciones comenzarán más rápido sin duda pero el proceso para que lleguen a mí será el mismo.

Volví a entrar al prostíbulo, buscando quizás una mirada sospechosa en mí, seguro me equivoque pero no vi a nadie todo seguía con normalidad.

Acaba de terminar de hundir  este lugar y a mí mismo aunque no me arrepiento en lo absoluto. Sin duda no era el crimen perfecto y ni se le acercaba, incluso sería uno estúpido, pero una simple cárcel no me separará de Mariel o de mi libertad, no después de saber una pequeña parte de lo que soy capaz.

Nuestro último deseo [NUD#1]Where stories live. Discover now