Vista atrás.

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-Sanji.

Salí a correr por la mañana, llevaba una sudadera gris holgada y me cubría la cabeza con la capucha, llevaba los audífonos puestos y con música que nunca había escuchado, en otro idioma y que no logrará hacerme sentir peor de lo que ya me sentía, después de treinta minutos de correr sin rumbo fijo me detuve al encontrarme con una luz roja, trataba de regular mi respiración mientras sentía el sudor bajar por mis mejillas, el sol comenzaría a salir pronto y debía volver a casa para alistarme, la luz cambio a verde y crucé tranquilamente la avenida, al llegar a la acera siguiente seguí corriendo mientras cambiaba de dirección para volver a casa, repasando los pendientes del día recordé que Nami no me había llamado en dos días y que no entendía porque, me estaba evitando en el trabajo y ni siquiera respondía mis mensajes de texto, tendría que detenerla antes de ir al trabajo, algo andaba muy raro, mientras corría me interne por un callejón que era la manera más rápida de llegar a mi departamento, claro Sanji, nada mejor que meterte a un callejón cuando aún no sale el sol, me detuve antes de salir, al mismo tiempo un recuerdo cruzaba mi memoria, ¡Genial Sanji! ¡GENIAL! Me mordí el labio tratando de reprimir mis sentimientos, no puedo sentarme a llorar cada maldita vez que lo recuerde, eso es jodidamente inaudito, mierda. Sentí mi celular vibrar y salí del callejón, caminaba mientras contestaba la llamada.

-Aquí Sanji.

-Paso por ti en 20.

-Claro Nami, justo iba a buscarte.

Y la línea quedó en silencio. Algo muy malo debe estar pasando para que no se quedara a pelear conmigo un poco más, me apresuré para llegar cuanto antes, me quité la sudadera y la arrojé al cesto de ropa sucia, me metí al baño y tome una ducha rápida, elegí un traje en negro con camisa azul y una corbata negra, después de 15 minutos estaba listo, alguien llamó a la puerta, era Nami.

-Llegué antes.

-Si no te preocu... - Nami salió de la habitación sin darme tiempo de siquiera terminar la frase.- Claro déjame hablando solo.

Al llegar al automóvil Nami se recargaba fuertemente sobre el asiento, mostraba un gran debate interno reflejado en su cara, abrí la puerta del copiloto y casi enseguida ella encendió el auto, después de unos 10 minutos me di cuenta que el camino no era el correcto, algo andaba mal.

-¿A dónde se supone que vamos?

-¿No puedes sólo sentarte, callarte y seguirme?

-¿Habría llegado a mi puesto de simplemente haciendo eso?- Nami bufó, parecía que estaba dispuesta a hablar después de tanto.

-Necesito un lugar seguro para hablar contigo, sólo eso.

-¿Mi casa no lo es?

-¡Por Dios Sanji! No puedes ser tan ingenuo, los altos mando están tras tu cabeza, fue demasiado sorpresivo el hecho de que estuviste vagando en quién sabe dónde cuando una de las cabezas de la lista negra te tenía secuestrado, eventualmente ellos piensan que te aliaste con la mafia.- Tragué en seco, parece tener sentido para mí- Seguramente te tienen con cámaras y micrófonos todo el tiempo y ni siquiera lo sospechaste, Sanji, no sé qué te dieron para que te perdieras tanto a ti mismo.

Nami comenzó a bajar la velocidad para finalmente detenerse en lo que bien podría ser un bar o una cantina, puede que hasta un prostíbulo, de verdad ese lugar no tenía buena pinta, apagó el carro y movió la puerta al salir del automóvil, un tipo de cerca de dos metros se acercó al auto y simplemente se quedó ahí, ahora realmente ya no entendía nada, ¿en qué momento mi hermosa Nami se había ganado a los barrios bajos lo suficiente para que la protegieran de tal manera? Entramos al bar, la gente de dentro miró un instante y algunos la saludaron, el tabernero era un tipo endemoniadamente alto y con un afro oscuro impresionante, le sirvió una copa a Nami y se la dejó sobre la barra, Nami se limitó a recoger la servilleta y dejó el trago servido, caminamos hasta el fondo del bar y finalmente Nami empujo una vieja puerta negra que cedió a su paso, anunció su llegada y pidió una mesa para dos, los guardias de la puerta hicieron una ligera reverencia, en acto seguido abrieron espacio para la damisela. Nos sentamos en una pequeña mesa al fondo de la segunda habitación.

Encuentros desafortunados.Où les histoires vivent. Découvrez maintenant