Rak

1.3K 158 32
                                    

– Okay, todo bajo control. Está todo bien. – Me aliento, mientras arrastro la pesada caja a través de los pasillos.

Escucho los gemidos de dolor de la criatura en la distancia. Retumba en todos los pasillos.

Por alguna razón, un tiburón alienígena, encargado del mantenimiento del motor de Argonauta, quedó embarazado durante el viaje. Y sí, 1) es un hombre, al parecer en su planeta ocurre así, 2) no quiero entrar en detalles de cómo ocurrió, así que no averigüé mucho sobre el tema.

Y como suele pasarme a mí, con la suerte que tengo, el tiburón entró en labor de parto en medio del viaje campo de batalla hacia la base y... claro: ¡me mandan a mí a buscar el kit de emergencias para partos imprevistos!

¡Parece broma! No solo el hecho de que una nave de guerra tenga un kit para embarazados/as de distintos planetas, sino también el hecho de que me manden a mí a buscarlo. Soy la segunda más débil en la nave, siendo Briana la primera.

Pero bueno, Tib dio la orden. No me sorprende. O sea, comprendo amigo que estés estresado, pero sinceramente eres un idiota.

– ¿Dónde estás gisomactucó? Necesito el anestésico ahora mismo, estoy viendo la cabeza del bebé. – Me dice Tib por el intercomunicador, tratando de mantener la calma. Escucho los gemidos de la criatura por detrás de su voz.

– ¡Estoy en camino, idiota! ¡Esto pesa una tonelada! – Casi escupo las palabras.

Siento que la caja pesa cada vez más.

– Me importa un comino, apresúrate.

– Eres un idiota por haberme mandado a mí.

– Eres la única sin hacer nada. Hasta Steven, incluso Mosca están haciendo algo. Te lo merece por holgazana.

– ¿Disculpa? Estaba en la enfermería descansando de mi herida en el cuello, la que me hizo Kitaldi, ¿recuerdas?

– Eras la única en la enfermería, además de la enfermera.

– Cierra el pico. Cambio y fuera.

– ¡Tu no me cambias y fueras, gisomactucó!

Sin embargo, apago el intercomunicador.

Arrastro con mucha dificultad la caja por varios pasillos, hasta que finalmente los gemidos suenan cercanos, y encuentro la puerta de la enfermería.

Cabeceo la puerta y se desliza hacia un costado. No llego a entrar a la enfermería, y Tib ya me ha quitado la caja de las manos.

– Tranquilo, vaquero.

– Necesito que me ayudes. – Me dice, sacando unos extraños instrumentos de la caja.

Estoy por responder afirmativamente, hasta que veo al tiburón. Cuando lo dejé parecía a punto de vomitar; ahora parece a punto de matar a alguien. Está atado a la camilla, con las patas separadas, de donde (sin entrar en detalles perturbadores) está tratando de salir su bebé, e intentando dar zarpazos y morder con sus filosas fauces mientras ruge. Ah, y en una esquina yace la enfermera inconsciente.

– Oh, no. Tib, no quiero perder un brazo. Gracias. – Digo, retrocediendo.

– Yo voy a ayudarle con las contracciones y a administrarle un gas que acelera el parto. No te vas a acercar a sus fauces, solo necesito que atajes a la cría.

– ¿Que la ataje? – Pregunto, entre confundida y asqueada.

– Sí, por favor.

– Bueno... – Acepto, suspirando y agarrando una banqueta para sentarme frente a las piernas del tiburón.

PODEROSOS (#3)Where stories live. Discover now