Cosas extrañas nos rodean.

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La tercera mañana en la enfermería desde que desperté llego con un frío congelador que se mete por los huesos de quienes estamos dentro, claro que soy la única. Otro de los problemas que corren detrás de mí espaldas es esa sensación de estar acompañada siempre, uno pensaría que es bueno sentirse acompañada, pero es como si literalmente hubiera personas a mí alrededor y eso hace que un escalofrío recorra mi espalda cada vez que me siento mirada. Intento centrarme en que eso es solo un producto de mi imaginación y que no está pasado, pero parece real.

—Venimos a ver a mi sobrina—Escuché que una mujer pregunto en la puerta de la enfermería, es de mañana, no sabría decir la hora exacta pero las clases ya comenzaron y mi desayuno llego hace poco tiempo, todavía sin lograr despertarme del todo las voces aún se me confunden, no sé si son voces de personas a mí al rededor, de mi cabeza o del viento.

—En la segunda camilla señor y señora Malfoy—Dijo Pomfrey.

Los tacones sonaron en camino hacia mi cubículo de cortinas, estas se corrieron y tía Narssisa con tío Lucius hicieron presencia sacándome de la duda de ser mi imaginación

—¿Cómo estas cariño?—Pregunto mi tía tomando asiento en la camilla junto a mis piernas y posando su mano sobre una de ellas para darme cariño.

—Estoy bien, dormí bastante—Dije harta de estar encerrada sin poder ver a nadie o no levantarme.

—Queríamos venir antes pero tuvimos varios inconvenientes—Se excusó ella, por alguna razón vi como la cara de mi tío se oscureció un poco al escucharla hablar, eso no me gusto para nada.

—Está bien, me hubiera conformado con una carta, no era necesario que vinieran si estaban tan ocupados—Respondí mirándolos a ambos sucesivamente.

—Te dejamos una caja con regalos en el barco, cuando vuelvas podrás disfrutarlos—Hablo por primera vez tío Lucius cambiando de tema y claro mencionando regalos insignificantes.

—Familia Malfoy, el director y yo damos permiso de que Sadira se retire ya que no tuvo otro ataque por la noche—Aviso la enfermera abriendo nuevamente las cortinas de mi cubículo—Deberá hacer reposo algunos días más pero se puede ir.

—No se diga más, ya era hora—Dije bufando, tome mi varita que estaba junto a mí, coloque mis zapatos y me encamine con mis tíos a la salida.

—Sadira estuvimos investigando tus síntomas, para prevenirnos de tus poderes y poder ayudarte—Informo mi tío mientras los tres caminos por los solitarios pasillos hacia la salida.

—¿Tienen alguna coincidencia?—Pregunte dejando de caminar, mi tía me tomo del brazo obligándome a seguirla, tomo aire y prosiguió.

—Lamentablemente podrían ser síntomas de metamorfomagia—Dijo mi tío en un suspiro.

—Debemos esperar a ver si de verdad es eso—Contesto mi tía reñida por el comentario de mi tío, solo espero que no se pongan a pelear aquí conmigo presente.

—¿Hay posibilidades de que sea otra cosa?—Pregunte un poco sometida en mis pensamientos.

—Esperemos que sí, de otra forma espero puedas controlarlo rápido y no lo hagas en público—Advirtió tío lucios.

Los metarmofomagos no son lo que a mi tío más le fascina, los repudia y trata de evitar el contacto con algunos de ellos a cualquier precio, mi tía tampoco es la excepción.

—¡Lucius! Ella no tiene la culpa, ya hablamos sobre esto—Reclamo mi tía enojada y mirándolo como si el diablo estuviera por salir de su cuerpo.

—Está bien tía, entiendo el punto, pero no hay que precipitarnos—Interrumpí el inicio de la pelea porque estamos en público, sería inapropiado y sé que esas cosas son importantes para la reputación de nuestra familia.

Sadira la hija de VoldemortDonde viven las historias. Descúbrelo ahora