Objetivo VI: Papá (Dino) II

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Dino muy pocas veces tuvo miedo en su vida, gracias a las enseñanzas, también torturas de Reborn, el miraba directo al peligro, y porque no decirlo, a la muerte por el bien de su familia. Pero cuando Kyouya entró en el quirófano, al momento que su primer hijo nacería, sintió todo ese miedo acumulado por años estallar, tuvo que irse a la azotea, para no dejar salir sus miedos delante de su familia, sentirse débil e impotente delante de ellos; porque él era el jefe y no podía permitirse tal lujo, porque él era el pilar de esos más de veinte mil hombres siguiéndolo.

—Está bien, jefe —escuchó la ronca voz de Romario, a su costado.

Dino se sorprendió encontrar su guardia baja, estaba distraído, pero cuando el asunto era Kyouya todo dejaba de existir, todo era secundario. Romario conocía sus miedos por perder a su amante, sólo recibió de éste una abraso paternal sin palabras, no eran necesarias, cuando le miraban a los ojos.

—Gracias —Dino sintió su garganta seca, tal vez por las ganas de llorar.

Romario sonrió y salió de allí. Sabía hasta qué punto podría acompañar a su jefe y ser consuelo, al mismo tiempo sabía que era momento de dejarlo pensar, hacer que calme esos miedos y que con algunos minutos más regresaría a la sala de espera con nuevas esperanzas que todo saldría bien, que tendría a su esposo y a su primer hijo allí, en sus brazos, con él.

Kyouya siempre decía que era un libro abierto para todos, que sus acciones eran demasiado sinceras para su bien, y en esas circunstancias le creía.

***

Dino sonrió feliz cuando escuchó a Shamal dándole el permiso para entrar a ver a Kyouya, antes de perderse en el pasillo escuchó la voz perezosa del doctor diciendo que no atenderá de nuevo a otro hombre, que sólo atiende a mujeres. El jefe Cavallone siempre escuchaba el mismo listado de palabras salir de la boca del médico, y siempre había una ocasión para que este no cumpliera su promesa.

Kyouya estaba dormido, sus largas pestañas negras eran el contraste a su pálido rostro, que en ese momento estaba más pálido. Según le dijo Shamal antes de ingresar que sólo estaba agotado, necesitaría unas horas para despertar y le propuso que podría ver a su hijo, pero el deseo guardar la ocasión cuando Kyouya despierte.

Y después, de casi cuatro horas Kyouya despertó, lo primero que hizo fue preguntar por el bebé y Dino sonrió feliz, diciéndole a la enfermera que lo traiga. Fue el segundo momento más maravilloso de su vida, el primero fue conocer a su amante.

***

Dino al primer año de su hijo le sorprendió encontrar los escasos rasgos de Kyouya, pero aún Romario le decía que era muy pequeño para saber a quién se parecía más.

Kyouya lanzaba un suspiró agotador cada vez que él preguntaba sobre el parecido, hasta que en una de sus monólogos sobre el tema, su amante le lanzó un cojín para que se callara.

—Una más y duermes en el sofá —Kyouya amenazó.

Y Dino supo que podría hacerle caso a Romario y esperar a que su hijo crezca para saber su respuesta. Aún tenía esperanza que se pareciera más a Kyouya en el futuro.

***

Dino no cabía de felicidad cuando Shamal, que en todos esos años nunca dejó de quejarse que no atendía a hombres, le confirmaba lo que sospechaba: Kyouya estaba de nuevo en la dulce espera.

El único que permanecía callado era el guardián, mientras los demás miembros de la Fagmilia Cavallone estaban sacando las botellas de vino y copas, dispuestos a celebrar la noticia.

Fagmilia Cavallone (Dino x Hibari)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora