Capítulo 1.

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-¿Qué la hace a usted más apta que las demás aspirantes para cuidar de mis hermanas? Las otras niñeras tienen más diplomas que usted.-Preguntó el señor Styles juntando sus manos sobre las hojas. Tras varias preguntas regulares y de presentar mis referencias, este hombre me había mirado fijamente en cada momento sin pestañear. Comencé a formular mi respuesta pero me interrumpió.-Le pido que hable alto y claro, señorita Scott. No haga perder mi tiempo. De lo contrario, puede retirarse.

Ante tal fría respuesta, acomodé mis rojizos rulos detrás de mis orejas e, irguiendo mi espalda, volví a hablar.- Los diplomas son simple papeles, pueden demostrar que alguien sabe cinco idiomas pero no muestra como es esa persona en la realidad. El afecto es lo más importante para tratar con niños, sobre todo en estas situaciones...

-¿Y cuál es la situación en este caso, señorita?-Movía su lapicera dorada entre sus dedos sin apartar su mirada de mí.

-Sé lo que es crecer sin una madre. Siempre fuimos mi padre y yo y por eso...-Volvió a interrumpirme.

-Lamento lo que le sucedió pero esto no es una sesión terapéutica. Sigue sin contestarme que la hace mejor que las otras postulantes. Como dije, sólo cuenta con referencias pero no tiene ningún certificado, sin contar que su apariencia es bastante descuidad.-Ahora su mirada estaba fija en las otras carpetas que tenía sobre el escritorio, seguramente otras candidatas para el puesto, pero no me iría sin decirle unas cuantas cosas a este imbécil.

-Usted no es nadie para hablarme de esa forma. Juzgar a alguien por su apariencia no es correcto, y alguien como usted debería saberlo. Usted es joven y sin embargo, está en la cabeza de una gran empresa y en esta estúpida entrevista no hizo más que interrumpir cada cosa que decía como si fuera una empleada suya.-Mi lado escocés tomaba posesión de mí y aumentaba mi voz a cada palabra que decía.-Me creo cualificada para cuidar de sus hermanas porque por lo menos no tendrían que soportar al estúpido de su hermano todo el tiempo.

Sorprendido, se levantó de su silla detrás del escritorio y miró por la ventana que estaba detrás de él. No dijo nada por unos segundos.

-¿Eso ha sido todo o quiere agregar algo?-Preguntó sin voltearse siquiera.

-Eso ha sido todo.-Al no contestar, tomé su silencio como una retirada pero al levantarme, me observó. No como antes, si no como si me estuviese viendo de verdad desde que entré a la habitación.- ¿Puedo irme?

-Adelante. La espero mañana en la mañana para hablar del pago y sus labores. Puede irse.-Y volvió a mirar a la ventana.-Y no se equivoque, solo estoy en la posición en la que estoy por la desgracia que me tocó vivir, no porque lo haya elegido. Hable con mi asistente a la salida.

Estaba totalmente en shock. Acababa de decirle varias cosas a este tipo y sin embargo, me contrata. No estaba en condiciones de preguntar porque lo había hecho por si cambiaba de opinión, tal vez lo preguntase mañana. Asentí, aunque sabía que no podía verme y me dirigí a la puerta. La cerré lentamente y solté el aire que había estado aguantando sin darme cuenta.

-Señorita Scott, voy a necesitar que me llena esta hoja y la traiga mañana.-La asistente no era una rubia bonita como imaginé, sino una señora de edad de pelo castaño canoso.

-Por favor, prefiero que me llame Meribeth, si le parece bien.

Continuó explicándome algunas cuestiones legales que tendría que rellenar en el contrato, siendo una de estas la confidencialidad que tendría con la familia. Nada de lo que escuchara en esta casa, podría salir de aquí. Me pregunté qué tan importante serían estas personas como para que esto fuera algo trascendental. Había visto las noticias cuando pasó el accidente de los padres, pero nunca había escuchado de ellos. Mi tarea sólo consistiría en cuidar de un par de niñas, ¿qué más podría pasar?

Cuan equivocada estaba.

La niñera «h.s» Where stories live. Discover now