Capítulo 2

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Era tarde cuando llegué a mi apartamento. Había decidido mudarme sola hacía un año, cosa que a mi padre no le agradó mucho pero terminó cediendo. Él necesitaba su espacio y yo el mío, ambos teníamos cosas con las que cargar.

Mañana empezaría un nuevo trabajo y eso sería una nueva oportunidad para comenzar. El contrato implicaba que debía quedarme a dormir en la semana e irme sábado y domingo a menos que se requiera de mi ayuda. Para alguien joven como yo, aquello parecería injusto, pero no tenía problema dado que la paga era prometedora, hasta excedían de lo números que tenía en mente.

Luego de volver a leer el contrato cuidadosamente, comencé a hacer una maleta con algunas cosas básicas que necesitaría y la ropa que usaría en la primera semana. Aquella noche dormí bastante intranquila, pensando en que me encontraría mañana.

La entrevista había sido en el lugar de trabajo del señor Styles, por lo que fue una gran sorpresa encontrarme con que la casa se encontraba en un condominio privado, tal vez no había prestado mucha atención a las indicaciones de la asistente. Miré en mi celular el número de puerta, 22. Comencé a caminar por aquellas despobladas calles y con casas similares. 

Para cuando llegué, aquella no me impresionó demasiado puesto que ya había visto el mismo modelo en toda la caminata. Al igual que todas, contaba con un patio con el pasto cortado pulcramente y algunas flores decorando el camino a la entrada. Respiré despacio recuperando el aliento y no presentarme mi primer día como un perro agitado. Apreté fuertemente la maleta y acomodé la mochila a mi espalda.

Di unos pasos hacia la puerta cuando alguien la abrió antes de que pudiera tocar.

-Primer día y su puntualidad ha dejado que desear.-El destino quiso que mi empleador fuera el que abriera la puerta y sin chance de poder saludarlo apropiadamente, montó su auto y desapareció por la calle.

Me quedé allí parada sin saber bien que hacer hasta que un señor mayor llamó mi atención.

-Usted debe ser la señorita Scott. Por favor, pase así podré enseñarle la casa, su habitación y, por supuesto, a las niñas Styles.-Me tendió su mano amablemente la cual tomé con una sonrisa.- Soy Albert, el mayordomo de los Styles hace 30 años.

-¿Eso quiere decir que Harry es algo así como Batman?-Me reí ante la coincidencia entre personajes.

-¿Disculpe?-Me miró seriamente. Supongo que no es costumbre contar chistes aquí. Agitó su mano en el aire y siguió explicándome el funcionamiento del lugar sin esperar a mi respuesta.

Mi habitación quedaba en el segundo piso, al fondo del pasillo principal. Justo al lado de la habitación de las niñas. No pregunté en cual dormía Harry, seguramente me reprocharía que estaba fuera de lugar.

-Este es el itinerario de Gemma y aquí el de Sophie.-Me entregó varias hojas.-Su trabajo consistirá en estar en cada momento que ellas necesiten.

Miré las hojas con los horarios y, para solo ser un par de niñas, tenían muchas actividades y poco tiempo libre. Estaba ansiosa por conocerlas, esperando que fuera fácil llevarme con ellas.

Había llegado a las 8 AM, y según el itinerario, ellas ya estaban en clase.

-El señor Styles quiso que usted se presentara antes que ellas llegaran para que entienda los puntos de su trabajo y pueda acomodarse en su habitación. La dejaré para que pueda estudiar los itinerarios, que por cierto, debe aprenderse de memoria y no fallar. Si necesita algo, estaré en la sala.

Con aquello, Albert desapareció dejándome en mi habitación. Podría decirse que hasta era un poco más grande que la mía y la vista era hacia el patio trasero, que tenía una piscina y que Albert no había tenido el placer de mostrármela. Me recosté en mi cama pensando en cómo podría lidiar con dos pequeñas que perdieron a sus dos padres a tan temprana edad. Con aquello, me dormí.

-¿Crees que esté muerta?-Sentí un leve pinchazo en la pierna.

-Soph, deja de decir estupideces. Deberíamos despertarla o Albert se enojará si se entera que se durmió.-Abrí despacio mis ojos y visualicé a dos figuras.

La primera, supuse que sería Gemma porqué era la más alta. Tenía el cabello negro y largo, hasta su cintura. Sophie, sin embargo, lo tenía más claro. Pero lo que tenían en común, y que también compartían con su hermano mayor, eran los ojos verdes más hermosos que había visto nunca.

-Hola. Soy Meribeth.-Dije con voz soñolenta sentándome en la cama.-Supongo que les habrán hablado de mi y...-Sophie me abrazó y volvió a tirarme.

-Eres mucho más bonita en persona. Harry nos mostró una foto tuya. Me encanta tu pelo.-Sólo pude reirme ante aquella tormenta de palabras que era Sophie.

-Soph, la estás asustando. Perdónala, es bastante ansiosa. Soy Gemma.-Dijo extendiendo su mano formalmente mientras Sophie seguía agarrada de mi cintura.

-Gemma, mucho gusto.-Y acepté su saludo, para luego tirarla a mi lado junto a su hermana menor. Las tres reímos y agradecí en silencio por lo maravillosas que aparentaban ser aquellas niñas.

Seguido de cosquillas y un poco de curiosidad por mi pelo y pecas ("Esto, niñas, se llama Escocia" fue mi respuesta), Albert llamó a mi puerta anunciando que era la hora del almuerzo. Miré mi reloj y eran las 12 en punto, sería mejor que vaya acostumbrándome a la puntualidad exacta. Tal vez sería mejor atrasar mi reloj para estar 10 minutos antes.

El almuerzo consistía en Gemma y Sophie en el comedor, y yo en la cocina con algunos de los empleados, que resultaron todos ser personas mayores. Me presenté a ellos y me recibieron cálidamente, también curiosos por mi apariencia.

-En casa de ingleses, una escocesa.-Dijo Sam, el jardinero, y todos rieron, incluido Albert.- Seguro tienes historias que contar, muchacha.

-Por supuesto, nosotros somos conocidos por nuestra capacidad de narrar. Aunque a mi no se me da del todo bien.-Todos volvieron a reir y el almuerzo terminó media hora más tarde. Llevaba el itinerario en el bolsillo, porque, por supuesto, no había tenido tiempo de leerlo. Hasta las 14 Gemma no tenía actividades pero Sophie a las 13:30 debía estar en clase de... ¿clarinete?

Cuando volví al comedor a buscarlas, ellas ya había desaparecido. Subí a buscarlas a sus habitaciones y primero toqué en la puerta de Gemma. Pensé que sería bueno hablar con ellas por separado.

Entré a la habitación luego de que ella me diera el permiso, y me llamó la atención como todo en ella era de un color verde. Diferentes tonos, pero todo combinaba con aquel color.

-Bonita habitación.-Le comenté. Gemma se encontraba en su cama leyendo un libro.-¿Qué lees?

Me tendió el libro y leí su título. Era un ya conocido para mi. Bastante.

-¡Pero si es mi libro favorito! Lo he leído ya varias veces pero no me canso. Hasta lo tengo guardado en mi maleta.

-¿De verdad? Esta autora me fascina.-Y así, comenzamos a hablar de varios libros hasta que una alarma sonó en su celular.-Dios mio, se ha pasado la hora. Son las 14 y tengo que alistarme para mi curso.

-¡SOPHIE! Me he olvidado completamente de ella. Que desastre.-Corrí hacia su habitación pero ella ya no se encontraba allí.

-Meribeth, intentaba decirte que a nuestras actividades nos lleva un chofer. No tienes que preocuparte por eso.-Dijo Gemma apoyando su mano en mi hombro.

-Lo sé, Albert ya me lo había dicho pero quería acompañarla. Conocerla un poco más.

-No te preocupes, esto es algo a lo que ya estamos acostumbradas.-Dijo riéndose.-Iré a cambiarme. Y no, no tienes por qué ir conmigo.

-¡Gemma!-Llamé antes de que entrara a su habitación.-¿A qué están acostumbradas?

-A la soledad.-Vislumbré su sonrisa apagada mientras cerraba la puerta.

Me apoyé en el marco de la puerta de Sophie y, su cuarto, era de color rosa por doquier. Entré y observé que en su escritorio tenía una fotografía de su familia. Todos los lucían felices, y probablemente lo eran. Hasta el señor Styles sonreía.

Dejé el cuadro prometiéndome a mí misma intentar traer esas sonrisas a las caras de las niñas. Incluso a su hermano si me era posible.

La niñera «h.s» Where stories live. Discover now