Capítulo 25 | Tú

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Llego a la cocina encontrando a Grace, a Greta y las gemelas Sara y Adela, cada una haciendo una parte del desayuno. Se puede sentir el rico olor a beicon desde afuera de la cocina abriéndome mucho más el apetito a pesar de todo.

—Ana —sonríe Grace—. Ya está todo casi listo. Por favor ve a buscar a Leila para que venga a desayunar, no sé donde está su cuarto —parece apenada pero le sonrío tranquilizándola y asiento.

—Ya vuelvo —me relamo los labios viendo fijamente como sirven el beicon haciendo reír a Greta. Ella sabe que nunca me negaría a un beicon.

Salgo de la cocina y camino nuevamente hasta la habitación de Leila. Estoy a punto de tocar la puerta cuando veo que la puerta se encuentra junta, la empujo abriéndola un poco más y frunzo el ceño al ver a Leila en el tocador aplicándose maquillaje de alta cobertura en su brazo.

Entro sin más a la habitación ,sobresaltándola, haciendo que lance la brocha al tocador de golpe haciendo resonar la madera cuando nuestros ojos se conectan por medio del espejo.

—Lo siento, estaba junto —apunto la puerta sin dejar de mirarla y puedo ver como su respiración está acelerada pero desesperadamente intenta retenerla y recomponerse.

—No te preocupes —sonríe nerviosa—. ¿Ya está listo el desayuno? Muero de hambre —asiento desviando mi mirada a la brocha—. Genial —se levanta del tocador e intenta salir de la habitación pero cuando pasa por mi lado la tomo del brazo, deteniéndola.

—Dime por qué te estabas echando maquillaje en el brazo —murmuro abriendo un poco mi mano, dejando a la vista mis dedos con rastro de maquillaje en mi piel.

—Nada —traga fuerte. Sin soltarla del brazo tomo del tocador una toallita desmaquillante y limpio su brazo, dejando al descubierto una larga y fina línea roja en su brazo que sin duda dejará una cicatriz.

Alzo la vista conectando mis ojos con los de ellas que demuestran miedo puro. ¿Esto es nada?

—Me corte —suelta finalmente.

—¿¡Que tú qué!? —exclamo horrorizada en busca de nuevas marcas, pero nada.

—No es lo que piensas Ana —muerde el interior de sus mejillas—. Ayer cuando Christian y Mia me acompañaron a buscar unas cosas a la estética, de casualidad me corté con una navaja que estaba sin protección —suelto su brazo y boto la toallita en el papelero.

—¿Entonces por qué lo ocultas con maquillaje? —pregunto inquisitivamente mostrando mis dedos manchados de maquillaje.

—Simplemente no quería preocuparlas. Con lo que pasó ayer ya tenían de sobra —se defiende y lo único que puedo hacer es suspirar—. Por favor no le digas a mamá, no quiero darle una preocupación más. Yo no necesito hacer ese tipo de cosas y auto agredirme —muerde el interior de sus mejillas y mi expresión se suaviza. Asiento lentamente y la abrazo tomándola desprevenida, pero de igual manera me corresponde y hunde su nariz en mi cabello.

—Lo siento —me disculpo suspirando—. La simple idea de pensar que te cortabas me horrorizó, no sabría qué hacer sin ti, tontita —suelta una risita—. No olvides que yo estoy de aquí de pie gracias a ti o si no, no dudes estaría en una tumba o sumergida en un fuerte depresión en una cama. Te quiero mucho Leila —la abrazo fuertemente y ella se pega más a mí y puedo sentir como su pecho se contrae.

—Yo igual te quiero Ana —lloriquea—. Tonta, me hiciste llorar —se separa de mí y su labio inferior tiembla. Sonrío con ternura al verla así mientras se limpia el rastro de lágrimas derramadas de su mejilla—. Vamos a comer antes que llegue Isaac y asalte mi plato —cambia drásticamente de tema y comienzo a reír al escucharla—. ¿Qué? No te rías porque es verdad. Antes de ayer por poco se come hasta el plato —pone los ojos en blanco y yo solo río.

Juntos por el Destino: Dulce Tentación | TERMINADAOù les histoires vivent. Découvrez maintenant