CAPITULO 3

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Durante esa semana, a Samy le fue imposible evitar a Hunter, el sabia exactamente todos sus horarios de salida y llegada a su casa.

-Pareces un maldito acosador.- Le decía cada vez que iban al colegio. 

Se había hecho habitual salir los dos a la misma hora y caminar juntos hacia el colegio, los primeros días ni siquiera se miraban, y una semana después, se habían acercado bastante. Hunter siempre había asistido al mismo colegio pero en el turno tarde. Pero por su mal comportamiento había sido sancionado con el traspaso al turno mañana.

Se había mudado recientemente con su familia, su antigua casa no estaba muy lejos de allí, pero era pequeña, y la nueva casa era lo bastante grande para vivir cómodamente, su madre Erin siempre había deseado tener una casa espaciosa. 

La amistad entre el y Samy no tardo en notarse, se veían casi todo el tiempo, no solo por ser vecinos e ir al mismo curso, sino porque conocían a los mismos amigos con los cuales Samy jugaba al fútbol. Si bien Hunter no jugaba nunca, solo iba a ver los partidos porque le gustaba ese deporte, y después de conocer  a Samy su motivo era el de acompañar a su amiga y cuidarla. Ella se había convertido en su prioridad. Mas allá de que actuara y se vistiera como un chico, no dejaba de ser mujer. Y por tal motivo no soportaba el hecho de que se lastimara jugando al fútbol, cada vez que la veía caer y volver a levantarse se sentía impotente e inútil, ya que nadie podía meterse en el campo de juego y debía respetar las reglas.

Descubrieron que eran adictos a los juegos de playstation. Aquel pasatiempos se había convertido en algo sagrado los fines de semana. Si no tenían nada que hacer, se juntaban en la casa de Hunter y podían amanecer jugando, comiendo snacks y bebiendo gaseosa, hablando de todo y de nada, casi siempre Emma se sumaba a sus locuras, pero nunca se quedaba mas de medianoche.

Los tres juntos eran un grupo muy unido, tareas y trabajos que debían preparar para el colegio, lo hacían juntos. Emma se había convertido en el equilibrio de aquellos dos amigos. Mientras que Samy y Hunter se metían en problemas, Emma siempre trataba de resolverlos, o evitar que se metieran en líos. El carácter de Hunter había cambiado notablemente, era mas pasivo y tranquilo, Samy por el contrario no había cambiado nada.

El año había pasado a una velocidad increíble. Diciembre llegaba no solo con el calor del verano, sino con  los exámenes finales, la fiesta de fin de curso y el día que Samy  había esperado con tanto furor. El equipo con el que jugaba al fútbol, había entrado a un torneo juvenil, el cual habían logrado llegar a semifinales casi sin problemas, hasta que un delegado del campeonato se había negado a que una mujer participara de la final. Todo el equipo estaba dispuesto a abandonar si no les permitían jugar la final con Samy, ella se había esforzado del mismo modo que el resto del equipo, y sin ella no serian nada. Sin obtener respuestas positivas, Samy decidió hablar con su padre Albert, quien era el único en su familia que la apoyaba, por el contrario su madre, prefería que practicara un deporte mas femenino, o ninguno si era posible.

El día jueves, un día antes del partido final, Albert llego hasta la sede donde organizaban los torneos. El edificio era enorme, y sin saber el nombre del delegado que se oponía a que Samy jugara la final, se aventuro a encontrarlo. Allí se entero que el beneficio para los ganadores de dicho torneo, era un pase académico para estudiar en las instituciones educativas de clubes de fútbol de primera división. Esto lleno de orgullo a Albert, y sabiendo la importancia y la dedicación que Samy le había puesto, no podía dejarla sola. Busco por cada sector hasta dar con la persona indicada. El delegado se negaba rotundamente diciendo que el torneo era solo para hombres.

- Por dios, eso es una estupidez. Esta sede tiene pases a clubes de primera división, y dígame cual de todos ellos, no tiene fútbol femenino.- Hizo una breve pausa y no dejo contestar al hombre.- Absolutamente todos los clubes tienen fútbol femenino. El único problema aquí es discriminación, y eso es un delito señor.- Contesto decidido Albert.

-No estoy discriminando, solo estoy protegiendo a esa muchacha, el partido final, se disputa entre los dos mejores equipos del campeonato, lo cual quiere decir que son los jugadores mas fuertes, mas inteligentes y mas ambiciosos. Si su hija compite, puede llegar a salir lastimada.-

-Si el equipo de mi hija llego a la final, es porque son fuertes, no le voy a negar que Samy sufrió golpes y lesiones, de las que se ha recuperado favorablemente. Su esfuerzo por ganar este campeonato no es mero capricho, para ella es superarse a si misma, es llegar a la meta.-

-Lo siento mucho, pero debería haberse anotado directamente en algún club de fútbol femenino.-

-Y usted cree que ella no quería? No teníamos los medios económicos para lograrlo. Y estar aquí, tratando de convencerlo, es lo menos que puedo hacer para darle la oportunidad que yo no pude darle.- Dijo Albert, casi sin esperanzas, bajo la mirada al suelo y soltó un débil suspiro- Por favor señor, es lo único que le pido.-

Un incomodo silencio se instalo en esa fría oficina. Albert no movió ni un musculo, solo se quedo mirando al suelo, esperando una respuesta, o que lo echen a patadas del lugar. Oyó que ojeaba unos papeles y levanto la vista, esperando una palabra al menos.

-Tome este acta, léalo atentamente y firmenlo, usted y la madre de su hija. Mañana quiero este papel dos horas antes del partido. Si no lo tengo en mi poder, sus esfuerzos y los de su hija habrán sido en vano.-

Una notable alegría se apodero de su ser. Casi a gritos le agradeció al hombre, quien asintió a penas con una sonrisa. Albert estaba mas que agradecido, su hija podría jugar profesionalmente, sintió como que había logrado reparar algo que había roto. El sueño de Samy estaba a un paso y el, era el padre mas orgulloso de la tierra.

Esa mañana después de hablar con el delegado, fue hasta su casa para que su esposa firmara el acta. Lamentablemente Albert no vería a Samy hasta el otro día por su trabajo. Sus horarios eran rotativos semanalmente, y justamente ese día trabajaba a la tarde y al otro día entraba a la mañana muy temprano, y para poder descansar mas horas, debía quedarse en una habitación que utilizaban los empleados que trabajaban de madrugada y vivían lejos. El acta quedo en manos de Albert, para poder entregarlo personalmente al delegado. 

Mientras tanto, Samy ajena a todos esos movimientos, y creyendo que no podría participar en el partido, le rogó a Hunter que ocupara su puesto. Ninguno de los chicos del equipo se opuso, pero Hunter no estaba del todo convencido. Si le gustaba el fútbol, pero no tenia la habilidad y la preparación física de Samy. Sin embargo, no podía negarle nada a su astuta amiga, así que sin darle mas vueltas al asunto acepto.

-Perfecto, entonces te daré un curso intensivo de preparación física y fútbol.- Sonrió Samy, abrazando a Hunter y dejando un beso en su mejilla.

-Que me darás a cambio?- Pregunto Hunter.

-Seré tu esclava por un día.- Dijo Samy decidida- Ya lo tenia pensado, te conozco muy bien matón, sabia que esto no seria gratis.-

-Que sea una semana.- Retruco el.

-Tres días y una cena hecha por mis propias manos.- Soltó Samy elevando sus cejas, instándolo a que aceptara.

-Mejor tres días, sin cena. Eres un desastre en la cocina, quieres matarme de una intoxicación?- Dijo burlándose, mientras pasaba un brazo por los hombros de Samy y se dirigían al campo donde jugaban siempre.

CONTINUARA...

HOLA  MIS QUERIDOS LECTORES!!!!! Estoy disfrutando escribir y compartir esta historia por que amo el fútbol y de verdad espero que sea de su agrado, aunque se que no todas son amantes de este deporte. Supongo que respetaran mi gusto.

No se prohíban de dejarme su opinión, acepto cualquier critica. 'D'

Los dejo, no sin antes agradecer a todos x su tiempo de leer, x sus votos y comentarios, los cuales me hacen muy feliz!!! los kiero con todo mi corazón!! BESOTES Y ABRAZOTOTES!!! 

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Regalame una sonrisa (Serie MELODY 1)Where stories live. Discover now