Quattour

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Samwell Beane tan sólo los abandonó.

Samwell se sentía totalmente cuerdo entre los locos.

Miró a lo lejos cómo Sawney devoraba el cuerpo de la pequeña niña que siquiera había tenido el primer sangrado, y sintió asco. Sintió asco de sí mismo un momento, sintió asco de que su amante fuera su sobrino y hermano.

Sintió asco de seguir conviviendo con los Beane, con los cuarenta y pico de integrantes del clan. Así que un día, tomó sus pertenencias y se fue.

Finalmente Samwell los abandonó después de tanto pensarlo y antes de irse, miró a Maxwell a la lejanía. Estaba peleándose con uno de sus tantos hermanos por un par de pantalones, algo que era usual en la cueva. Desde allá, lo admiró, se quedó observando sus gestos, tal como un crítico observaría una pieza de arte en una galería.

Pensó demasiado en sí era necesario irse. Podría quedarse y seguir viviendo de esa forma, seguir teniendo esos encuentros con Maxwell. Entonces, después de darse cuenta de la tentación, decidió dejar de mirarlo y escabullirse lejos de las miradas de sus familiares. Salió de la cueva en total silencio, con ropa de personas muertas y carne de cuerpos humanos envuelta en telas.

En el camino, Samwell no pudo evitar sentirse totalmente solo, no tenía idea de a dónde iba, tampoco tenía claro quién era. No sabía que estaba haciendo y sólo seguía el rastro de unos viajeros que todavía no se percataban de su presencia, se alimentaba de la carne que tenía envuelta en las telas. Al menos hasta que tras seguirlos, pudo escuchar voces, múltiples voces que no eran de los viajeros.

Vio a más personas y comenzó a temblar, pero sus pies seguían caminando hasta la concentración de voces y olores. Su nariz se expandió, sintiendo cierto repudio hacia la multitud y su

Cuando se adentró a donde había más personas, sintió un temor intenso acerca de dónde estaba. Aquello, por las historias que su madre le había contado, era una ciudad, y esas eran... casas.

Muchas personas se quedaban mirándolo, pero no se dio cuenta del porqué. Pero se sentía extraño, era extremadamente raro estar rodeado de personas que probablemente, no tenían tu misma sangre.

¿Ahora qué iba a hacer? Estaba solo y no tenía ni la más mínima idea de dónde podría estar, siquiera entendía bien por qué lo miraban de esa forma tan llena de repugnancia. ¿Acaso ellos sabrían que él tenía relaciones con un hombre? O... ¿Ellos sabían que ese hombre era su hermano y su sobrino?

Entró en pánico y bajó la mirada, comenzando a caminar lo más rápido que podía, hasta que llegó hasta un callejón sin salida. Tomó asiento, apoyando la espalda contra unos ladrillos. El cielo oscuro se cernía sobre él con esplendor, las estrellas reían de él en las alturas. Samwell, el joven que escapó de casa. Pero no le molestaba sentarse en el suelo, a pesar de lo duro que pudiera ser.

La cueva no era de lo más cómoda y era sumamente fría.

Samwell duró así un buen tiempo, al menos hasta que la carne se le agotó. Su cuerpo desprendía un olor repugnante hasta para él mismo, espantando inclusive a los felinos que a veces se asomaban por el callejón.

Había aprendido un poco en ese tiempo; existía algo llamado dinero, que tendría que conseguir trabajando para poder encontrar comida. Sino, no podría acceder a ella, así de simple. ¿Pero... en qué podría trabajar Samwell?

El clanWhere stories live. Discover now