THE WINTER COURT | LAS CUATRO CORTES ❅ 1 |

| ❅ | Capítulo 5.

Tal y como había mencionado Atticus, nosotros fuimos los primeros en cruzar las murallas doradas que rodeaban Vesper, centro de poder de la Corte de Verano; las calles se encontraban abarrotadas de gente que se agolpaba en las aceras para poder ver llegar a su príncipe.

Mientras Atticus se asomaba por la ventana del carruaje para saludar a su gente, yo me mantuve pegada a la pared, queriendo pasar desapercibida. Las gentes de Verano eran pura vitalidad, derrochando tanta energía que me resultaba abrumadora, la algarabía que había al otro lado de las cortinas demostraba cuánto querían sus gentes a sus monarcas. En la Corte de Invierno, mi madre trataba de gobernar equitativamente y de manera justa, y mi hermano era el encargado de recorrer las calles de la ciudad nevada en ocasiones; aunque a mí nunca se me había permitido abandonar el castillo y lo único que había podido ver de la ciudad eran las vistas desde mi ventana.

Cuando el príncipe se cansó de saludar, metió la cabeza de regreso al interior, lanzándome una mirada de mal disimulado orgullo. Sonreía de manera abierta y franca, mostrando lo mucho que le gustaba el contacto con su propio pueblo.

Quizá hubiera sido un buen monarca de haber nacido en primer lugar.

—Ah, ahí está el palacio —exclamó Atticus.

Señaló un enorme castillo que parecía resplandecer con la luz del sol. El edificio era enorme, majestuoso y tenía luz propia; los cristales de las ventanas reflejaban la luz, dándome el aspecto de agua. La construcción no se diferenciaba mucho del palacio de la Corte de Invierno, pero la diferencia radicaba en la capa brillante que parecía recubrir todo el castillo.

Parpadeé, algo deslumbrada por los rayos que reflejaba la superficie del castillo. Tuve que apartar la mirada de la fachada del edificio después de reconocer que la Corte de Verano podía tener cosas tan hermosas, aunque envenenadas. La belleza de la Corte de Verano ocultaba el veneno que guardaban en su interior.

A las puertas ya nos esperaba una reducida parte del séquito de los monarcas de Verano. Tragué saliva al reconocer al rey Oberón y a la reina Titania a la cabeza del grupo, ambos permanecían tal y como los recordaba, lo que despertó en mi interior una llamarada de ira.

Atticus bajó del carruaje y me tendió una mano para salir. Me encontraba sola, expuesta ante los enemigos de mi reina... ante los enemigos de mi propia corte; sin embargo, debía echar a un lado mis temores y enfrentarme a esa amedrentadora presencia, dejando en buen lugar a mi madre y demostrando que era una digna princesa de la Corte de Invierno.

Conforme avanzábamos hacia los monarcas de Verano, fui consciente de la mirada curiosa del rey Oberón; la reina Titania, como siempre, mantenía una expresión aburrida. Quizá le resultaba demasiado agotador recibir a su propio hijo después de haberlo enviado hacia el reino de su principal enemiga, la reina Mab.

Como si estuviéramos conectados, el príncipe de Verano y yo nos inclinamos a la par frente a sus padres. Atticus parecía pletórico de encontrarse en su hogar, junto a sus padres y el resto de su familia.

Mi mirada se desvió ligeramente hacia un muchacho que había junto a la reina Titania. Su cabello ensortijado le llegaba hasta debajo de las orejas, como a Atticus, pero su tono de pelo era de un tono más oscuro; sus ojos marrones no tenían la misma calidez que la mirada miel de Atticus y sus labios estaban fruncidos en una mueca que denotaba lo inoportuno que le resultaba encontrarse allí. ¿Sería el Príncipe Heredero? En mis recuerdos era un poco más alto...

Atticus también recorrió con la mirada los rostros de las personas que se encontraban allí reunidas, como si estuviera buscando a alguien en concreto.