Parte 3

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-¡Vámos!- Suplicó.
Las cogí por debajo del brazo y empecé a andar, en dirección a la motocicleta. A varios pasos del objetivo se escuchó un nuevo grito de frustración y la pierna me falló. Ambos nos desplomamos en el suelo. El dolor que sentí fue terrible. Laura se incorporó y lanzó un chillido desgarrado. Al girarme contemplé al gólem, acercándose furioso, con la pequeña hacha enarbolada en alto.
-¡Corre!- Laura me agarró de un brazo, tirando arriba. Montamos en la moto que arrancó al instante. El hacha rozó mi tubo de escape, cercenandolo limpiamente. Laura se agarró con fuerza.
-¿Qué hacemos ahora?- Pregunté, dándole el único casco que llevaba. Se lo puso con una mano.
-No lo se...- Admitió. –Tu corre. No se si podrás despistarlo.
La carrera a través del bosque duró apenas unos minutos. De repente, sin más motivo que magia, el gólem apareció delante nuestro. Enarboló el hacha y la hizo descender. Tanto Laura como yo saltamos de la motocicleta, dejando que esta se partiera limpiamente en dos ante el filo del hacha. Llegamos al suelo en un duro golpe. Cuando le hacha alcanzó el depósito, explotó. Ambos nos protegimos de la explosión como pudimos. Las llamas prendieron la hierba y pronto nos rodearon. No eran altas y pudimos controlar las que se nos acercaban. Pero no sirvió de mucho. Un árbol empezó a arder rápidamente.
-¿Y el gólem?- Pregunté, señalando el lugar donde se encontraba momentos antes y mirando a Laura intentar quitarse el casco. En ese momento la nube de humo se disipó y apareció la contundente musculatura del ente. - ¡Mierda!
-¡Corre!- Las palabras de Laura eran claras. Ella estaba postrada en el suelo, sin apariencia de poder levantarse.- ¡Vete! No quiero que te ocurra nada. Todo esto es ahora culpa mía. ¡Márchate y sálvate!
-No Laura. –Me acerqué a ella.- La culpa fue de Luis. Tu no puedes controlarlo, así que no lo intentes. Si tu no vienes, no pienso dejarte sola.
-Pero debo intentarlo...- se quejó, incorporándose.
-¡No! Sólo conseguirás enfurecerlo, como antes. Tu no lo has creado, ¿no? Entonces no tienes ningún derecho sobre él.
Laura me observó atenta. Su gestó se tornó amargo, rabioso. El gólem se mantenía quieto.
-¡Tu que sabes!- Me espetó. Su tono y su mirada me hirieron. Se separó de mí.
-No se nada, Laura. Pero...
-Nada. Tus palabras son ciertas. – Un extraño hombre había aparecido por el bosque. Vestía una túnica marrón raída. – Deténte gólem. ¿Dónde has aprendido eso, muchacho?
Observé al gólem, que se había relajado completamente. Su musculatura había desaparecido completamente. Laura estaba pálida.
-Maestro. – Dijo, sumisa, arodillándose y bajando la mirada. Este no le dirigió ni una mirada.
-¿Dónde has aprendido eso, muchacho?- Repitió el hombre, sacándome de mi encantamiento.
-En ningún lugar señor.- Me dirigí respetuosamente a él, en base de la manera como todos lo trataron. – Es la vida. Otra persona que no sea mi padre no me dirá que me vaya a dormir.
El hombre sonrió, complacido.
-Laura, ¿Y Luis?- La miró fríamente, sin ningún atisbo de compasión.
-Lo desconozco, maestro. Creo que el gólem le ha arrebatado la vida.
-Dura lección. –Comentó.- Discúlpate con el gólem.
Laura levantó la mirada y observó al hombre, frustrada e indecisa.
-Hazlo o entrégale lo que le pertenece por derecho.
Me estremecí. Aquello tan solo podía suponer su propia vida. Laura bajó la vista de nuevo.
-Hazlo Laura.- Me dedicó una mirada furiosa. Después, fue de súplica.- Luís ya ha pagado y tu no tienes la culpa. – Me acerqué un poco al gólem, mirándole las ahora lisas facciones. – Lamento haberte causado problemas, gólem.
No se reflejó ningún sentimiento en el rostro del entes. El maestro sonrió.
-Decídete Laura. Pero recuerda que has de hacerlo sola.
Ella se puso en pié y me miró. "De nada." Pensé, consciente de que me estaba dando un gracias. Pasó su manos alrededor de mi cuello, besándome, confiando en sí misma de una manera sorprendente. Mis fuerzas se perdieron.

El meleficio de la InexperienciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora