Capitulo 24

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Capítulo 24

Narra Vanesa

-¡Vanesa!

Oí mi nombre que procedía de una voz que apenas conocía, cuando le vi, fui corriendo hasta él.

-¿Sabes algo más?
-No... Yo...

Dejé la mochila en el suelo, apoyé mis manos en la cara y resoplé.

-La encontraremos. De verdad. (Le miré)
-Sí, lo sé Lucas. (Sonreí como pude y volví a coger mi mochila del suelo)
-Sus padres nos esperan en casa...

Asentí, había llegado el momento de enfrentarme de nuevo a ellos, pero esta vez, sería muchísimo más duro que cuando fui de la mano de Alex. Llevábamos cuatro días sin saber de Malú, ni rastro. No había llegado al aeropuerto, no contestaba los mensaje ni las llamadas, no la encontraron en su piso, nada. Lucas se encargó de hablar con sus padres, de llamar a la policía de hacer todos los papeleos posibles mientras yo volvía de Génova a Madrid. Me quedé sin billetes de avión hasta el cuarto día. Por fin estaba aquí. Llegamos a la casa, Lucas delante de mí entró, la puerta estaba abierta, un coche de policía estaba fuera, al entrar todo seguía como la última vez que fui. Cruzamos el pasillo y vi un agente de pie delante del sofá, mientras los padres de Malú, y su hermano, estaban sentados. Cuando notaron mi presentica se giraron, Alex se levantó rápido.

-¿Qué haces aquí? (Preguntó cabreado)
-¡Eh! (Exclamó Lucas) Es su pareja, ¿te lo recuerdo? Tiene que estar aquí, nos ayudará a encontrarla.
-¿Ella? (Se rio) Ella tiene la culpa de que mi hermana se haya ido...
-¿Ido? (Pregunté) Ella no se ha ido a ningún sitio. (El agente me miró) Tenía un pasaje para el día siguiente, venía a Génova conmigo y con Lucas. (Le miré y asintió, volví a girarme hasta los padres de Malú) Ella... ella no se iría sin deciros nada...
-Señorita, (miré al agente) después le haré unas preguntas... Y a usted (Miró a Lucas) también. (Asentimos)

Dejé la mochila a un lado de la escalera, observé un momento la estancia, noté como Alex no me sacaba ojo y me ponía nerviosa, carraspeé.

-¿El baño? (Pregunté)
-En la planta de arriba, segunda puerta a la derecha.

Asentí, empecé a subir las escaleras, cada escalón me relajaba un poco más, necesitaba alejarme de Alex, no querrá que estuviera allí, no me daba buena espina. Ya no. Salí del baño minutos después, me había mojado un poco la cara para despejarme, apenas había dormido aquellos últimos días, la comida no me pasaba tampoco, estaba agotada física y mentalmente. Di unos pasos por aquel pasillo, sonreí cuando vi su nombre en una de las puertas, a la izquierda del baño. Me quedé en frente, acaricié las letras. Mientras la otra mano, sin permiso, abrió la puerta. Cerré los ojos cuando sentí su olor invadirme, y un nudo en la garganta se me había formado. Di un paso y llegue a la mesa de escritorio, algún papel, un lapicero, acaricié la silla. Otro paso y me paré delante de la estantería, había algún libro, música, los primeros cd's de Alejandro Sanz, sonreí, y fotos. Cogí una de ellas, me senté con cuidado en la cama. Sonreí triste mientras las yemas de mis manos dibujaban el rastro de su cara.

-Tenía once años... (Me sobresalté, miré a la puerta) El verano antes de empezar el instituto. (Sonreí y volví a mirar la foto)
-¿Sacaba buenas notas? (Le pregunté)
-Si... era muy buena... Su padre y yo le ayudábamos en todo lo que podíamos. (La miré)
-Habéis hecho un gran trabajo, Maria.

Sonrió y el silencio volvió a aquella habitación, volví a mirar la imagen, y noté como su madre se sentaba a mi lado.

-¿De verdad crees que no se ha ido? (La miré)
-Lo creo y lo sé. Ella... ella solo quiere ser feliz y...
-Y contigo lo es.

Bajé la cabeza, pero noté su mano en mi pierna y la miré de nuevo.

-Ayúdanos a encontrarla. Por favor. (Asentí)
-Por supuesto.

Dejemos las excusasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora