Capitulo 25

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Capítulo 25

Bajamos hasta el salón, allí el agente aún seguía preguntando a Manolo y a Alex sobre Malú, me puse al lado de Lucas esperando nuestro turno.

-¿Usted Vanesa, donde estaba hace tres noches, cuando la señorita Maria Lucia desapareció? (Me preguntó abriendo una libreta y apoyando su boli en ella)
-Estaba en Génova, vivo allí, con mi hermana.
-Albita... (Comentó Alex sonriente, le miré con cara de muy pocos amigos)
-Señorito Alex... (Dijo el agente) No le he preguntado a usted. (Me volvió a mirar y continuó) Se registró aquella misma noche el cambio de billete hacia Italia y la compra de otro. (Asentí) ¿Hablaron de algo más?
-Si... (Miré a Alex) Vino a cenar aquí, y se discutieron con su hermano... (Miré al agente y asintió) Me llamó al llegar a casa, estaba muy triste... Necesitaba irse de aquí, por eso cambio el pasaje.
-Si, el señorito Alex ya nos contó la discusión de hermanos que tuvieron... nada importante.
-¿Nada importante? (Pregunté asombrada)
-Nada... Una discusión más de la familia. (Dijo tranquilamente Alex) Y cada uno la lleva como puede, Yo me fui de copas con mis amigos, y mi hermana se ha ido de viaje... (Se sentó y cogió el mando de la televisión) No sé por qué darle tanta importancia.

Me callé, no quise contestarle, no quise que se saliese con la suya. Me estaba provocando, estaba queriendo que gritara y me enfrentara a él. No... no lo haría.

-Lucas... ¿Puede acompañarme?

Él asintió mientras el agente lo llevaba hasta la cocina, cerraron la puerta, giré y volví a mirarles a los tres sentados en el sofá.

-Cuando... Cuando Lucas esté nos iremos...
-¿Te vas a su casa a dormir? (Negué) ¿Has cogido una habitación? (Volví a negar)
-No... pero... lo haré...
-Puedes dormir aquí.

Todos la miraron, la madre de Malú después de decirme aquello reacciono. Sonreí de lado.

-¿Qué estás diciendo mamá? (Dijo Alex levantándose del sofá rápidamente)
-No se preocupe Maria, (dije antes de que contestara) algo encontraré.

Vi como su padre se levantaba, abrió un cajón y se acercó a mí.

-Estoy seguro que... ella... ella quería que las tuvieras...

Me cogió la mano, la abrí por pura intuición, y me dejó unas llaves.

-Quédate el tiempo que haga falta. (Dijo él)
-Me quedaré hasta que ella vuelva. (Le contesté)
-¡Papá! (Se giró y miró a su hijo)
-No hay nada más que añadir.

El silencio volvió a esa sala, oía la respiración agitada de Alex, le miré, me estaba observando cabreado, quité mi mirada de la suya. De repente, oímos que las voces de Lucas y el agente sonaban más fuertes desde la cocina, me giré, la puerta quedaba detrás mí, de allí salieron los dos, Lucas delante del agente con cara de muy pocos amigos.

-¿Qué pasa? (Pregunté)
-Nos acompaña a comisaria.
-¿Cómo? (Pregunto Maria)
-Es el último que tuvo contacto con ella, que sabía a qué hora se iban de viaje, y estaba solo en casa.
-Mis vecinos...
-Señor. Sus vecinos no le vieron llegar. No tiene cuartada.
-Pero Lucas no...
-Vanesa... (Me miró) Encuéntrala. (Me acerqué) No te preocupes por mí... Soy abogado, sé lo que va a pasar y no tienen pruebas. (Asentí)
-Llámame cuando salgas, por favor...

Asintió mientras salían de casa, me quedé quieta, sabía perfectamente que Lucas no estaba detrás de todo aquello. No podía ser. Me negaba a creerlo. Miré a sus padres.

-Vaya con las amistades de Malú...

Miré a Alex con desprecio mientras sonreía, estaba enfermo, estaba disfrutando de esto, cogí mi mochila, miré a Manolo.

-Si sabéis algo... por favor...
-Claro. (Dijo rápidamente)
-Espera... (Dijo su madre) Te acompaño con el coche. No... no quiero que vayas sola...

Asentí, la verdad es que no tenía ganas de coger un taxi ni mucho menos el trasporte público. Esperé que cogiera su abrigo y las llaves del coche. El trayecto fue silencioso, la noté nerviosa, la miraba de reojo, se parecía mucho a Malú. Se la veía fuerte, valiente, aunque bajo esa coraza estuviera destrozada. Aparcó delante de la puerta de esos pisos, miré el edificio, cerré los ojos recordando aquella noche que corrí a buscarla, cuantas veces correría a por ella.

-¿Estarás bien? (La miré y asentí) Intenta descansar... nosotros te avisamos si sabemos algo más.
-Cuando Lucas me llame, les digo algo.
-¿Él no fue, verdad?
-No. Claro que no.

Bajé de aquel coche y me dirigí hasta su piso, cuando abrí, dejé caer la mochila al suelo, cerré la peurta y me apoyé en ella. Qué difícil. Que difícil estar aquí sin que ella esté. Miré alrededor, necesitaba que esas cuatro paredes me contasen algo. La policía había estado aquí, y no habían encontrado nada, pero... algo debería de haber. Fui hasta su cuarto, pasando por cajas llenas de libros, y me encontré sus dos maletas abiertas y a medio llenar. Era imposible que ella se hubiera ido, no podía ser posible. Abrí el armario, aun había ropa. Volví al salón, me senté en el sofá. Cogí el móvil y lo dejé en la mesa, esperando que Lucas me llamara. No tardaría. Apoyé mi espalda, volteé la cabeza para estirarme un poco, me tumbé en el sofá pero, un olor extraña debajo del cojín me hizo volver a levantarme, puse mi mano y saqué un pañuelo, lo olí y me mareé. ¿Cómo puede ser que la policía no viese esto? Cogí el móvil, llamé a Lucas, un tono, dos... quizás aún no había salido del interrogatorio, quizás todo era un juego sucio de... Oí la puerta. Me puse el móvil en el bolsillo. Sin colgar. Di unos pasos y abrí, sin miedo, sabía perfectamente quien era. Lo encontré sonriente, no dijo nada, solo miró el pañuelo que tenía en la mano.

-Me lo pones muy fácil Vanesa...

Cogió mi brazo con fuerza, intenté escapar pero él fue más rápido, sacó algo de su bolsillo lo llevó de nuevo al trozo de tela que tenía en mi mano y lo subió a mi cara.

Dejemos las excusasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora