|1| Estaré a tu lado 🐦‍🔥 Remus Lupin ✔

26. Vientos de cambio

Como era de esperarse, el tiempo avanzó tan rápido como solo él sabía hacerlo; no se detuvo por nada ni nadie, incluso cuando los problemas de cierto grupo de adolescentes fueron en aumento.

El primer problema pasó una noche de luna llena, cuando ellos iban de camino a ver a Remus; la gata de Filch apareció sigilosamente detrás de ellos y fue en busca de su dueño para darles una detención a los cuatro muchachos, quienes, por cierto,nunca notaron que el squib iba por detrás de ellos. El hombre les pidió el mapa, y aunque se negaron a entregárselo, este insistió y amenazó con la pérdida de una gran cantidad de puntos para su casa. Así fue como su más grande obra fue arrebatada de sus manos; lo único que Sam alcanzó a decir fue: Travesura realizada.

No mucho tiempo después, casi en mayo, Sirius, hartado de las persecuciones de Severus tanto hacia su grupo de amigos como a su hermano, le dijo que descubriría una gran cosa si iba al Sauce boxeador esa noche. Nadie supo qué pasó por la mente de Sirius en ese momento, para hacer algo así. James, quien había escuchado la discusión entre ambos, fue a detener a Snape, y aunque lo encontró antes de que entrara a la Casa de los gritos, de igual forma el Slytherin vio a Remus transformado en un hombre lobo. Luego de eso, los castigos hacia Sirius fueron de distintas formas, limpió pasillos y baños, y además tuvo que soportar que sus amigos no le hablaran por semanas.

—¡¿Que cruzó por tu cabeza, en ese momento?! ¡¿Lo querías matar?! —gritaba Sam, en medio de la habitación.

—Lo siento, ¿sí? Fui un inútil. No pensé en las consecuencias —respondió sin preocupación.

Recién cuando los exámenes de séptimo año estaban cerca, Sirius se disculpó sinceramente, y sus amigos volvieron a hablarle.

Y ahora, ahí estaban parados por última vez en el Gran Comedor, que tenía la típica decoración e incluso las mismas partes con polvo, y aun así algunas mejillas eran recorridas con lágrimas mientras Dumbledore les daba último adiós y los mejores deseos para su futuro.

Sam sostenía la mano de Remus con fuerza, mientras lágrimas recorrían sus mejillas; Hogwarts se había convertido en su hogar y tener que decirle adiós era demasiado difícil para ella, sobre todo, debido a la situación que la espera allí afuera. Una vez terminado todo lo formal, James tomó su mano y libre y le sonrió con dulzura, luego la abrazó y le agradeció por todos los años compartidos. Ella rió, porque aquello parecía una despedida.

—Idiota, no hagas que suene como una despedida —sollozó más—. Somos gemelos; vivimos en la misma casa, estúpido.

—Sé que me expresas tu amor a través de insultos —rió él—. También te amo, tarada.

Y como era de esperarse (para algunos, al menos), Sirius Black subió a una mesa a proclamar su libertad definitiva de Hogwarts y luego entonó "We are the champions" de Queen; entre risas todos lo apoyaron, y luego de unos segundos un gran coro de estudiantes iba saliendo del Gran Comedor.

Cada alumno fue a su habitación para cambiar su uniforme a ropa muggles y así poder dar el último recorrido al castillo, antes de tener que ir a tomar los carruajes para dirigirse a la estación, donde los esperaba la locomotora de siempre. El viaje hacia Londres estuvo lleno de recuerdos, la mayoría divertidos, pero de algún modo eso les hizo sentir tristes. Nada sería igual; todo cambiaría y eso era lo que ellos más temían, los vientos de cambio que se venían próximos.

—¡Mis tres hijos graduados! —exclamó la señora Potter apenas vio a sus mellizos y a Sirius.

Tomó a los tres de un brazo y los abrazó con fuerza, y luego besó la mejilla de cada uno. Euphemia Potter se sentía tan orgullosa de esos muchachos; ella los había viso crecer desde los once años; ella les había brindado amor a esos jóvenes desde que supo que sus mellizos los quería como si fueran sus hermanos.