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Las orlas volaron por todo el gimnasio, donde estaba teniendo lugar la ceremonia de graduación. Familiares y profesores, así como alumnos, aplaudían al unísono cada vez que alguien era nombrado para la entrega de su diploma, pero no había comparación con el aullido final y la ovación de enhorabuena en una gran generalización.
—Por fin –pudo escuchar Morisuke a su amigo Kuroo, quien se sentaba delante suya. El azabache no tardó en darse la vuelta, e ignorando que todo el mundo empezaba a abandonar los asientos, le sonrió con total amplitud antes de alargar el brazo, teniendo el puño cerrado, en busca de que su compañero chocara. Así hizo el más bajo, devolviendo la mueca cómplice antes de verse asaltado por unas manos que le zarandearon los hombros.
—¡Yaku-san, Kuroo-san, enhorabuena!
Los meneos que daba al líbero eran incesantes, así que a Yaku no le quedó otra que darse la vuelta a duras penas y golpear el costado del de cabellos platinos con el dorso de la mano. Se pudo escuchar a la perfección la risotada de Kuroo, maliciosa como cada vez que a Haiba le golpeaba su compañero de clase. Sin embargo, no tuvo tiempo de escuchar la queja de Lev, porque los ojos de Yaku dieron con una escena poco usual.
Kenma se había acercado también con Lev, sigiloso como siempre, y hasta que no le vio la cara no pudo darse cuenta de que estaba mojándose la camisa con lágrimas que le escurrían por la barbilla. Ni siquiera Kuroo reparó en aquello.
—¿K-Kenma, qué te pasa? –el pequeño líbero se puso en pie, haciendo que la silla a su vez se echara hacia atrás y pillara las piernas del más alto, quien no se quejó porque aquél daño fue bastante insípido comparado con otro golpe recibido en sitios más dolorosos por parte de Morisuke.
El semi rubio se llevó las manos a la cara, totalmente avergonzado por mostrarse de aquella manera frente a sus amigos. Kuroo ya le había visto así en otra ocasión, estaba claro, pero no Lev, y mucho menos Yaku. Trató de parar, pero en la mente de Kozume se repetía una y otra vez el momento en que los de tercero fueron nombrados.
—Os voy a echar de menos... –pudo escucharse salir del hueco que el chico dejó entre sus dedos para respirar.
Ahora fue Kuroo quien, adelantándose a Yaku, envolvió al menor con sus brazos y le pegó a él con fuerza, tomando una enorme bocanada de aire y aguantando el sentimiento áspero en su garganta. Se tragó aquél nudo para mostrarle a Kenma una de sus sonrisas típicas que usaba con motivo de animarle, y consiguió que descubriera la cara. Le secó las lágrimas con los pulgares mientras los otros dos veían la escena.
Lev, por una parte, se había sentado en una de las sillas y apoyaba el codo en el respaldo de la que tenía delante, con seriedad en el rostro, pero sin parecer mostrar mucha compasión. Quizá únicamente mantenía silencio por respeto.
Yaku, por otro lado, tuvo que desviar la vista y suspirar pesadamente al tiempo que apretaba los ojos. Él también les echaría de menos, pero al igual que Kuroo, no podía dejar que le vieran en mal estado o ellos se pondrían peor.
Al cabo de unos minutos, no aguantó más y se unió al abrazo que el azabache daba al semi rubio, aunque se arrepintió enseguida porque el gigante también quiso formar parte. En ese momento se sintió una sardina enlatada, y hasta le dieron lástima aquellos pescados.

Dos horas después de conseguir consolar a Kenma, habían sido echados del gimnasio para proceder a recoger y limpiar, así que decidieron reunirse con los compañeros de equipo. Habían planeado una comida todos juntos, y aprovechando que iban vestidos para la ocasión, el entrenador Nekomata les llevó a un bufete libre de habitaciones, es decir, que tuvieron para ellos solos una estancia entera donde, tras haberse hinchado hasta reventar, dieron inicio a una agradable conversación y pasaron el resto de la tarde con chistes malos por parte de Kuroo y un Lev pidiendo más comida, insaciado a pesar de los seis platos anteriores. Todo fue perfectamente, incluso habían conseguido que Kenma dejase la consola aquél día, y nadie le vio con ella ni siquiera en los bolsillos. No obstante, la noche llegó, y con ello las despedidas. Los de tercero se habían graduado y ahora sería el turno de los de segundo el sucederles, así como el de Lev de ser el futuro Ace del equipo. Al menos eso le dijo Kuroo en el discurso que dio como capitán, y terminó relevando el cargo a Kenma temporalmente. Cercioró su sospecha de desagrado nada más ver la reacción de Kozume. Después fue Nekomata quien dijo unas palabras, dando las gracias a sus chicos por aquellos maravillosos tres años, y pidiendo que no dejaran de jugar en las universidades a las que fueran.

Sing A Sad Song. (LevYaku)Where stories live. Discover now