Capítulo 12

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Después de aquella pequeña charla con su senpai, las cosas habían quedado bastante confusas. Primero, más que ayudarle, Serinuma se empeñaba en intentar dejarles a ellos dos solos en situaciones extrañas, lo cual le ponía nervioso y no parecía tener efecto en Mutsumi-senpai. La segunda cosa, era que el pelinegro de tercero mostraba demasiada atención hacia Nanashima, y se negaba en dejarle solo o junto a Igarashi.

Ahora habían viajado hacia la playa, quedándose en la casa de Nishina. De alguna forma, mientras las chicas tenían una habitación propia para cada una, Shinomiya y sus tres senpais habían quedado en una sola, compartiendo la habitación los cuatro. No le importaba compartir habitación, pero hubiese preferido solo hacerlo con Mutsumi; el cual, parecía muy concentrado en hacer que la cama de Nozomu quedase lo más lejos posible de su compañero.

Se metió al baño de la habitación y se miró en el espejo. Se veía bastante delgado, quizá demasiado. Incluso pudo jurar que vio unas curvas­ que no deben de estar ahí. Se suponía que era hombre, uno en desarrollo, pero hombre al fin y al caso. Era demasiado pequeño y débil, era simplemente patético. De no ser por Asuma llamándole, preguntándole si se encontraba bien, él no hubiese salido. Después de eso, se dirigieron a nadar y a jugar un poco de Vóleibol de playa.

Cuando fueron a comer algo, unos tipos bastante extraños hablaban acerca de Serinuma y Nishina. Tardó un poco en entender, pero luego se dio cuenta de que estaban acosándolas. Claro que se dio cuenta cuando los tres chicos les hicieron cara, pues no era forma de comportarse y menos con las mujeres. El problema llegó cuando uno de ellos, le dijo a Nana que no estuviera celoso, que si quería, ambos podrían pasar un momento agradable, e intentó tocarle la pierna.

Tanto Igarashi como Mutsumi alejaron al rubio lo más posible de aquel sujeto, interponiéndose para que el tipo no intentase nada. Luego, para hacer cabrear más a ambos pelinegros, esta vez fue otro de los tres quien miró a Hayato, mostrándole una mirada de depravado sexual mientras se relamía los labios de forma asquerosa. El castaño se sintió bastante incómodo ante esa visión, tanto que se escondió detrás de Nozomu, quien había llegado junto a él.

Pero fue la cereza del pastel, las palabras del último tipo, quien les miraba a ambos con una sonrisa escalofriante, perturbadora, como si fuese la de algún Yakuza mirando a sus víctimas. Les sonrió, y con su voz grave y rasposa les dijo: Sin duda alguna, ustedes son junto a esas chicas, lo que he estado buscando. No se descuiden o podría irles muy mal. Después de aquello, los tres tipos siguieron comiendo como si nada, y los cuatro decidieron salir de ahí lo más rápido posible.

Luego hicieron carne asada, pero claro, como siempre, Shinomiya hizo el ridículo frente a todos, y después salió huyendo hacia el bosque con los ojos amenazando con llorar. Todos se fueron tras él, pero el pequeño les tomó bastante ventaja, que igual se perdió cuando se cayó y enredó con una liana, quedando en el suelo en espera de que alguien le ayudase antes de que empezara a llover. Escuchó un ruido, y se asustó.

Pero su susto incrementó más al reconocer a uno de los tipos del restaurant.

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Después de cruzar un puente mal hecho, Nanashima y Serinuma quedaron separados de los otros. Pues el puente se había roto cuando el rubio intentó saltar hacia la orilla, completamente asustado, llevándose a la chica de cabello negro purpurino con él. Ahora, abajo del puente solo se encontraban Igarashi, Nishina y Mutsumi.

– ¡Por aquí hay un camino! – Señaló la de primer año, mientras se dirigía a donde pensaba que era la salida. Los otros dos pelinegros se miraron, pero aceptaron que era lo mejor que había.

– ¡Nanashima-kun y yo intentaremos buscar a Shinomiya-kun! – Les avisó la chica, mientras que con el rubio emprendía carrera para ir detrás de Hayato.

Asuma suspiró intentando relajarse. Rezaba porque su pequeño ángel se encontrara bien...

¡Me Gustas, Senpai!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora