Capítulo diecisiete

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Capítulo 17

Expulsados dos semanas, los cuatro. Genial. Ahora mis notas bajarían, pero podría encargarme de la profecía y así, terminar de una vez por todas.

Yo sabía perfectamente donde tenía mi padre guardadas su corona y su bastón, pero era un poco imposible llegar hasta allí. Estaban en el sótano. Yo nunca había bajado ahí abajo, a pesar de que en el Inframundo los muertos vagaban por el espacio sin fin, yo era muy miedica y ese sitio daba miedo antes de entrar. No sólo era imposible entrar porque yo me negase totalmente, sino porque tenía un gran sistema de protección con alarmas poderosas que te dejaban sordas. Recuerdo que de pequeña entré una vez abrazada a mi padre y habían muchísimas cosas, no se podía encontrar los objetos preciados allí, entre tantas cosas.

Llamé a P para que me viniese a ayudar, para algo estaba ¿no?

Tardaba y tardaba, ¿dónde estaba cuando lo necesitaba? Me ponía nerviosa tanta tardanza, ese chico hacía algo en mí. Era algo que no había sentido, jamás, ni con Nate. Con Nate salí un par de semanas y lo quería, no digo que no, pero era diferente.

-Pero mira quien llegó, al fin-. Estaba hecho un desastre, los pantalones se le caían, la camisa tenía los botones mal abrochados y tenía el pelo todo alborotado-. ¿Pero qué te ha pasado?

-Pues, nada, no ha pasado nada.

-Puede que sea tonta, pero no retrasada. ¿Qué te pasó?

-Estuve con alguien, sólo eso-. ¿Qué? No tenía novia, porque sino, no hubiese ido conmigo al baile. Pero, ¿con quién? No es que lo amáse ni nada, a lo mejor sentía más que eso, y me ponía celosa que estuviese con otras. Sé que sólo lo conosco desde hace tres días, pero la atracción magnética podía más que yo. Y todo lo que me salió fue:

-Vale, me interesa poco tu vida "sexual"-. "Mentirosa" dijo mi subconciente, y esta vez estaba de su lado, "Lo sé, esta vez tienes razón"

Probé teletransportarme pero había algo que lo impedía, un campo de fuerza. Si queríamos entrar, debíamos hacerlo por el método más difícil. Bajamos las escaleras lo más rápido y discretamente posible, por suerte, no tuvimos problema. Una vez que llegamos abajo, me detuve ante la puerta. No me acordaba como había hecho mi padre para desactivar las alarmas, tendríamos que esquivarlas. P abrió, mientras yo me encondía tras él y me coloqué a su lado. Nos miramos y dimos un paso, una sala vacía.

-¿Tienes maquillaje?- Saqué el colorete de mi mochila y soplé, el polvo recorrio la estancia dejando ver los rayos láser.

-Las llevamos claras. Piensa algo, para algo eres el hijo de la diosa de la sabiduría ¿no? Vamos, por debajo y esquivando.

-Ax, esto no es como en las películas, es real. Hay que desactivarlo-. Sacó unos posa-vasos que tenía en la mochila y los lanzó. Los rayos desaparecieron y comenzaron a salir llamaradas de fuego de las estatuas que se situaban en las columnas de los laterales-. Ahora, ¡corre!

Corrí, una llamarada casi me alcanza pero conseguí esquivarla. Servía de poco ir a buscar los objetos, ya que no tenía ni la menor idea de como hacer para convertirme en la reina del Inframundo. Nos encontrabamos a salvo, miré a P, quien soltó una carcajada y le pegué un golpecito en el brazo afixiada. Había un ascensor y bajamos, se detuvo. Bajamos y había algo así como un tablero de ajedrez pero con armaduras con espadas desenvainadas. Cogímos una espada cada uno, estaban escondidas pero las encontrámos.

-¿Preparada?- Asentí - ¡En guardia!

De un un momento a otro nos encontrabamos luchando dos contra quince, casi me cortan la cabeza pero P estaba allí, y como un príncipe, me salvó. Pensaba que esto sólo pasaba en las películas, pero al parecer, no es así. Conseguimos acabar con todos, menos con uno, yo le llamaba "el gran espadachín". Este no era como los demás, era más grande y hábil. Caí al suelo varias veces, la espada de "el gran espadachín" me hizo varios cortes, quedé hecha una mierda.

Al fin lo conseguímos, me asombraron las dotes de P, no sabía que luchase tan bien. Justo cuando nos encontrabamos ante la puerta escuchamos como mi padre bajaba maldiciendo cosas para si mismo. Nos escondimos como pudimos entre las columnas, tuve que taparle la boca a P para que no soltase una carcajada. Le hacía gracia que mi padre hablase sólo. Cada vez se acercaba más a la puerta y si giraba la cabeza, nos vería.

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Se que hay cosas que no tienen sentido porque antes he dicho otras muy diferentes, y me he dado cuenta. Reviso mis capítulos de vez en cuando y los corrijo para que todo tenga sentido. Para los que leen cuando todavía la historia no tenía prólogo, ya lo tiene. No es importante leerlo ya que no hay mucho que leer. Sólo lo puse como introducción.

InframundoHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin