Explicaciones

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El Gran Mall da mucho miedo por la noche. Lo que por el día son tubos sueltos, esquinas rotas y crujidos poco preocupantes, se transforman en gemidos misteriosos y figuras que se mueven sin ton ni son.

Hacía mucho tiempo que no dormía allí. Pero aquella noche estaba tan hecha polvo que me preparé una cama en el sitio más resguardado (en la tercera planta) me eché las cinco o seis mantas encima, y que quedé dormida en un abrir y cerrar de ojos.

Me desperté tirando a mediodía, de bastante buen humor. De hecho, probé una de las rutas que había catalogado como "difícil" y, de no ser por un par de rasguños y cardenales, la conseguí llevar a cabo hasta el final.

Pero obviamente las cosas se tenían que torcer, y, obviamente, apareció Siniestro con su porte misterioso habitual. Hasta ese momento se me había olvidado por completo que no siempre estaba sola en el Gran Mall.

Siniestro parecía enfadado, o eso me decían sus ojos. El corazón se me aceleró y me sitúe involuntariamente lo más cerca posible de un palo metálico o tubo que me sirviera para la autodefensa.

-¿Por qué me sigues?
Su voz era tan condenadamente grave como la había imaginado.
Mónica quiso intervenir con un «¿Por qué me seguiste hasta el Gran Mall?» pero Kiara opinó que ligarse a Siniestro no era una opción factible. Mi cabeza se volvió un caos y solamente supe decir algo así:
-Te-tenía  curiosi-sidad...
-Me parece muy bien, pero sigue sin ser excusa para invadir mi terreno personal. Si no me molestas, yo no te molesto. ¿Recuerdas?
-Sí-sí...
-Pues aplícate el cuento.
Y se dio media vuelta, borrándose de mi campo de visión.
¡Mierda!

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