Capítulo 35: Comienza la pesadilla

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¡¡Eeeey!! Muy buenas a todos/as, he actualizado antes de navidad porque además tenía muchas ganas de escribir esta parte. Espero de corazón que os guste porque a mí me ha emocionado muchísimo escribirlo. 

Que paséis una feliz Navidad e intentaré actualizar para antes de año nuevo o pocos días después. Muchos besos!!!

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-He visto al espíritu de Smaug.

Bilbo se giró tan rápido que casi se cae de Sombra, el cual ladeó la cabeza para mirar a su compañera. Leah se sintió algo incómoda al ser observada con los ojos como platos por parte de ambos. Tragó saliva y apartó la mirada.

-¿Cómo que has visto su espíritu? -preguntó el mediano en cuanto recuperó el habla. Ella suspiró largamente antes de contestarle.

- Creo que de algún modo... Dyrian me ha envenenado... -entrecerró los ojos y comenzó a temblar. El hecho de pensar que esa era la situación la ponía muy nerviosa. Se llevó la mano al cuello.- Quizás cuando me quedé inconsciente...

-Pero no has tenido ninguna clase de síntoma. -pensó en voz alta el castaño.- A no ser...

-A no ser que el don curativo de Togo me haya protegido de los malestares. -terminó ella.

Bilbo se giró con cuidado de no caerse y la abrazó con fuerza. Ella cerró los ojos e intentó relajarse.

-¿Pero qué tiene que ver todo esto con que hayas visto a Smaug? -ella alzó un poco la cabeza para mirarle.- Quiero decir... no encuentro la relación...

-Sabes que Smaug fue "persuadido" por Dyrian, ¿no? -él asintió con lentitud.- Él también estaba envenenado, y por... diversas deducciones... he llegado a la conclusión de que el alma se corrompe y sigue ligada a este mundo, pero de un modo más aterrador.

-Pero en el caso de tu madre no fue así... -susurró pensativo el ojiazul.

-Porque sus ataduras a este mundo son de un modo más puro, según me dijo Smaug. -él frunció el ceño mirándola.- Sí, se lo pregunté... se me ocurrió exactamente lo mismo. -sonrió de lado por el hecho de pensaran de la misma manera. Bilbo correspondió la sonrisa, pero pronto se le borró, quedándose con un rostro que mostraba preocupación.

-¿Y ahora... qué? -preguntó con miedo.

-No lo sé... habrá que ir viendo cómo se desarrollan las cosas... -él asintió y alzó una mano para acariciarle una mejilla con suavidad. Ella suspiró cerrando los ojos y apoyó la cabeza en uno de los hombros del mediano.- Sería perfecto que fuese inmune... pero me da la sensación de que todavía es pronto para pensar así. -él asintió y depositó los labios en el cabello rojizo de ella, besándolo. El dragón dejó escapar un pequeño gruñido de preocupación, al cual Leah reaccionó acariciándole la cabeza.- Esto no debe salir de aquí, no me parece buena idea que Thorin y los demás sepan mi situación, no al menos hasta estar seguros.

-Lo entiendo. -murmuró en su oído. La empujó con suavidad para separarla un poco de él, la cogió con dos dedos de la barbilla y la besó tierna y lentamente mientras Sombra los llevaba de nuevo a Érebor.

El resto del día pasó sin apenas complicaciones, obviando la insistencia de Arä que soñaba despierta con su boda, tema del cual Dis empezaba a sentirse agotada de escuchar. Leah vio la perturbadora sombra de Smaug paseando por la montaña y cada vez que se cruzaban sus miradas ella se sobresaltaba.

Llegó la noche y todos se marcharon a dormir. Thorin parecía realmente agotado, aunque Leah no lograba adivinar de qué. Sin querer pensar en nada más, se desnudó, dejó su ropa en el suelo y se tiró a la cama, sintiéndose inquieta y cansada. Querría haber intentado leer algo de su raza en los libros que se trajo, pero no podía centrarse en nada más que en sus pensamientos.

El Hobbit: La gran aventura de LeahWhere stories live. Discover now